Las anteriores elecciones al Colegio de Abogados de Madrid, en el año 2012, terminaron a tortas en el Palacio de Congresos y Exposiciones. Intervino la Policía y el asunto de los abogados terminó donde ellos se mueven mejor: en los juzgados.
El famoso juez Elpidio lo archivó y Sonia Gumper salió elegida Decana para los siguientes cinco años. Anunció hace algunas semanas que no se presentaría a la reelección, pero ha dejado a su delfín para que continúe su labor: Javier Fernando Iscar de Hoyos.
Hasta los más críticos dicen que Sonia Gumper ha hecho cosas interesantes en la legislatura, pero también le acusan de haber convertido el Colegio en una academia sólo interesada en dar cursos y cursos.
Tampoco –señalan- ha logrado un mayor respeto de la profesión por parte de los ciudadanos, los tribunales e incluso los medios. La transparencia no ha sido precisamente uno de los logros del equipo.
Cuatro miembros de la junta dimitieron durante los primeros tiempos del mandato de Sonia Gumper a la que acusan de laminar a todo el que discrepe de su manera de gobernar la casa de los abogados.
El próximo mes de diciembre quizá las elecciones no terminen a tortas, pero van a ser igual de reñidas que las anteriores
El próximo mes de diciembre quizá las elecciones no terminen a tortas, pero van a ser igual de reñidas que las anteriores, aunque parece que los favoritos ya están marcados.
Además de las candidaturas incompletas o individuales, hay cinco de las que parece que saldrá el nuevo Decano, cargo que da lustre y prestigio al que logra el triunfo electoral.
El delfín Javier Fernando Iscar de Hoyos tiene un rival principal. Se trata de José María Alonso Puig, que es socio de Baker&Mckencie y que parece que ha sabido construir un grupo muy transversal con el objetivo de distribuir el protagonismo entre todos los sectores de la abogacía madrileña.
Está muy bien considerado profesionalmente y es hombre solvente bien visto institucionalmente. Trabaja en un gran despacho.
Sólo vota el 10%
Sólo votan un 10% de los cerca de 70.000 colegiados y no son precisamente los que trabajan en estas grandes empresas del Derecho los que acudirán a un hotel de Madrid a entregar su voto.
Son abogados sin afiliación, muchos de ellos los únicos letrados de su despacho, para los que el colegio es más importante que para los asalariados de un gran despacho.
Iscar de Hoyos parece que está un poco nervioso por la competencia que le puede hace su rival. Hace unos días se dirigió a todas las candidaturas requiriéndolas para presentar una denuncia conjunta contra José María Alonso.
El motivo era la campaña del voto por correo impulsada por esta candidatura, según explicaron los miembros de la Asociación Libre de Abogados y Abogadas (ALA) candidatura encabeza por Luz Elena Jara Vera.
Esta letrada de la Asociación Libre de Abogadas y Abogados representa lo más radical de los letrados madrileños. Saben que no van a ganar, pero aprovechan la ocasión para hacer públicas sus reivindicaciones profesionales.
Han denunciado falta de neutralidad de la Junta, al Colegio por permitir a Javier Iscar hacer publicidad “ilegitima que pagamos todos” y al mismo candidato por un viaje “para una actividad privada a Costa Rica con cargo al ICAM”.
Otro de los candidatos es Manuel Valero Yáñez, que aún es miembro de la Junta actual. Presentó una denuncia penal en la que acusaba de prevaricación continuada a la decana del colegio Sonia Gumpert y a miembros de su Junta de Gobierno. La denuncia fue archivada recientemente.
Nicolás González-Cuéllar, conocido catedrático, lleva en su lista a personas tan conocidas como Ignacio Gordillo o Adolfo Prego. Puede ser el beneficiado de la lucha entre Iscar y Alonso.
Tampoco se esperaba un triunfo de Sonia Gumper hace cinco años y la letrada ha estado cinco años al frente del Colegio a pesar de que su mandato empezara a tortas.
Una vez más el voto por correo será fundamental. En las elecciones de hace cuatro años se pusieron taxis a todo el que fuera a votar, se invitó a comidas, etc.
Pero lo realmente efectivo es controlar el voto por correo y que siempre puede dar una sorpresa. Se habla de que en Madrid hay miles de colegiados italianos (este periódico lo intentó contrastar sin éxito en el Colegio) que podían influir en las votaciones. Incluso de que hay una persona que mueve ese voto por correo desde una ciudad italiana.
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