España

170 años del primer pacto de amistad y comercio entre canarios y saharauis: así frenaron a los franceses

Franceses y escoceses con capital canadiense querían hacerse con el banco canario sahariano para evitar competencia con Terranova y controlar la costa desde Argelia a Senegal pero los isleños, sin esperar a Madrid, pactaron con los saharauis diciéndoles que tenían el respaldo de la Corona. Desde el Siglo XV las islas sufrían ataques corsarios de franceses y turcos subcontratados en Salé intentaron siempre romper la hermandad entre ambas orillas por el control de las aguas territoriales y comercio hasta Tombuctú

La navegación de los canarios en África tuvo en el Sáhara Occidental desde el Siglo XV la puerta de entrada al continente africano donde comerciar productos con las tribus de los oasis de Adrar, Semur, Tiris con lanas, pieles, ganado vacuno, lanar, cabrío y caballar, cereales, goma arábiga, pluma de avestruz, dátiles, sal gema, tejidos de algodón, sedería, pañuelos, quincalla, cuchillería, armas y municiones también hubo periodos donde se metieron en camisas de once varas. Tal era el circuito que en 1521 el vicario de Lanzarote, Hernán Darias, testifica ante la Inquisición la existencia en esta isla de una mezquita.

Ya en la época moderna, desde 1870, saharauis y canarios van de la mano aunque las circunstancias políticas cambien en Madrid o ahora Bruselas en la gestión marina de esas aproximadas 22.000 millas náuticas cuadradas que el historiador canario Viera y Clavijo bautizó en 1873 como banco canario-africano y con el paso de los años pasó a ser llamado por los marinos banco canario-sahariano y que surge porque la llamada corriente de Canarias trae a la superficie desde el océano profundo nutrientes que provocan el fitoplancton con el que alimenta el rico pescado de toda esta área tan disputada a día. Las islas Canarias siempre han estado al pairo en cuanto a seguridad marítima porque controlar tanto mar es muy complejo. Si ahora es difícil basta imaginar cuando en 1618 yihadistas Tabac y Solimán desembarcaron con 4.000 hombres y acabaron con Teguise y Arrecife en una barra libre de sangre que duró un mes. Saquearon todos los objetos de valor que encontraron, secuestraron imágenes religiosas y se llevaron esclavizados unos 900 canarios.

El acuerdo de amistad, comercio y navegación sellado con un apretón de manos entre isleños y saharauis neutralizó a Francia. Y es que los los franceses y escoceses estaban muy interesados por hacerse con el negocio de la pesca insulosaharaui porque competía con Terranova y Escocia. Sabin Berthelot (1794-1880), naturalista francés y cónsul de Francia en Santa Cruz de Tenerife, sentenciaba en un informe a París. "Se puede asegurar que esta pesca es mucho más abundante que la de Terranova, un pescador canario coge por sí solo 4.285 pescados en el transcurso de un año, mientras que esta misma cantidad implica en Terranova el empleo de 10 hombres". También surge desde Montreal en 1787 los intereses de la canadiense North West Company (NWC) y uno de sus accionistas, el escocés Alexander Mackenzie, vino a Las Palmas a fundar una sociedad para crear un disparatado canal navegable que fuese desde el Sáhara. ¿Cómo? hundiendo el Sáhara de agua. La NWC todavía existe en Canadá con 6.805 empleados. Mackenzie exploró la pesca canaria y hasta en 1789 descendió por el río Grand (ahora llamado río Mackenzie ) hasta el océano Ártico.

Cosas del olfato y de ver a mucha gente rara, como si canarios y saharauis supiesen lo que se les venía encima, en 1854, 30 años antes de la Conferencia de Berlín que redibuja las fronteras africanas entre las metrópolis europeas, el jeque Habib ben Beiruk y emisarios isleños se establecieron por su cuenta y sin tratar el asunto con Madrid hicieron lo que se considera el primer acuerdo comercial formal entre saharauis y canarios. Tras 1884 París apareció en el perímetro para crear un cordón comercial desde Argelia hasta Senegal por toda esa costa generando en Canarias un Donbass a 1.000 kilómetros de la Península, Francia se dio cuenta que canarios y los saharauis habían creado un agujero negro en sus intereses que todavía existe. Controlar esa franja costera implicaría que tarde o temprano Canarias dejaría de ser parte del Reino de España.

