Más allá de su reclamo turístico, las Islas Canarias están de actualidad en la prensa internacional por una acusación grave: importación ilegal de arena del Sáhara. Así lo demuestra una investigación iniciada recientemente por las autoridades tras recibir varias denuncias en las que se acusaba a las islas de importar, de manera ilegal, arena procedente de las últimas colonias de África.
En el año 2015, el jugador grancanario del Manchester City, David Silva, apadrinó la creación de la playa de Anfi Tauro, en el sur de Gran Canaria. El proyecto supuso una inversión superior a los seis millones de euros. Según publica el diario The Guardian, la iniciativa parecía "inofensiva". Tal y como declaró Silva, el proyecto fue "un desarrollo fantástico" que creó nuevos puestos de trabajo y un imán para el turismo. Pero, tras los beneficios para la isla, lo que tal vez Silva no sabía entonces es que la playa se cubriría con 70.000 toneladas de arena dorada del Sáhara. El envío fue importado haciendo caso omiso del derecho internacional de la última Colonia de África.
Tras la acusación, las autoridades españolas han puesto en marcha una investigación, pero Anfi insiste en que no ha hecho nada malo. Los expertos en derechos humanos resaltan que dicha importación podría violar las resoluciones del Consejo de seguridad de las Naciones Unidas y las resoluciones de la Corte Internacional de justicia.
En este sentido, el Profesor Stephen Zunes, experto en la situación del Sáhara Occidental, considera que "las sentencias fueron muy claras: no se puede explotar los recursos naturales en territorios ocupados a menos que los ingresos vayan en beneficio de la población local".
No es la primera vez que esto sucede. Según un artículo publicado por Western Sáhara Resource Watch, las Islas Canarias han importado arena del Sáhara desde hace décadas. Y en concreto, el tráfico de arena robada parece haber aumentado durante la última década.
La historia comienza en 1955
Mediados del siglo XX. Esa es la fecha a la que se remonta el primer desembarco de arena del Sáhara Occidental en Canarias, en el año 1955. Sin embargo, el más conocido es el relativo a la creación de la playa de Las Teresitas. En este caso, la primera arena que se colocó en el año 1968, tras la creación de la escollera, era de origen volcánico, pero debido a su precio, el promotor de la obra -el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife- consiguió el resto de la arena del desierto del Sáhara por ser más económica. Tres años después, el mismo ayuntamiento solicitó al banco de Crédito Local 50 millones de pesetas y anunció un total de 141.647 metros cúbicos de arena del Sáhara Occidental, por aquel entonces colonia española, llegarían a Las Teresitas.
Fue en el año 1973 cuando esta playa se abrió al público. En el mismo lugar, y 25 años después, se volvió a regenerar la playa con otros 140.000 metros cúbicos, esta vez con un coste de aproximadamente 400 millones de pesetas, financiado a través del convenio de costas firmado ese año. Tras el caso de Las Teresitas, no se tiene constancia del expolio hasta el año 1991 coincidiendo con el acuerdo de alto el fuego entre el Polisario y el gobierno de Hassan II en 1991.
Monitorización de desembarcos
En el año 2008 Western Sahara Resource Watch comenzó a monitorizar los desembarcos de arena que se almacenaban en los silos de los muelles de Tenerife -Proyecto Dover S.L- y Las Palmas -Granintra S.A- para transformarlos en cemento y otros productos. El expolio, tal y como anuncian desde esta plataforma, era silencioso pero constante.
Los últimos registros de los que se tiene constancia son del año 2011. En esa fecha los niveles de consumo de cemento se vieron acentuados por la grave crisis de la construcción en España y alcanzaron niveles de 1989. Sin embargo, con el suave repunte de la industria, la construcción de complejos turísticos ha mantenido la importación de arena saharaui robada. Junto a esto, la financiación de proyectos como el del puerto de La Playa de El Aaiún, ha permitido que allí mismo se instale una fábrica de cemento para, importando el clinker, fabricar allí el mortero-cemento y no cesar el expolio y las ganancias que produce, indican desde WSRW.
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