La táctica no es nueva. José María Sánchez de Puerta, el abogado de José Bretón, intentó cuestionar la cadena de custodia de la prueba principal contra su cliente, acusado de asesinar y quemar a sus dos hijos: los pequeños huesos analizados por el profesor Etxeberría no eran los mismos que había en la hoguera en la que ardieron los niños. El error de una antropóloga de la Policía, que dictaminó que los restos eran de animales, abrió la puerta a esta estrategia de defensa, que no tuvo ningún éxito. Ya se sabe que nada mejor que un pequeño o un gran error para cimentar una enorme conspiración.
La brava María Fernanda Álvarez, abogada de oficio de José Enrique Abuín, acusado del asesinato de Diana Quer, ha hecho de una brida su principal caballo de batalla. Para la acusación particular y la fiscal, la brida encontrada enredada en el pelo de la víctima fue el arma del crimen, lo que demolería la versión de 'El Chicle', que habla de una muerte accidental. La abogada defensora trata de demostrar que la brida podría estar en el pozo y que se enredó en el pelo de manera casual al emerger el cráneo de la joven. El error al que se agarra la letrada para construir su teoría es que los forenses partieron en mil pedazos la brida, en lugar de hisoparla (para recoger muestras de ADN) cuando estaba entera. Así que, llegado el momento del juicio, no existe la brida original, sino multitud de fragmentos plásticos metidos en botes, tal y como se han mostrado en la sesión de hoy del juicio. Para más inri, los pedazos de brida que hoy ha visto el jurado miden cinco milímetros de ancho, según consta en una diligencia, mientras que la que se sacó del pozo medía nueve milímetros, según han manifestado hoy dos guardias civiles. Cuatro milímetros en los que se va a basar la defensa de 'El Chicle' para sembrar la duda en el jurado.
La brida se trasladó junto al cuerpo
Un guardia civil de Criminalística de La Coruña ha pasado hora y media declarando ante el jurado. Con solvencia, ha defendido la pulcritud y el rigor de su trabajo durante el levantamiento del cadáver, aguantando el duro interrogatorio de la abogada, y ha asegurado que vio y fotografió con todo detalle la brida cerrada, enredada en el pelo de Diana cuando se extrajo el cráneo de la chica y se depositó en el sudario. Pero –y esta es la agarradera de la abogada–, la Guardia Civil no se llevó ese objeto, sino que se trasladó junto al cuerpo y quedó en manos de los forenses, que decidieron cortarla para buscar ADN de 'El Chicle', que nunca apareció. El agente y su compañero han revelado que el procesado conocía perfectamente la nave y que incluso les revelaba las dimensiones del lugar mientras ellos medían y acertaba. “Me sorprendió su frialdad”, ha dicho uno de los guardias de Criminalística.
Hoy el jurado ha visto pedazos de bridas, los dos bloques de ladrillo con los que se lastró el cuerpo de la joven, los dos fragmentos de cinta adhesiva que salieron del pozo y hasta el bolso de Diana Quer. Objetos que, aisladamente, no dicen nada, pero que dentro de esa sala son el atrezzo de la escena de un crimen.
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