El abogado del exvicepresidente Oriol Junqueras se llama Andreu Van den Eynde y sus interrogatorios en el Tribunal Supremo son in increscendo. Van de menos a más si se atiende al tono que emplea, especialmente si es un miembro de las fuerzas de seguridad lo que tiene delante. Pero cuando excede el nivel permitido de decibelios salta la alarma, que en este caso es el presidente del tribunal Manuel Marchena.
Son ya varias las veces en lo que va de juicio en las que han chocado el juez y el letrado a cuenta del trato a los invitados, la última este mismo jueves, vigesimoséptima sesión del juicio. "No le levante la voz", le ha instado Marchena, que ha tenido una sesión de tarde plagada de intervenciones. Van den Eynde le preguntaba en ese momento por el empleo de la fuerza y las defensas reglamentaria a un guardia civil que abundó en los relatos de sus compañeros al narrar toda clase de insultos agresiones y amenazas.
Tras la llamada de atención del juez, el letrado respiró, miró de nuevo al testigo, esbozó una sonrisa forzada y continuó con las preguntas. Minutos después, quiso presentar una protesta porque no se les permitiese observar un vídeo para contrastar la declaración de otro agente. El tribunal ha decidido aplazar la visualización de imágenes y rechaza sistemáticamente todas las peticiones. Pero en este caso el abogado decía tener un nuevo argumento.
"Protesto por no poder hablar"
Marchena le ha dado discretamente a un botón con el que directamente ha silenciado el micrófono de Van den Eynde. “Protesto por no poder hablar”, se ha quejado. De todos los abogados de los políticos independentistas es el que está sentado más cerca está del tribunal. No en vano, su cliente es el que enfrenta la petición de cárcel más elevada: 25 años por rebelión por parte de la Fiscalía y hasta 74 años pide VOX por organización criminal.
Con una pegatina en su ordenador que dice Black lives Matter (un eslogan en contra de la violencia a los negros afroamericanos) arranca siempre sus interrogatorios de forma reflexiva, como si hiciese propósito de enmienda. Deja pasar unos segundos entre pregunta y pregunta, mira fijamente a su testigo, pero a la vista está que no siempre logra su propósito. “No se enfade usted con el testigo, no se irrite”, le dijo por primera vez Marchena el pasado 26 de marzo. “Yo nací enfadado”, replicó Van den Eynde.
La silla del testigo
Algunas veces, este duelo cambia de protagonista y es Jordi Pina, el letrado del exlíder de la ANC, Jordi Sànchez, quien centra los esfuerzos de Marchena. Este jueves estaba preguntando a un agente acerca de su actuación en uno de los colegios y en un momento del interrogatorio le ha acusado de estar mintiendo. Para ello ha alegado que tenía delante las imágenes de su intervención el 1-O. “Pero si lo estoy viendo”, se ha desesperado el abogado. Ahí ha terciado Marchena proponiéndole de forma irónica que se sentase en la silla de los testigos y declarase en lugar del guardia civil. “Si quiere testifica usted, esto no es serio”. Pina se ha disculpado.
El día anterior, el magistrado también reprendió a este letrado. En este caso le sorprendió en una treta al leer un informe médico de forma parcial para satisfacer su versión. Tuvo que ser el testigo quien le invitó a seguir leyendo y, entonces sí, se escucharon todas las lesiones que sufrió el agente el día del referéndum. Marchena le recriminó su actitud a Pina. La semana que viene continuará el proceso judicial con el testimonio de más agentes de la Policía y la Guardia Civil.
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