Jorge (que no Jordi) Buxadé Villalba nació en Barcelona el 16 de junio de 1975, en el seno de una familia que, según él mismo dice, “me enseñó el valor del trabajo, del esfuerzo, del sacrificio, y me inculcó sin estridencias el Amor a Dios, que es amor a la verdad y a la belleza, y el amor a España, que es amor a una obra colectiva”. Alumno brillante, se licenció en Derecho por la universidad privada católica Abad Oliva San Pablo CEU en 1999. Hizo luego una pausa para integrarse en las milicias universitarias, que desaparecerían en 2001, y en 2003 ganó la oposición de la Abogacía del Estado.
Su vocación política se manifestó desde la temprana juventud. En 1995 formó parte de la candidatura de Falange Española de las JONS (por Tarragona) a las elecciones al Parlamento autonómico de Cataluña. Su candidatura obtuvo, en total, 327 votos y no logró, por tanto, representación. Al año siguiente, 1996, fue candidato por Falange Auténtica (curiosamente, la versión más progresista del poliedro ideológico falangista) en las elecciones generales de aquel año. Se presentó por Barcelona. Su candidatura obtuvo, en toda España, 12.114 votos. Tampoco consiguió ningún diputado. Bien es cierto que el joven Jorge se presentó, en ambos casos, en puestos alejados de la cabeza de la lista, los que suelen llamarse “de salida”. Es que aún estaba en la universidad. Es imposible saber (aunque no muy difícil de imaginar) qué resultados habrían obtenido los falangistas, en ambos comicios, de haber sido Buxadé su cabeza de lista.
Ha repetido en varias ocasiones que nunca se ha arrepentido de haber pertenecido a la Falange (o a las Falanges, porque siempre ha habido varias). De hecho, el 2012 no dudaba en calificar a José Antonio Primo de Rivera y a Ernesto Giménez Caballero (uno de los más pintorescos ideólogos falangistas que hablaba de la pluma estilográfica de Franco como de un “falo incomparable”) como “dos almas superiores”. De lo que sí se arrepiente, y todo indica que muy amargamente, es de haberse afiliado al PP en 2004. Es un arrepentimiento de larga duración porque perteneció al partido conservador durante diez años.
Buxadé, destinado como abogado del Estado (entre otros puestos) al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, se hizo famoso porque fue él quien, ya en el PP, inició el proceso judicial sobre la “consulta independentista” que se celebró en la localidad barcelonesa de Arenys de Munt en 2009. Tildado inmediatamente de “fascista” por los pretendidos consultadores, provocó reacciones tan furibundas como la del entonces concejal de la CUP Josep Manel Ximenis, quien dijo: “Personas así no deberían trabajar. Esto demuestra que tras el franquismo no se ha hecho la depuración que se debía”. Si tenemos en cuenta que Buxadé tenía cinco meses cuando murió Franco, esa frase demuestra, una vez más, que las actitudes totalitarias rara vez se dan en un solo sector de la sociedad.
Buxadé se afilió a Vox, una formación entonces recién nacida, en 2015. Santiago Abascal lo caló inmediatamente y le promocionó sin dudarlo. Fue vocal de la Ejecutiva al año siguiente de su ingreso, en 2016. Fue cabeza de lista en las elecciones al Parlamento Europeo de junio de 2019, y es el “jefe de la delegación” de Vox en el grupo ultraderechista ECR de la Eurocámara. Defiende sin contemplaciones a dirigentes muy dudosamente democráticos como los polacos de Kaczynski o los húngaros de Orbán (ambos empeñados en librar a sus países de homosexuales, entre otras cosas), y mantiene fraternales relaciones con Marine Le Pen, Matteo Salvini y otros extremistas parecidos.
Después de varios años de colaborar con el PP y de asesorar a dirigentes como Montserrat Nebrera, Buxadé se ha convertido en la mano derecha de Abascal. Eso es así desde la multitudinaria Asamblea que Vox celebró en la plaza de Vistalegre el 8 de marzo de 2020, en la que muchos dirigentes se contagiaron de la covid-19 mientras protestaban airadamente por la manifestación feminista que se celebrara el mismo día, y en la que pasó exactamente lo mismo (pero allí no se contagió nadie de Vox, obviamente). Hay que recordar que Buxadé fue quien se burló de las “feministas feas”, lo cual provocó, más que indignación, una notable hilaridad entre las feministas, a quienes faltó tiempo para hacer notar las más que evidentes semejanzas físicas y estéticas entre el diputado Buxadé y Brad Pitt, por poner un ejemplo.
