Desde el pasado 20 de febrero, cuando fue detenido por la UCO en el marco de la investigación en torno al presunto cobro de comisiones ilegales en los contratos de compra de mascarillas con la Administración durante la pandemia, a Koldo García Izaguirre solo le mueven dos motivaciones: proteger "a su familia y a los cuatro amigos que le quedan" del estigma público que, desde que todo estalló, ha recaído sobre su figura y, por encima de todo, defender el "buen nombre de quien siempre me otorgó su confianza", a quien considera el “mejor político que he conocido”: José Luis Ábalos.
No tiene una explicación lógica para todos los indicios que la Guardia Civil ha recabado en estos meses de investigación incluidos en los autos judiciales en que el magistrado de la Audiencia Nacional encargado del caso ha señalado al ex titular de Transportes como “intermediario” puntual de la trama, ni tampoco para lo apuntado por Anticorrupción en relación al "aumento exponencial" del patrimonio del propio Koldo.
Pero, por encima de las pesquisas policiales y del desarrollo de la instrucción judicial, la verdad de Koldo es que "en mi vida he podido hacer cosas incorrectas de las cuales no estoy precisamente orgulloso, pero en ningún caso iré a prisión por las mascarillas”.
El PSOE, su "expartido"
Koldo sigue sintiéndose socialista, pero ya no se reconoce en el PSOE actual, al que califica como su "expartido". En este sentido, sigue recordando "lo que un día le dijo el propio Ábalos sobre que una cosa son las siglas y otra muy distinta quienes las dirigen según en qué etapas". Y está convencido de que la actual dirección del PSOE ha encontrado en este momento una excusa apropiada para perjudicar al que fuera su mentor, "una extraña coincidencia de los tiempos policiales, judiciales y políticos con los recientes acontecimientos".
El que fue durante años hombre para todo y sombra perenne del exministro y ex secretario de Organización socialista vive toda esta vorágine recluido en un pequeño apartamento de un lugar no precisado entre la "perplejidad y la indignación" ante el "la campaña de intoxicación mediática" a la que dice "estar siendo sometido”. Y se siente especialmente molesto por la "enorme canallada" que, desde el que fue su partido, "al que le ha dedicado toda la vida, están haciendo con José Luis”. Para él, Ábalos es “intocable”, el mejor político que ha conocido, una "bellísima persona" y "un socialista de verdad".
La actuación de la UCO
En los últimos veinte días, asegura que cuatro personas de su entorno han sido despedidas o cesadas de su trabajo por el mero hecho de tener vínculos familiares o de amistad con él. Con todas las cuentas y bienes intervenidos, en estas semanas vive de la ayuda económica de su madre y de algunos amigos.
Se muestra muy contrariado con algunas informaciones que se han vertido en torno a él, que califica de “sesgadas”; también, con lo que asegura que son "filtraciones" que le han convertido en un "marginado de la sociedad". Pone como ejemplos el detalle sobre las armas que le intervinieron en su casa: "No dicen que son de caza, porque soy cazador desde hace muchos años, y que todas tienen su licencia correspondiente para ese uso", o "cómo se han presentado esas reuniones ‘clandestinas’ celebradas, a plena luz del día, en mesa alta y delante de la cristalera del local", en referencia a sus reuniones en una conocida marisquería de Madrid.
La discreción mostrada por los investigadores en este proceso no considera que haya sido la más adecuada “para con una persona que ha prestado indudables y buenos servicios y colaboraciones con Fuerzas de Seguridad del Estado, especialmente con la Guardia Civil, como prueban las concesiones de medallas y premios" que el Instituto Armado le otorgó en los años de lucha contra la banda terrorista ETA. Aunque, no obstante, declara, “eso no me exime de que tenga pagar si se demuestra que he cometido un delito” que, insiste, dice no haber cometido.
Lleva "un tiempo" sin hablar con Ábalos, al que invariablemente se empeña en dejar al margen de lo que considera una situación de acoso como la que vive. "¿Qué responsabilidad iba a tener el ministro? No estaba en el detalle". Comenta con insistencia que "todos los contratos se hicieron en el marco de la legalidad en una situación excepcional en que lo prioritario era traer a España todo el material posible. Todos los ministerios actuaron igual y desde la Administración se trató de centralizar y coordinar la logística para lograr el objetivo".
"No iré a la cárcel por las mascarillas"
En definitiva, concibe su papel en aquellos días como una labor de servicio público de “gente que trató de ayudar en unos momentos muy difíciles: conseguimos dotar de mascarillas a millones de españoles en una situación en la que cada uno hizo lo que pudo. Los dos primeros aviones que llegaron con material sanitario a España fueron los que se fletaron desde el Ministerio de Transportes. Tan mal no lo haríamos”.
Reitera que “él no se ha llevado ni un euro” y está convencido de que “ningún trabajador ni cargo público" con los que trabajó en el Ministerio "percibió comisiones por ello"; en cuanto al papel de los empresarios, considera "lícito que las actuaciones y la actividad comercial y mercantil se realice con afán de lucro" y repite lo sabido: "En mi vida he podido hacer cosas incorrectas de las cuales no estoy precisamente orgulloso, pero en ningún caso iré a prisión por las mascarillas”.
Del modo que sea, dice estar preparándose mentalmente para afrontar un "proceso largo. Si alguien piensa que esto va a acabar en tres meses, está muy equivocado".
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