Las tres de la mañana. Una banda de aluniceros acuerda una reunión. Al mismo tiempo suena una notificación en el chat de Whatsapp del Grupo 21 de la Policía Nacional. El jefe Juan Carlos pregunta si alguien le puede acompañar a la vigilancia. Tres de los integrantes responden al instante. "Así trabajamos. Disponibles para salir en cualquier momento", explica a Vozpópuli el inspector que dirige una de las 'joyas de la corona' de la Jefatura Superior de Madrid. Es la primera vez que un medio de comunicación conoce cómo trabajan y desarrollan su cometido: ser el pedal de freno de los delincuentes más peligrosos de Madrid.
La oficina del Grupo 21 se encuentra en el cuarto piso de la Jefatura Superior. Una pequeña sala con pocos ordenadores y mucho espacio para reuniones. Su principal labor está en la calle. Prueba de ello es que en los armarios tienen bolsas con ropa de repuesto. Saben cuando comienza su turno de trabajo pero no cuando finaliza. Los 'malos' a los que se enfrentan están lejos del glamour que les pintan en las series y películas de televisión.
"El grupo se fundó en el 2003. Estuve ahí desde sus orígenes", detalla el jefe Juan Carlos, que está escoltado a su lado por Moisés, un agente considerado la 'biblia' ya que se conoce al 'dedillo' las ramificaciones de estas organizaciones criminales. En la actualidad son menos de una veintena de agentes.
"Pocos quieren venir", bromea el inspector, aunque reconoce que es difícil captar a nuevos integrantes. "El horario de trabajo es complicado. Es difícil esa disponibilidad. Ten en cuenta que nuestros 'clientes' actúan de noche y los fines de semana", añade. Cada cuatro o cinco años se renueva el grupo. Entre sus filas solo tienen una mujer: Alicia. Buscan nuevas incorporaciones. La llegada de más chicas facilitaría sobremanera su trabajo para conformar más equipos de vigilancia mixtos.
Su principal cometido es frenar a los aluniceros pero también se encargan de robos organizados, sustracciones en transporte de mercancías o atracos en empresas. Sus última operaciones han sido contra banda que robaban en bancos con explosivos. Los vídeos de sus atracos corrieron como la pólvora por redes sociales. Uno de ellos fue en una oficina en el barrio madrileño de Ciudad Lineal. Explotaron un cajero y los billetes salieron volando.
"Se nos pide resultados y lo conseguimos"
Una vez se hizo público el suceso, el jefe superior de Madrid, Manuel Soto, ordenó "prioridad absoluta" para 'cazar' a esta banda. En unos pocos meses ya están en prisión. "Son una patata caliente porque son delitos que generan una gran alarma social", asegura.
Esa efectividad en las investigaciones ha permitido que se conozca al Grupo 21 como una de las 'joyas de la corona' de la Policía Nacional. "Se nos piden resultados y soluciones y lo conseguimos", subraya el jefe de la unidad. Reconoce que existe en los casos mediáticos un 'efecto chimenea'. Las investigaciones van subiendo y acaban recayendo la responsabilidad en sus agentes. La pregunta que viene a la cabeza es: ¿Cómo trabajan para conseguir estos resultados?.
48 horas en una nave
Los grupos de aluniceros cada vez se encuentran más organizados y aprenden de sus errores del pasado. Llevan cuatro o cinco investigaciones al mismo tiempo. "Cuando una se estanca pasamos a otra". Cuentan con unos delincuentes que ya están aleccionados: no se juntan sus miembros, nunca comen ni toman algo y el riesgo que toman conduciendo es "muy peligroso". "No dudan en embestirnos", lamenta el jefe.
Su principal escenario de investigación es la calle. A las ya conocidas revisiones de cámaras de seguridad y toma de testimonios se les unes las formas más inéditas y originales. "Echar mucha calle, la imaginación y estar un paso por delante de los aluniceros", describe. Han llegado a pasar 48 horas en la calle o durmiendo en una nave para detener a los delincuentes in fraganti. La conciliación familiar es casi imposible: "La comprensión es fundamental para tener estos horarios maratonianos". "Me acabo de casar y estoy al borde del divorcio", ironiza uno de estos agentes.
Las campanadas en una furgoneta
Las anécdotas de sus vigilancias se podrían contar en una trilogía de libros. "Hemos llegado a tomar las uvas escondidos en la parte trasera de una furgoneta", explica Moisés. En su última detención al peligroso 'Samuelillo' en Vallecas la gente les empezó a gritar e insultar. Pensaban que era un secuestro. Cuando se dieron cuenta de que en realidad eran agentes de Policía les aplaudieron y vitorearon. Hay ocasiones que por la celeridad tienen que viajar y trabajar en sus coches particulares.
La relación del Grupo 21 con los aluniceros también es cuanto menos peculiar. Estos delincuentes preguntan cuando son arrestados quiénes son los agentes que les han detenido. "De qué grupo venís", llegó a cuestionar 'Samuelillo'. Los atracadores consideran que ganan 'caché' si son arrestados por esta unidad policial. A pesar de ello, pocos reconocen su derrota: "Os he visto desde hace una semana", señaló otro de estos problemáticos ladrones.
"Corren mucho y no tienen nada que perder"
Después ya en comisaría fluye la cordialidad. "Hay casos con los que nos tomamos hasta una Coca Cola y hablamos de la vida", asegura uno de estos agentes. Una vez que pasan a disposición judicial se producen dos sensaciones entre los miembros de la unidad. "Si entran en prisión hay satisfacción por el trabajo realizado pero si les dejan en libertad la emoción es de frustración", manifiesta el jefe.
La carga de trabajo del Grupo 21 ha descendido en los últimos tiempos. Han conseguido que entren en prisión reconocidos aluniceros como el Goyito, el Piojo o el 'Samuelillo'. La voracidad de estos ladrones les hacía robar por el día y por la noche. Telefonía y tiendas de lujo. Como en todo en la vida ahora han dejado paso a una nueva generación que es incluso "más peligrosa". "Corren mucho y no tienen nada que perder", añaden. Algunos de estos jóvenes son hijos de otros delincuentes. "Es lo que han mamado en casa desde pequeños y no saben dedicarse a otra cosa", afirman.
Las comunicaciones de los aluniceros
La leyenda de que son buenos conductores no está alejada de la realidad. "Ningún policía puede conducir como ellos poniendo a la ciudadanía en grave peligro. Usan vehículos robados de alta gama con una gran cilindrada y nosotros no tenemos esas armas. Algún piloto de rally me ha confesado que no podría llegar a los niveles que alcanzan", reconoce Juan Carlos.
También son más discretos en sus comunicaciones: "Vamos a jugar un partido esta noche, somos cinco quién pone el balón", son algunos de los mensajes en clave que se envían antes de sus atracos. El encuentro con el muro policial de los aluniceros tiene que detenerse. El jefe tiene una reunión sobre nuevas investigaciones de aluniceros. Quedan semanas duras antes del verano. "Este grupo es muy adictivo", reconoce Moisés antes de salir de la oficina con sus compañeros.
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