Este hombre que fue presidente del Foro Catalán de la Familia (está casado y tiene cuatro hijos); que ha mantenido durante años la “teoría” de que la masacre del 11-M no fue organizada por radicales islamistas sino por ETA; que sostiene que la guerra civil fue culpa de la República; que fue secretario de la Fundación Juan Boscán e impulsor de Sociedad Civil Catalana; este hombre que es uno de los ideólogos de la xenofobia de Vox y que ha escrito que la Constitución de 1978 nos ha dejado “un pueblo desmantelado”, es hoy el vicepresidente del Área Política de Vox y su rostro más mediático, y ello se debe a su cercanía al líder, Santiago Abascal. Es la referencia mediática y comunicativa de Vox.
Como tal, hace unos días Buxadé anunció que Vox “rompía toda relación” con el PP después de que este partido, con su abstención, permitiese que Abascal fuese declarado “persona non grata” en Ceuta. Esta decisión, que inmediatamente apoyó el líder ceutí del PP, Juan Jesús Vivas, llegó después de que Abascal bramase que varios partidos y formaciones de la ciudad eran, en realidad, agentes o infiltrados promarroquíes, lo cual levantó en Ceuta una considerable polvareda política. Buxadé aseguró que el gobierno de Andalucía (allí el PP depende de Vox) quedaba en el aire y que más o menos lo mismo pasaba en Madrid.
Pero no es la primera vez que Vox recurre a estos trucos y aspavientos para seguir siendo noticia y para apretarle el cuello a la “derechita cobarde”. En la formación ultraderechista saben muy bien que quitarle su apoyo al PP significaría dar el gobierno a la izquierda. Y eso es algo que difícilmente le perdonarían sus votantes.
Clamidosaurio
El clamidosaurio (Chlamydosaurus kingii), también llamado “lagarto de cuello con volantes” o “lagarto con volantes”, es un reptil del infraorden de las iguanas, familia agamidae, que vive solamente en el norte de Australia y el sur de Nueva Guinea.
Para lo que se usa en esas tierras, es un reptil más bien pequeño y canijo que nunca llega al metro de longitud (contando la cola). Es feo, para qué vamos a decir otra cosa, pero seguramente la mayoría de los clamidosaurios no estará de acuerdo con esa afirmación. Su color va entre el verde y el marrón, eso depende del entorno en el que trate de disimularse. Es, por decirlo de una vez, una lagartija grande y con notable mal genio.
Se alimenta de insectos y otras lagartijitas cobardes, más pequeñas que él. No está en la zona alta de la cadena alimentaria: es más bien presa que depredador, pero tiene un truco asombroso que muchas veces le salva la vida y que le ha hecho famoso.
Cuando el clamidosaurio se cabrea, o siente miedo, o las dos cosas a la vez, despliega una especie de collar, casi una gorguera o lechuguilla, una membrana que funciona como un paraguas de varillas y que, en una décima de segundo, rodea su cabeza de una superficie horrorosa, mucho más grande que la propia cabeza, que provoca un gran susto entre quienes andan cerca. El clamidosaurio acompaña a este despliegue con gruñidos, bufidos, respiraciones mefíticas y amenazas bravuconas que, definitivamente, convencen al destinatario de todo ese espectáculo de que aquel es un bicho peligrosísimo y que mejor se busca la merienda en otro sitio.
Pero no es verdad. No es peligrosísimo. El clamidosaurio hace todas esas tonterías porque, en realidad, no sabe hacer otra cosa cuando se cabrea o se acojona. No tiene buenas defensas, la mejor de todas es el teatro y el aspaviento. En cuanto comprueba que el presunto depredador se ha asustado, aunque sea solo un momento, pliega el collar, escapa corriendo y aquí no ha pasado nada. Así hasta la próxima ocasión. Como es comprensible, los depredadores pican una vez, quizá dos. Pero a la tercera, el lagarto grande se come a este fantasmón con una notable falta de respeto por sus habilidades histriónicas.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación