García-Margallo se ha convertido en un singular protagonista de la campaña electoral catalana. En su partido echan chispas. Hace una semana hablaba de reformar la Constitución y ceder la gestión del IRPF integro a Cataluña. Ahora es el debate televisivo frente a Oriol Junqueras, líder de ERC, en la televisión del grupo Godó. Será el día 23, en pleno sprint final y a sólo cuatro días de las urnas. "¿Nadie puede parar esto? ¿Nadie es capaz de decirle que por qué no se calla y habla de lo suyo?".
No sólo en el PP catalán están que trinan con las injerencias del ministro, de quien se sabe su condición de intocable por su larga amistad con el presidente. Este es el motivo de que nadie ose poner coto a sus ocurrencias. La vicepresidenta del Gobierno saltó el viernes último, tras el consejo de Ministros, a matizar algunas de sus declaraciones. Pero es Rajoy el único que puede telefonerarle y ponerle en su sitio. Y, al parecer, no lo ha hecho. Cuestiones de compadreo entre viejos camaradas. El presidente del Gobierno tiene en alta estima a su ministro. Y ni antes ni ahora le ha reconvenido su actitud, de acuerdo con lo que trasciende desde Génova.
Un disparate y un absurdo
En el PP catalán consideran no sólo inconveniente, sino casi un absurdo el que sea el ministro de Exteriores quien tenga que cantarle las cuarenta al número cinco de la lista independentista. Explica la gente de Margallo que lo que va a hacer en el debate televisivo es explicar por qué Cataluña saldrá de la UE si da el paso hacia la independencia. Algo que le corresponde al jefe de la diplomacia española, apuntan en su entorno. "Es un debate preelectoral, y es García Albiol quien tiene que sentarse a discutir, si fuera el caso", responden directamente los más afectados. Cunde el desconcierto y el enojo en las filas de los 'populares' catalanes porque llueve sobre mojado.
El presidente en el mitin y el ministro en la tele. Una contraprogramación en toda regla. Aún se está a tiempo de abortar el disparate, piensan en el partido
Lo que para amplios sectores del partido es una tragedia, para otros es tan sólo una salida estrambótica, dentro de la línea heterodoxa que caracteriza la actuación de Margallo. Incluso le reconocen que es un buen dialéctico, un hábil polemista y que apalizará al líder de ERC, de acuerdo con lo que comentaba este martes una alta fuente del PP.
Albiol apura estos días su presencia en mítines y actos. También lo hará Rajoy, que va a trasladarse aún en varias oportunidades a Cataluña para avalar a su candidato. Allí coincidirá con Margallo.
El presidente en el mitin y el ministro en la tele. Una contraprogramación en toda regla. Aún se está a tiempo de abortar el disparate, piensan en el partido, aunque nadie confía en que al final se imponga la sensatez.
Cierto es que el presidente ha animado a su Gobierno a que se desplace, en la medida de lo posible, a la campaña catalana. Y así lo van a hacer algunos de ellos. Pero nadie desea semejante protagonismo. Es sabido que a Margallo se le calienta la boca y expele titulares fuera de control que suelen perjudicar más que ayudar. Todo el mundo se pone en lo peor.
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