“Pacífico”, “apolítico”, ”políticamente inactivo”, “sin odio hacia nadie”... Estas son algunas de las expresiones que usaron los acusados por la agresión a dos guardias civiles en Alsasua para presentar ante la Audiencia Nacional una imagen muy distinta de la que muestran los informes del Instituto Armado. En su relato combatieron la acusación por terrorismo que pesa sobre ellos y coincidieron en dibujar unos perfiles alejados de la ortodoxia proetarra por lo que la Fiscalía pide para ellos entre 12 y 62 años de cárcel. La estrategia pasa por defender la tésis de la mera pelea de bar al definirse como juerguistas nocturnos, bebedores o jóvenes con ganas de “ligar” que se encontraron con una reyerta.
“Estaba muy borracho”. Jokin Unamuno admitió que con él empezaron los hechos al acercarse a los agentes y comenzar un enfrentamiento verbal, aunque como estaba “muy borracho” apenas recuerda muy bien qué les dijo. El alcohol ha sido una constante en varios de los procesados, como Ainara Urkijo quien se enfrentó a la Policía Foral que acudió al lugar de los hechos porque había bebido y estaba muy alterada. Casi todos dijeron haber bebido alcohol esa noche, previa de las fiestas locales. “Hice lo que hago habitualmente: bailar, tomar algo e intentar ligar”, llegó a justificar Julem Goicoechea. Iñaki Abad también reconoció estar afectado por la bebida.
Defendidos por los habituales abogados de miembros de ETA, niegan su militancia a las plataformas afines a la banda
No sabían que eran guardias. El hecho de que supieran que eran guardias civiles es clave para sostener la acusación que pesa sobre ellos. La Fiscalía trata de demostrar que lo suyo no fue una pelea sin más, sino parte de la estrategia impulsada hace décadas por ETA encaminada a hostigar a las fuerzas de seguridad del Estado en el País Vasco y Navarra bajo campañas como Ospa Eguna o Alde Hemendik.
Varios de los acusados restaron importancia al hecho de que sólo 72 horas antes de la agresión acudieran a una iglesia en la que guardias civiles iban a celebrar una misa en honor a la Virgen del Pilar. El templo había aparecido con una pintada en la que se podía leer Alde Hemendik (Fuera de aquí). Los agentes les echaron de la zona y hubo un enfrentamiento verbal. Entre ellos estaba el guardia agredido tres días después.Pero uno a uno fueron negando que le conociesen con anterioridad a la pelea.
Según los informes policiales, la joven Ainara Urkijo, para la que piden 12 años de cárcel, amenazó a los agentes tras la agresión: "Esto os ha pasado por salir de ahí arriba. Cada vez que salgáis os va a pasar lo mismo. Así que lo que tienes que hacer es no salir de ahí". Sólo Jokin Unamuno admitió saber quienes eran porque con anterioridad le habían puesto varias multas.
Los acusados niegan odiar a la Guardia Civil y uno de ellos dice que de pequeño jugaba con el hijo de un agente
No son militantes. Ninguno de ellos se reconoció como miembro de los movimientos Ospa Eguna o Alde Hemendik. “Ni muchísimo menos de ETA”, enfatizó Goicoechea en la única vez que se citó a la banda en toda la jornada. Eso a pesar de que luego en sus respuestas si reconocieron acudir a actos. Defendidos varios de ellos por abogados que habitualmente asisten a los presos terroristas, trataron de explicar que no se trata de una plataforma, sino una asamblea abierta a todo el pueblo. O que el día que subieron a la iglesia -en un monte durante una jornada lluviosa que les llevó a resguardarse bajo un techado- fueron a “echar unos cigarros” y a “cotillear porque era algo nuevo en el pueblo”, según palabras de Adur Ramírez. Este joven fue investigado en su día por su integración en los ultras de Osasuna y viajó a la guerra de Ucrania para apoyar a los separatistas prorrusos en Dombass.
El propio Jokin Unamuno, que conocía a los guardias por las multas que le habían puesto, admitió que una de ellas fue por un acto de Ospa Eguna y otra por una manifestación en favor de los presos de ETA que no había sido formalmente comunicada. También solicitó para el movimiento la autorización para establecer una barraca durante las fiestas. Todos ellos, cuando fueron preguntados, negaron tener odio a la Guardia Civil. El propio Unamuno llegó a pedir perdón por las consecuencias que generó su encontronazo y Adur Ramírez alegó que de pequeño jugaba a pelota con el hijo de un guardia civil.
Uno de ellos dice que tenía una aplicación de borrado en su móvil para eliminar un vídeo sexual, no para destruir pruebas
Ninguno agredió. Unamuno alegó su estado etílico cuando se le preguntó por las palabras exactas que le dijo a los guardias, pero sí afirmó estar seguro de que no agredió a los agentes y que la trifulca se formó a su espalda. Nadie vio nada con nitidez porque, según dijeron, o llegaron después, o estaban en otra parte del bar o directamente ni acudieron al lugar de los hechos como sostuvieron Adur Ramírez y Julen Goicoechea. El teniente relató que no podía avanzar al encontrarse rodeado "por unas siete u ocho personas que le agredían siendo reconocidas Adur Ramírez y Ohian Arnanz". Para este último, la Fiscalía pide 62 años de cárcel. El resto de varones se enfrentan a penas de 50 años de cárcel.
Los móviles. Parte de la acusación se basa en el estudio de sus teléfonos particulares. Varios de ellos aparecieron con mensajes borrados con aplicaciones específicas para ello o directamente extraviaron sus móviles. Negaron que fuese para destruir pruebas. Iñaki Abab -que esa madrugada llamó al alcalde, de Geroa Bai, para que se personase en los hechos y recriminase a la policía su actitud- dijo que se le cayó el teléfono en el retrete de un bar. Goicoechea dijo que buscaba liberar memoria en el terminal y que se descargó un programa para borrar un vídeo sexual que se grabó con una joven. “Por respeto a ella”, sentenció. Negaron en todo momento haberse llamado esa noche para planificar la agresión o convocar a más gente a pesar del tráfico de llamadas que consta en el sumario. El juicio se reanudará este martes con la declaración de las víctimas y de los testigos.
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