El lenguaje inclusivo es uno de los mayores fuegos de artificio de la 'guerra' cultural que se libra en los últimos años en Occidente. El retorcimiento intelectual de un sector de la izquierda feminista con la equidad lingüística ha alcanzado cotas surrealistas. A grandes rasgos, pretenden hacer tragar a la población con una norma básica sobre la que gira todo, que no es otra que evitar el uso genérico del masculino, el cual, según los defensores del lenguaje inclusivo, es sexista y poco inclusivo.
Desde el Ministerio de Igualdad de España se ha hecho especial hincapié durante toda la legislatura en lograr esta paridad en el lenguaje oral y escrito, deslizando guías y consejos para el buen hacer de los españoles. Hasta en el Consejo General del Poder Judicial, a través de su Comisión de Igualdad, ha lanzado un decálogo de 'Normas mínimas para evitar la discriminación de la mujer en lenguaje administrativo del CGPJ'.
Una situación de no retorno en la que solo la Real Academia Española puede defender los legítimos intereses del castellano. Desde la RAE, cada vez que le han preguntado por la utilización de este lenguaje inclusivo en nuestro idioma, los académicos se han mostrado tajantes en redes sociales y a nivel institucional.
En 2020, y cuestionados sobre el empleo de la letra 'x' como marca de género inclusivo, la RAE advirtió que "es ajeno a la morfología del español, además de innecesario e impronunciable". Más adelante, y como se puede ver en el tuit adjunto, la postura permanece intacta.
Si buscamos una explicación oficial, la RAE desliza que "el uso genérico del masculino se basa en su condición de término no marcado en la oposición masculino/femenino. Por ello, es incorrecto emplear el femenino para aludir conjuntamente a ambos sexos, con independencia del número de individuos de cada sexo que formen parte del conjunto".
¿Existe el lenguaje inclusivo en países de la UE?
Si bien en España, a nivel social y gubernamental, hemos claudicado en materia de lenguaje inclusivo, es de rigor darse una vuelta por los países vecinos del viejo continente para saber cómo está allí la situación. Esta misma semana, el 30 de octubre, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha dejado clara su oposición a la utilización de un lenguaje inclusivo en materia de género y ha instado a no ceder ante "los aires de los tiempos", bajo la premisa de que, en francés, "el masculino es lo neutro" y puede representar tanto a hombres como a mujeres.
Durante la inauguración en Villers-Cotterêts de un foro sobre lengua francesa, el presidente defendió la importancia del idioma común. Así, aunque ha respaldado que esta lengua "viva", lo que pasa por "inspirarse en otras" e incluso "robar palabras", cree que deben defenderse "los cimientos, las rejas de su gramática".
Italia, bajo la presidencia de Giorgia Meloni, ha adoptado también una línea de rechazo absoluto por el lenguaje inclusivo en la nación mediterránea. En marzo de 2023, la Academia de la Crusca,
homóloga de la RAE, tiró por tierra los signos como el asterisco o la "e" invertida como opciones lingüísticas para un lenguaje con más paridad de género en los escritos jurídicos en Italia.
Esta decisión surgió tras la reunión que tuvo el Comité de Igualdad de Oportunidades del Consejo Directivo del Tribunal Supremo con la Crusca, donde se aclararon las dudas sobre cómo respetar la paridad en las actas judiciales y documentos burocráticos de toda índole.
Los académicos italianos negaron recalcaron que "en una lengua como el italiano, con dos géneros gramaticales, el masculino y el femenino, el mejor instrumento para que se sientan representados todos los géneros y orientaciones sigue siendo el masculino plural no marcado".
Alemania, el gran país de la Unión Europea, también se ha desmarcado del lenguaje inclusivo. Lo ha hecho en el pasado reciente y en la actualidad. Bien es cierto, todo sea dicho, que Alemania aprobó en agosto de 2018 la existencia de un tercer género en el registro civil, ideado para personas cuyo sexo no "está definido en el momento en el que nace", siguiendo el mandato del Tribunal Constitucional.
En 2021, la entonces ministra interina de la Mujer, Christine Lambrecht, ahora exministra de Defensa, arremetió contra el lenguaje inclusivo, distribuyendo una circular a todas las instituciones bajo la jurisdicción de su ministerio, en la que se pedía que no se emplearan los asteriscos, barras, arrobas y neoformas del lenguaje inclusivo. A nivel local, Kai Wegner, alcalde de Berlín, ha declarado recientemente que descarta usar el lenguaje de género neutro.
Portugal y Suecia, a favor del lenguaje inclusivo
Si miramos qué países sí se han posicionado a favor de adoptar este lenguaje inclusivo en su día a día, dos naciones destacan por encima del resto: Portugal y Suecia. Nuestros vecinos aprobaron, en enero de 2019, que, en todos los documentos oficiales, se sustituyese "derechos del hombre" por "derechos humanos", en pos de fomentar el lenguaje inclusivo y, por ende, la igualdad. El Consejo de Ministros portugués consideró que aprobar estas políticas era clave para continuar "reconociendo el progreso de los derechos fundamentales en los últimos 70 años".
Suecia, como adalid del progresismo y la igualdad, oficializó hace ya ocho años, en 2015, el pronombre neutro a su diccionario oficial. Tras el masculino han y el femenino hon, los suecos llevan años utilizando hen, que carece de género. Lo que empezó siendo algo del movimiento feminista acabó derivando en una actualización oficial en la Academia Sueca.
Hay otros países como Reino Unido que, si bien no han dado luz verde por completo al lenguaje inclusivo, sí han distribuido un documento al Departamento de Educación desde el Gobierno central para tratar adecuadamente a las mujeres en campañas del sistema nacional de salud o a la hora de hablar de productos de higiene femenina como compresas y tampones.
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