El profesor de Historia de la ULPGC, Fernando Bruquetas de Castro, nacido en el antiguo Villa Cisneros, autor de 'Río de Oro. Los orígenes de la colonia española en el Sáhara' publicado por 'Anuario de Estudios Atlánticos' en 2021, sostiene que los canarios protegían los recursos pesqueros saharauis "como si se tratase de un patrimonio propio, para ello contaban con el apoyo de la corona española; así es que, mientras España garantizó ese soporte, se pudo llegar a acuerdos con los nativos, quienes estiman los tratados porque les daba ventajas y los intercambios les eran favorables". A su juicio, la ubicación de los isleños en la costa del Sáhara "tenía como fin construir un hinterland que sirviera de apoyo estratégico a Canarias, que protegiera la pesca y  el  comercio  marítimo  del  Atlántico,  en  su  doble  vertiente  hispano-americana e hispano-africana".

Pateras a la inversa: los canarios iban a buscar árabes al Sáhara

Sobre 1467 los canarios comenzaron desde Lanzarote por mandato de Diego García de Herrera, Señor de Canarias y Señor de la Mar Menor en las costas de Berbería, a realizar incursiones en el Sáhara para buscar mano de obra: la aborrecible esclavitud que decía el historiador Rumeu de Armas. Hasta cerca de 80 cabalgadas hizo la familia Herrera para dotar de esclavos a Lanzarote y Fuerteventura. Cuando se hartaron de llenar de árabes y subsaharianos esas islas comenzaron a bombear mano de obra forzosa a Gran Canaria y Tenerife para la producción agraria. En el siglo XVIII, en su libro "Descripción histórica y geográfica de las Islas de Canaria", Pedro Agustín del Castillo Ruiz de Vergara, al describir el sur de Gran Canaria, dice lo siguiente: "su vecindad, de 416 vecinos, muchos de ellos negros, que se mantiene su color tan atezado como si vinieran ahora de Guinea, ignorando el tiempo de su entrada; sí solo se sabe que son libres de cautiverio". 

El overbooking producido en Canarias con esa mano de obra estuvo a punto de desestabilizar los equilibrios internos. En 1497 desde la Península llegó la orden de dejar de estar capturando gente inocente en el Sáhara, muchos de ellos subsaharianos. Sin embargo en 1505 la reina Juana volvió a dar luz verde pero solamente una o dos veces al año. Entre 1510 y 1583 hubo 87 incursiones. Entre 1565 y 1576 Agustín Herrera hizo 14 cabalgadas incursiones y entonces Felipe II lo premió con el título de Conde de Lanzarote, título nobiliario que se conserva y está en poder de la familia Benítez de Lugo. Herrera fue nombrado por Felipe II Capitán General de la isla de Madeira. Ya en en un censo de 1572 de Lanzarote se estimaba que en la isla vivían unas 1.350 personas, de las que 630 eran moriscos, gente del Sáhara convertidos al cristianismo y muy unidos entre sí. Rumeu advierte que desde ese instante corre sangre de una "construcción racial" en Lanzarote y Fuerteventura y alerta de los riesgos de seguridad para las islas.

Los primeros pasos en el Sáhara

En todo ese contexto, en 1494, es decir, sin estar acabada la Conquista de Canarias, se establece un punto fijo en el Sáhara: Santa Cruz de Mar Pequeña o Puerto Cansado. Tenía una actividad comercial con el reino de Bu-Tata (Guad-Nun), feudatario de Castilla. Ese Puerto Cansado es ahora laguna de Naila y desde ahí España se plantea el control del suelo hasta Cabo Blanco, al norte de lo que ahora es Mauritania con presencia de la Armada para dar soporte a factorías de pesca. Emilio Abad Ripoll, de la Asociación Española de Historia Militar, recuerda que esas incursiones abrió los ojos a los isleños de los peligros que generaba. A lo largo de la segunda mitad del siglo XVI la isla de Lanzarote despierta de las provocaciones de los Herrera y en 1569 el pirata Calafat arribó a la isla con 10 galeras y 600 hombres. Durante 28 días saquearon Lanzarote y se llevaron 200 isleños. En 1571 desembarca Dogali, conocido como el Turquillo, con siete galeras y 400 hombres que repitieron la masacre y secuestraron a 115 personas. 

En 1586 Morato Arráez arrasa nuevamente Lanzarote que por esa época tenía dos iglesias y 120 casas, "la mitad de ellas arrasadas" por piratas, según la descripción del ingeniero Torriani de Lanzarote por orden de Felipe II en un viaje para revisar las protecciones de las islas con apenas 1.000 habitantes porque "la gran parte se la llevaron cautiva" tres veces en 16 años", dice en su informe. En 1618 ya fue el colmo: yihdistas argelinos Tabac y Solimán desembarcan con 4.000 hombres y acaban con Teguise y Arrecife en una barra libre de sangre que dura un mes. Saquearon todos los objetos de valor que encontraron y se llevaron esclavizados unos 900 canarios.

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