España

El juez Castro revela que Roca quiso reunirse con él en secreto para salvar a la Infanta

El juez del caso Nóos ha enviado una carta a Santiago Pedraz donde asegura que el equipo jurídico de la infanta le propuso una reunión "altamente secreta" en plena instrucción de dicha causa. Objetivo: salvar a Cristina de Borbón.

El juez de Palma de Mallorca, José Castro, instructor del caso Nóos, ha enviado una carta al titular del Juzgado de Instrucción Número 1 de la Audiencia Nacional, Santiago Pedraz, donde asegura que el letrado de la infanta Cristina, Miquel Roca, le propuso reunirse con él de forma "altamente secreta" para negociar sobre el futuro procesal de la infanta Cristina.

En la misiva, a la que ha tenido acceso Vozpópuli, Castro explica que en diciembre de 2013 uno de los letrados del equipo jurídico de la infanta, el abogado Jaume Riutort, le transmite que Miguel Roca quiere reunirse con él. "Lo que me llamó la atención no fue la pretensión en sí puesto que las puertas de mi despacho han estado siempre abiertas para cuantos letrados han querido acceder a él sin necesidad de pedir cita previa, sino le hecho de que mi interlocutor enfatizara en las condiciones en que esa reunión debía celebrarse". Días después, el 7 de enero el instructor de Palma de Mallorca citó a la infanta como imputada por los delitos de blanqueo de capitales y fraude fiscal. 

El juez Castro accedió a atender a Roca siempre que la reunión fuera en "su despacho", explica en la carta

José Castro, que se ofrece a testificar en la causa que se sigue en la Audiencia Nacional contra los líderes de Manos Limpias y Ausbanc, Miguel Bernad y Luis Pineda, explica que le dijeron que esa reunión se produciría en una finca "rústica" que estaba ubicada en Barcelona o en Mallorca, "garantizándome insistentemente que estaría al abrigo de periodistas y fotógrafos, asegurándome en definitiva la más completa intimidad".

Además, el titular del Juzgado de Instrucción Número 3 de Palma de Mallorca añade en su carta lo siguiente: "No pregunté cuál sería el orden del día de tal reunión porque era obvio que el señor Roca y yo no teníamos más tema en común que el de doña Cristina de Borbón". En ese sentido Castro sostiene que accedió a reunirse con el letrado de la hermana del Rey pero que sería en su despacho. "Mi contestación fue que la de que sería la primera vez que yo me negara a recibir a un letrado que interviene en una causa que yo instruyo pero que la reunión debía tener lugar necesariamente en mi despacho".

Una reunión "clandestina"

El magistrado añade que Jaume Riutort quedó en que el comentaría mi contestación con Miquel Roca y que "por el mismo conducto se me facilitaría una respuesta".  "Sorprendido por la propuesta, nada más abandonar el señor Riutort el despacho se lo trasladé a la señora secretaria del juzgado y ambos coincidimos en que por sí sola no era denunciable ni obligado documentarla en la causa, quedando a la espera de la respuesta que al respecto el señor Riutort me había anunciado y cuya grabación, dadas las circunstancias, yo tenía previsto realizar al igual que de la propia conversación que mantuviera con el señor Roca si es que tal reunión se llegaba a producir en los términos por mí decididos para, valorando el contenido, optar por denunciar los hechos o borrar las grabaciones si su contenido resultara inocuo". Pero "pasaron los días y de la respuesta del señor Roca nunca más se supo", explica el magistrado José Castro.

El instructor del caso Nóos pone en conocimiento de Pedraz estos hechos para que Pedraz los valore 

Pese a que las circunstancias narradas por el instructor del caso Nóos dejan entrever que esa reunión iba encaminado a solucionar el futuro procesal de la hermana de Felipe VI, Castro añade que "él no puede ni debe adivinar qué proposiciones se me hubieran podido ofrecer de haber concurrido esa pretendida reunión altamente secreta. (…) En cualquier y adivinanzas aparte, lo indudablemente cierto es que las cuestiones que en esa clandestina reunión se hubieran podido tratar conmigo al parecer debieron resultar totalmente incompatibles con hacerlas en un ámbito normalizado como el de mi despacho oficial", remacha el magistrado.

Por último, el juez sostiene que "no me incumbe hacer valoraciones sobre la trascendencia de los hechos que relato y me limito solo a cumplir con el deber de todo ciudadano de ponerlos en conocimiento del órgano instructor para que sea éste quien las haga".

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