España

Ladrón de Guevara, abogada de la AVT: "Aún hay víctimas del terrorismo no reconocidas por Interior"

Las organizaciones de extrema izquierda han dejado 120 víctimas mortales en España, ensombrecidas por la actividad de ETA. Un libro las rescata del olvido y recupera algunos casos hasta ahora maltratados

Colectivo Hoz y Martillo, Grupos Autónomos, FRAVA, Anarquistas-Defensa Interior... y así hasta catorce organizaciones terroristas de extrema izquierda o de corte nacionalista cuya existencia, en pleno 2022, es comúnmente desconocida en la sociedad española, ensombrecidas por la larga sombra de ETA y su extenso historial de crímenes. Pero todas ellas tienen un común denominador: mataron para la consecución de sus objetivos políticos. Y entre todas ellas acabaron con la existencia de 120 personas en nuestro país; 107 hombres y 13 mujeres que dejaron 185 huérfanos.

Todo investigador que estudie la historia del terrorismo en España tiene en su estantería el libro Vidas rotas, un repositorio donde se detalla cada asesinato perpetrado por ETA y su situación procesal. Con ese mismo espíritu nace Las víctimas del terrorismo de extrema izquierda en España. Del DRIL a los GRAPO (1960-2006) (ed. Almuzara), impulsado por el Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo y escrito por la abogada Carmen Ladrón de Guevara con un firme propósito: que las personas asesinadas por organizaciones que quedaron a la sombra de ETA también tengan su nombre en la Historia.

Porque el dolor de las familias no entiende de siglas, pero se agrava ante el olvido institucional que, en la mayoría de los casos, caracteriza a las víctimas de estas organizaciones. La autora del libro se ha encontrado con serias dificultades para abundar en sus investigaciones; entre otras, que el listado oficial del Ministerio del Interior -asegura- olvida a algunos de los asesinados.

Pregunta. ¿Cómo surgió la idea del libro?

Respuesta. De una inquietud que tenía desde que comencé como voluntaria de la AVT acompañando a víctimas a los juicios. Algunos de esos juicios eran de los GRAPO y me chocaba que no se hablara prácticamente de esas víctimas. En el 2011, cuando presenté el informe sobre casos sin resolver en la AVT, se me pidió que se ampliara a víctimas de otros grupos y empecé a trabajar con las víctimas de los GRAPO. Llegó el momento de presentar los resultados de ese informe y dije que algún día alguien escribiría el Vidas rotas de todos esos casos.

Florencio Domínguez, director del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, me cogió el guante y dijo que lo hiciera yo. Estaba con la tesis y pedí que aguantara unos meses, pero finalmente se formalizó el encargo por parte del Centro Memorial, ampliando a todas las víctimas de grupos de extrema izquierda y nacionalistas. Eso fue hace casi cinco años.

P. ¿Con qué dificultades se ha encontrado durante sus investigaciones? ¿De qué fuentes se ha servido?

R. Pensaba que sería más fácil y que me llevaría dos años, pero ha sido mucho más tiempo. La primera fuente con la que trabajé es la lista de víctimas del terrorismo reconocidas por el Ministerio del Interior. Entre las principales dificultades, me he encontrado un número importante de víctimas que no figuraban en ese listado. Cribé las que sabía que eran de ETA y de terrorismo yihadista, así como los españoles asesinados en el exterior, y empecé a trabajar con los nombres que me quedaron.

Lo primero fue atribuirles autorías, principalmente tirando de hemeroteca. La información era muy contradictoria, algún reportaje periodístico hablaba de 62 víctimas de los GRAPO, pero había que especificar cada caso. También consulté publicaciones, pero hay muy pocas y principalmente teóricas: Los Grapo, un estudio criminológico, de Horacio Roldán; las investigaciones del profesor Lorenzo Castro Moral; algún trabajo del Centro Memorial de Gaizka Fernández Soldevilla y Matteo Re... También me he servido de libros escritos por los propios miembros de estas organizaciones terroristas, aunque siempre están escritos desde la autojustificación. En algunos he encontrado información sobre víctimas y me ha resultado de utilidad.

Además he consultado bases de datos digitales que hay sobre víctimas, como el Mapa del Terror u otros repositorios digitales, siempre con la cautela de que no son datos oficiales. Contrastaba todas las informaciones con sentencias o diversa documentación.

"Víctimas no reconocidas por Interior"

P. ¿Cómo es posible que no haya un listado definitivo y oficial de las víctimas del terrorismo en España, independientemente de la organización que perpetró el crimen?

R. Si de ETA ha sido difícil… y nos ha costado mucho tenerlo, imagínese de estas víctimas de las que poco o nada se ha escrito.

P. ¿Hay algún nexo común entre las víctimas de estos grupos? ¿Qué le ha llamado más la atención a medida que investigaba los asesinatos?

R. La juventud de las víctimas. La mayoría eran víctimas muy jóvenes que dejaban viudas, novias y huérfanos de corta edad. También he descubierto víctimas que no estaban en ese listado de Interior, que no estaban reconocidas. Por poner un ejemplo: en la manifestación del primero de mayo de 1973, el FRAP hizo un llamamiento a sus militantes para ir armados. Se hablaba de una víctima, pero había otro policía que resultó herido en la cabeza, que se reincorporó rápido para volver a su destino porque su mujer salía de cuentas, y que muró de forma súbita un año después por las lesiones. También había casos dudosos, como el de Diego del Río, cuya autoría se atribuyó el GRAPO. Cuando ya tenía escrito el borrador del libro, su viuda contactó con la AVT por otras razones y apuntó que tenía documentos oficiales que en realidad atribuían el atentado al FRAP.

La mayoría de las víctimas han agradecido la iniciativa y han querido colaborar, pero ha habido otras que no, y es más que comprensible

Me he encontrado con varios casos así. Como el de un guardia de seguridad asesinado en el transcurso de un atraco a una entidad bancaria, que realmente perpetró un grupo terrorista; o una víctima del Ejército Rojo de Liberación Catalán, un suboficial de la Armada estadounidense que murió en el transcurso de un atentado a un bar que frecuentaban americanos.

P. ¿Qué puede suponer para las víctimas que alguien escriba sus historias tantos años después?

R. Traté de contar con el mayor número de víctimas para escribir el libro. Me he encontrado con todo tipo de reacciones: la mayoría han agradecido la iniciativa y han querido colaborar, pero ha habido otras que no, y es más que comprensible. Me decían que habían pasado muchos años en el olvido y remover ahora sus recuerdos era muy doloroso. En realidad entiendo ambas reacciones. Pero en general las víctimas están muy agradecidas por haberlas sacado del olvido y haberles dado la oportunidad de hablar o de que se hablara de su caso.

P. Un trabajo con una gran carga emocional. ¿Es posible no implicarse?

R. He querido ser lo más rigurosa posible y ceñirme a los hechos objetivos de la manera más exacta, pero también lo cuento en la introducción del libro: es imposible ser neutral ante fenómenos que hemos vivido en este país durante tanto tiempo. Y en mi caso existe una implicación profesional y personal en la defensa de las victimas que es evidente, así que he querido poner el foco en ellas.

P. ¿Qué se puede pedir a las instituciones?

R. Reconocimiento a las víctimas y conocimiento de lo que pasó. No es sólo un acto de reconocimiento, también hay que dar a conocer las historias particulares. Muchos de los grupos de los que hablo en el libro no son fácilmente reconocible para la mayoría de la gente, y no sólo por los más jóvenes. Conocer lo que ha ocurrido sirve para evitar que con el tiempo se pueda blanquear a los terroristas y manipular la historia.

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