Andreu Martínez es desde este lunes el tercer exdirector general de los Mossos d'Esquadra en poco más de dos años. Se trata del primer cargo político por encima de los uniformados en un cuerpo policial sometido a numerosos vaivenes en los últimos tiempos. Martínez anunció su dimisión en la víspera del segundo aniversario del 1-O y que fue aceptada por sus superiores. Según informan a Vozpópuli fuentes conocedoras de su decisión, en las últimas horas había achacado su salida a su falta de sintonía con la Presidencia de la Generalitat que ocupa Joaquim Torra.
Ese es el mensaje que ha traslado a sus más estrechos colaboradores con los que ha trabajado durante los últimos 15 meses. Eso es lo que ha durado su mandato. Martínez ocupó la vacante que dejó en el cargo Pere Soler, fulminado tras la aplicación del 155 y autor de polémicos comentarios en Twitter como el que confesaba que le daban "pena todos los españoles". La llegada de Martínez fue una elección de Miquel Buch, el consejero de Interior nombrado por Torra después del 155.
Este consejero, con una larga trayectoria soberanista a nivel municipal, redactó un mensaje de despedida en Twitter agradeciendo a su ya exsubordinado "la buena labor que ha hecho al frente de los Mossos con un balance importante, desde las nuevas plazas, hasta la entrada del CITCO" (el Centro de Investigación contra el Terrorismo y el Crimen Organizado que dirige el Ministerio del Interior y en el que no estaba la policía autonómica catalana). En este mensaje, Buch obvió los preocupantes datos que en materia de seguridad presenta Barcelona.
Agraït per la bona tasca que ha fet @AndreuJoanM al capdavant dels @mossos amb una balanç important, des de les noves places, fins a l'entrada del CITCO. Molta sort al Pere Ferrer, que és de l'equip i té l'experiència, el criteri i les ganes per liderar aquesta nova etapa. pic.twitter.com/FIYGQaZU1P
— Miquel Buch (@MiquelBuch) September 30, 2019
Las fuentes consultadas por este periódico indican que Martínez sentía la confianza de Buch, pero no la del presidente del Govern. Los perfiles del antecesor y el sucesor del director general dimitido ayudan a enmarcar su salida. Soler se encuentra procesado en la Audiencia Nacional por su gestión al frente de los Mossos durante el procés al igual que el exmayor José Luis Trapero y el resto de la cúpula policial de entonces. En concreto, por lo sucedido durante el 20 de septiembre de 2017 -semanas antes el referéndum ilegal- cuando miles de personas cercaron la sede de Economía donde la Guardia Civil realizaba un registro a las órdenes de un juez.
Pere Ferrer será su sustituto
Y a Martínez le sustituirá Pere Ferrer, quien figura en el tráfico de llamadas de Trapero la fecha del 20 de septiembre tal y como ha informado este lunes Vozpópuli. Aquellos hechos fueron parte fundamental en el juicio contra los líderes del procés en el Tribunal Supremo, especialmente a la hora de valorar la violencia durante el desafío soberanista y el papel de los Mossos. El Confidencial publicó hace ahora un año que Ferrer era uno de los visitadores de los presos del procés en la cárcel barcelonesa de Lledoners.
Ferrer ha sido la elección de la Generalitat para pilotar desde este martes -aniversario del 1-O- el escenario en Cataluña. Todos los cuerpos policiales coinciden en que se avecinan semanas de tensión a raíz de la inminente sentencia del Tribunal Supremo contra los líderes independentistas presos. La llegada de Ferrer se produce apenas unos días después de que los Mossos llevasen a cabo también un cambio en su área de comunicación. La policía autonómica decidió prescindir de su jefa de prensa, Joana Vallés, muy valorada por los periodistas.
Desde la Consejería de Interior culparon a Vallés de que se publicase que los Mossos habían adquirido gas pimienta para hacer frente a las movilizaciones previstas para las próximas semanas. Desde el Departamento quisieron aclarar después que este material solo se emplearía en casos extremos. El lugar de Vallés lo ocupa desde hace unos días Joan María Piqué, ex jefe de prensa del el expresidente Artur Mas y estrecho colaborador de Carles Puigdemont tras su fuga a Bélgica. Él será el portavoz de los Mossos d'Esquadra.
En Interior, pendientes
Desde el Ministerio del Interior siguen con atención todos estos movimientos. Las fuentes del Departamento que dirige Fernando Grande Marlaska afirman que la relación con los Mossos atraviesa un buen momento de colaboración. Se basan en la puesta en marcha de planes conjuntos recientes como la operación Draga contra los carteristas en el Metro de Barcelona. El envío reciente de varios cientos de antidisturbios de la Policía Nacional a Cataluña se ha producido tras reuniones de valoración conjuntas entre los Mossos y la Secretaría de Estado de Seguridad, añaden.
La semana pasada se produjo un primer incidente entre los Mossos e Interior a raíz de la operación Judas, que se saldó con el arresto de nueve miembros de los CDR (Comités para la Defensa de la República) acusados de terrorismo, según las mismas fuentes. Los Mossos plantaron al Ministerio y no acudieron a una reunión por la tarde del jueves que estaba programada. En Interior este gesto provocó sorpresa ya que la única explicación que recibieron fue que se aplazaba por cuestiones de agenda.
En el Departamento que dirige Fernando Grande Marlaska no dudan de que fue una orden política para evitar la foto de los Mossos junto a la Guardia Civil la misma tarde en la que la Audiencia Nacional enviaba a prisión a siete miembros del CDR. Esa misma mañana se había producido otra reunión con los tres cuerpos policiales que discurrió con cordialidad. Para la de la tarde, el Gabinete de comunicación de Interior había mandado una convocatoria a los medios gráficos.
Según fuentes de ambos mundos, el contacto entre los Mossos e Interior no se ha resentido tras la designación de Eduard Sallent como máximo mando uniformado del Cuerpo hace cuatro meses. Su nombramiento se produjo el mismo día que tomaba posesión como comisario por lo que fue recibido con recelos entre la cúpula histórica de los Mossos por su escasa experiencia y un pasado vinculado a la órbita de la antigua Convergencia. Las próximas semanas serán claves para medir si los Mossos han experimentado un cambio de nombres o un cambio de rumbo.