Morir joven pero con décadas a la espalda, con nietos que ya han terminado la universidad, con una larga lista de amores y desengaños, con la certeza de que podemos irnos en paz, como Benjamin Button, el personaje de F. Scott Fitzgerald. A ese paradigma camina la ciencia gracias a los avances de la reprogramación celular y a descubrimientos como los realizados por un investigador español de 61 años, Juan Carlos Izpisúa, otrora futbolista profesional y ahora en la élite científica mundial.
La Liga de los Hombres Extraordinarios existe y se ubica en Laboratorios Altos, una compañía multinacional financiada por multimillonarios como Jeff Bezos -2.700 millones de euros de capital inicial- que ha fichado a las mentes más brillantes del planeta para investigar el rejuvenecimiento humano para así lidiar con las enfermedades propias de la edad. Entre ellos se encuentran científicos españoles como Izpisúa, Manuel Serrano o el premio Nobel de Medicina Shinya Yamanaka, padre de la Medicina Regenerativa y descubridor de los cuatro factores genéticos que hay que reprogramar para transformar células viejas en células madre.
Izpisúa, además, ejerce como catedrático en la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM) y es profesor del Laboratorio de Expresión Génica del Instituto Salk en California. Esta mente privilegiada logró en 2016 revertir el envejecimiento de un ratón con progeria (una enfermedad que adelanta el envejecimiento), permitiéndole vivir un 30% más. Lo hizo, además, de manera segura, sin provocar tumores en el huésped, cosa que había ocurrido en anteriores experimentos de otros científicos.
"El doctor Yamanaka ha demostrado cómo el descubrimiento que él hizo en su día está en la clínica y está ayudando a curar la enfermedad de muchas personas. No es una esperanza, es una realidad. El estudio que hizo el doctor y que hemos seguido muchos investigadores puede mejorar la salud de mucha gente y esperamos que pueda extenderse a muchas enfermedades", afirma en declaraciones a Vozpópuli.
Entre los logros de este farmacéutico se encuentra también el haber desarrollado embriones quimera, animales que pueden albergar órganos de otras especies. Descubrió que los cerdos podrían servir como incubadoras de órganos humanos, lo que apunta a una posible solución al problema de los trasplantes. Por el momento, la mayor parte de los recursos financieros que recibe son privados, pero el conocimiento que genera va a revertir "en toda la sociedad".
De botones a futbolista
El aclamado científico tuvo una infancia difícil, marcada por la ausencia de su padre, aunque él la recuerda feliz. Nacido en Hellín (Albacete hoy, y en aquel entonces parte de Murcia), tuvo que pasar una temporada en el orfanato junto a sus hermanos porque su madre marchó a cuidar a sus abuelos enfermos. Después su madre se mudó a Benidorm, donde él empezó a trabajar de camarero en un restaurante con solo 11 años.
Tiempo después, se colocó de botones en un hotel. Trabajaba de día y estudiaba de noche. El joven Izpisúa siempre sintió curiosidad por el origen de la vida y por la ciencia. Antes de cumplir la mayoría de edad, el fútbol fue otra de sus grandes pasiones, llegando a militar en el Hércules C.F y enfrentándose en un amistoso al Barcelona del mítico Johan Cruyff. "El fútbol fue una afición importante en mi vida, sobre todo en mi juventud", manifiesta.
Su primera intención fue matricularse en la carrera de Medicina, en la Universidad de Valencia, pero la facultad estaba en huelga, por lo que optó por Farmacia, cuyo edificio, además, "era muy bonito". Se licenció con premio extraordinario y, desde entonces, su vida profesional ha sido una odisea entre las más prestigiosas facultades de medicina del mundo.
"Nuestro objetivo no es la inmortalidad, sino lidiar con la enfermedad"
Izpisúa pasa estos días en Madrid, donde ha acudido para recibir la medalla de honor de la Real Academia Nacional de Medicina. Su maestro, el doctor Yamanaka, también ha estado presente en la ceremonia, donde se le ha distinguido como académico de honor. En su lección magistral, previa a la entrega del reconocimiento, se pone de manifiesto que el objetivo de este farmacéutico español es "lograr que el hombre muera joven lo más tarde posible". "La vida es compleja, pero empieza de forma relativamente fácil. Solo hacen falta dos células, un óvulo y un espermatozoide. De ahí venimos todos los que estamos en esta sala", explica.
Para este investigador, "el momento más importante en la vida de un hombre no es el matrimonio, ni el bautizo, ni la muerte. Es la gastrulación, la fase de crecimiento del embrión en la que se toman las decisiones que marcarán nuestra vida para siempre: cómo será nuestro cerebro, nuestro hígado, etc.".
El momento más importante en la vida de un hombre no es el matrimonio, es la gastrulaciónJuan Carlos Izpisúa
Tras su ponencia, Izpisúa dedica unos breves minutos a charlar con este diario, al que afirma que el objetivo de su equipo de trabajo no es alcanzar la inmortalidad, sino vivir de forma saludable el máximo tiempo posible. "Nosotros recibimos nuestros genes de nuestros padres y tenemos una vida que conlleva una serie de años. De lo que se trata con estas investigaciones es que esos años sean los más saludables posibles. La enfermedad aparece a ciertas edades de la vida, el crecimiento es logarítmico, y nuestro abordaje es tratar de rejuvenecer a las células para lidiar con las distintas enfermedades que aparezcan a lo largo de la vida", señala.
"Nuestra misión no tiene que ver con la longevidad o la inmortalidad, sino con mejorar la resiliencia de nuestras células para que puedan lidiar con la enfermedad en general. No con una concreta, sino con todas las que aparecen con motivo de la vejez", continúa. Según el científico, la Medicina Regenerativa permitirá tratar la vejez como una enfermedad, de tal forma que se pueda hacer frente no solo a las enfermedades provocadas por una mutación genética, sino por alteraciones mecánicas provocadas por accidente.
Pensar en alcanzar la inmortalidad es, para Izpisúa, un error. "La muerte es algo consuetudinario a nuestras vidas. Yo mismo pienso en la muerte, pero con filosofía".
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