La loca vida del intrépido corsario Jan Janszoon que venía a Canarias cada dos por tres a saquear el tráfico marítimo era producto de su sed de venganza contra España. La gente piensa que era berberisco pero nació en Haarlem, Holanda, y producto de los ataques peninsulares en 1573 en esas latitudes, la tomó con las islas porque la protección de su costa era reducida. Como corsario atacó todo lo que se acerquó a Canarias con algo que intuía de valor. Pero surge la tregua pedida Johan van Oldenbarnevelt a España a cuenta del conflicto de Provincias Unidas, Janszoon se queda en paro estando en el archipiélago, al parecer en Lanzarote, y es entonces cuando otro corsario holandés, Ivan de Veenboer, conocido como Sulayman Reis, le habla de instalarse en Argel, donde los occidentales pueden asaltar bajo la bandera islámica.
Resultó ser muy bueno en su profesión a juicio de los turcos y se hizo capitán de un barco otomano. A partir de ese momento continúa bajo el nombre y se convierte al Islam. Era fluido no de género sino de nombres: Murat Reis o Morato Arráez. El benedictino Diego de Haedo dice en 'Historia general de Argel', publicada en Valladolid en 1612, que el pirata holandés que era un corsario otomano nacido en Albania cuya acción más famosa fue la invasión de la isla de Lanzarote cuando llegó a asaltar Islandia, que se lo achacan a otro corsario holandés, Siemen Danziger.
Cuando la piratería argelina había decrecido Canarias se convirtió como pasa ahora con el turismo: un destino refugio. No tanto por los recursos de las islas sino por ser zona de tránsito entre América y Europa siendo el puerto de Garachico el de mayor tránsito del mundo hasta que el 5 de mayo de 1706, el volcán Trevejo explotó y por la gran inclinación de la isla la lava lo destruyó. La Corona española dio la orden de prohibir faenar a los barcos pesqueros salvo que tuvieran armas de fuego sin jóvenes por si se reenganchaban a convertirse en corsarios en Salé. Esta prohibición era por la ausencia de fragatas que protegieran el negocio pesquero.
De los 470 nombres de cautivos del archipiélago 234 renegaron cuando Jan Janszoon era el amo de Salé, un 50%. Era duro: el historiador Robert C. Davis en su libro 'Esclavos Cristianos, Amos Musulmanes' detalla que a los presos los colocaban generalmente en la bodega para el viaje de regreso: "apiñados, apenas sin poder moverse entre la suciedad, el mal olor y los parásitos". A su llegada a Salé, a los isleños "era tradición hacer desfilar a los recién capturados por las calles para que la gente pudiera hacer burla de ellos y los niños cubrirlos de basura".
Esta escuela de piratería a camino entre Salé y Argel hizo en Canarias mucho daño. Recuerda el profesor Anaya Hernández que en Canarias hubo ataques en 1618 en La Gomera, donde se saqueó la ciudad de San Sebastián y secuestró a varios habitantes para pedir rescate mientras que en 1620 hizo un grave ataque a la isla de Fuerteventura, donde capturó dos barcos mercantes y mató a varios de sus tripulantes y el 1622 actuó sin piedad en Lanzarote. Lanzarote fue la isla canaria que más sufre sus ataques desde que en 1569 la ocupe Calafat de Salé. A partir de esta fecha fue conquistada en otras tres ocasiones: 1571, 1586 y 1618, mientras que la zona de Arrecife sería saqueada tras la invasión de Fuerteventura en 1593; además, San Sebastián de La Gomera sería pillada y destruida en 1571 y 1618 al regresar los corsarios desde Lanzarote. Los dos primeros ataques partirían de Salé, pero el de 1586 es argelino-salesino y el de 1618 parte exclusivamente desde Argel, lo que demuestra la presencia de estos corsarios en el Atlántico, que para Canarias será permanente hasta la última incursión conocida, el ataque a Femés en 1749.
Para el escritor, Abdelkader Benali, Janszoon era infame y famosamente odiado porque olvida por completo que es holandés y ataca buques con esa bandera hasta que los holandeses llegan a un acuerdo con los turcos y vuelve al desempleo y se instala en la república pirata de Salé, en Rabat, de la que se hace amo gracias a su leyenda. Dependientes en un principio del Sultán, a quien pagaban el 10% de lo que capturase hasta que en 1626 se independizan y crean una república pirática gobernada por 16 miembros, cuyo primer presidente Jans Jansz. Según Benali, es una historia de nuestro tiempo. "Para mí, Jan Janszoon, más que un héroe o un buen o un mal tipo, es sobre todo una figura moderna que dice algo sobre cómo puede cambiar la identidad, cómo puedes cambiar tu fe, cómo puedes cambiar la dirección en vida debido a las circunstancias", señala Benali.
Los buques de Jans Jansz eran como una especie de ONU porque con el corsario Calafate Azan, renegado griego, en 1622 atacaron Canarias con 18 moriscos hispanos, 8 renegados, dos de ellos canarios y el resto flamencos cristianos. De los 40 del barco de Calafate, 32 eran musulmanes con 2 moriscos españoles y 8 flamencos. Toda esta operativa estaba dirigida por Juan Gesquier Manrique de Lara, que había estado cuatro años cautivo en Argel, según Rumeu de Armas.
Jans Jansz fue quien convenció a Calafate Azán a que comprara una saetia para ir a Canarias donde, según el holandés había negocio seguro. En las islas se hicieron con dos carabelas "con mucha gente de las islas", según el Santo Oficio. El regidor Salvador Clavijo testifica en 1641 haber estado preso en Salé y Francisco de Betancor, que había sido apresado en 1656 yendo desde Tenerife a la Península siendo rescatado por los trinitarios de Argel después de seis años de cautiverio. El marcaje obviamente no solamente era entre las islas sino en sus conexiones marítimas con la Península. Al regreso de Cádiz el capitán general de Canarias, Francisco de Andía Irarrazábal, fue capturado en 1626 y gracias a que pudo esconder su identidad pudo ser rescatado a los 6 meses porque el valor del era en función a sus conocimientos como reparación naval o artillería. La media de tiempo de los canarios presos en Argel según la Inquisición era de entre 5 meses como le pasó al marinero de Gran Canaria Luis Mateo a Sebastián Díaz, que estuvo secuestrado 32 años.
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