Los tres menores de la banda de 'Cristopher' el angoleño se entregaron a la Policía Nacional. La familia de los jóvenes fue la que llamó a los agentes para comunicarles que no iban a oponer resistencia. Este trío de 14 años, recién cumplidos, estuvo durante semanas atracando todo lo que les mandaba su jefe en la Comunidad de Madrid. Les enseñó a robar y cuando les vio capaces les dejó 'volar' a solas. Cobraban 20 euros por cada asalto y una pequeña cantidad de crack, droga a la que estaban enganchados, según informan fuentes de la investigación a Vozpópuli.
Estos menores eran amigos de localidades del sur de Madrid como Leganés y Móstoles. Quedaban y bebían y se drogaban en los parques. Primero con drogas blandas, marihuana, después pasaron a las más duras gracias a un personaje que entró en sus vidas: el angoleño 'Cristopher'.
Este joven, de 29 años, les prometió dinero y crack a cambio de robar en establecimientos. Su trayectoria delincuencial le permitía ir aprendiendo de los errores y no quería ser el protagonista de los robos. Buscaba estar en un segundo plano. "Es autodidacta", explican a Vozpópuli fuentes del Grupo XIII que ya le han detenido en tres ocasiones.
El angoleño enseñó a los niños a robar
'Cristopher' tenía encima la amenaza de siete años de cárcel por un juicio pendiente. Decidió que su papel iba a ser el de mentor hacia los menores. Su especialidad era robar hoteles y casas de apuesta pero tenía que enseñar a los 'niños' cómo actuar.
Para ello, primero robaron el pasado mes de octubre en la localidad de Fuenlabrada un Seat Ibiza. Este coche es el coprotagonista de la historia ya que tuvo el honor de bautizar la 'Operación Ibiza' de la Policía Nacional que iba a conseguir meter en prisión al angoleño.
Con el coche ya en su poder aleccionó a su banda para cometer dos robos con fuerza en bares de esta misma localidad por el método del 'alcantarillazo'. En ambos casos lograron sustraer las cajas de caudales y la recaudación de las máquinas recreativas.
Después de estas primeras pruebas, con los menores ya totalmente enganchados al crack, a principios de noviembre comenzaron a sucederse los atracos con intimidación usando armas blancas. El primero de ellos tuvo lugar en un hotel de Fuenlabrada al que accedieron tres varones con un cuchillo de grandes dimensiones intimidando a la recepcionista para que les entregara el dinero de la caja registradora, en torno a 450 euros. Un cuarto integrante del grupo les aguardó en el exterior para agilizar la huida a bordo de un vehículo.
20 euros y pocos gramos de crack
Al día siguiente, los mismos menores asaltaron cuatro establecimientos próximos: una farmacia y un supermercado en Carabanchel (Madrid), un hotel en Getafe y otra farmacia en Leganés. No obstante, solo lograron su objetivo en estos dos últimos casos, consiguiendo sustraer la caja de caudales tras amenazar a sus responsables con armas blancas, haciéndose con un botín de alrededor de 520 euros.
En los tres días posteriores volvieron a actuar, de madrugada, atracando tres hoteles en Getafe, Alcorcón y Coslada. Esta acumulación de hechos, unida a la proximidad geográfica de los locales y la utilización continuada del mismo vehículo condujo a la identificación de los cinco miembros del grupo criminal que, en total, se apoderaron de más de 3.000 euros en efectivo.
El angoleño ya no se tenía que mejor y su plan funcionaba como la seda, o al menos eso él creía. El Grupo XIII iba tras sus pasos. Una de las principales pistas de los hechos fue una bolsa de traza de un conocido supermercado. Los agentes divisaron este objeto en todos los robos con violencia e identificaron un patrón.
De forma paralela, los agentes de Seguridad Ciudadana de la Comisaría de Leganés dieron el alto en un control al conocido angoleño. Llevaba otro coche, con una garrafa de gasolina y la misma bolsa que se utilizaba en los atracos.
El Grupo XIII esperó 33 horas al angoleño
El Grupo XIII ya solo tenía que esperar a que cometiera un robo para atraparle. Y tuvieron tiempo que esperar. Establecieron un dispositivo cerca del lugar donde vivía en Leganés. Estuvieron 33 horas esperando a que fallara. Y falló.
Fue la noche del 4 de noviembre. Volvía de un robo y los agentes consiguieron identificarle. Sin embargo, al ver la presencia policial decidió huir y se metió escalando por la ventana de su casa. Un investigador casi le pilla. Se quedó con una zapatilla en sus manos.
Con el angoleño refugiado en su casa, la Policía solicito una orden de entrada y registro. Durante once horas escucharon como las personas con las que vivía Cristopher le invitaban a entregarse por las buenas o por las malas. Al final acabó cediendo.
Los menores se entregaron varios días después. Llamaron a la Policía y reconocieron los hechos. Confesaron que estaban enganchados por culpa del angoleño a las sustancias estupefacientes. También se entregó a las autoridades otro varón que se encargaba de la logística del grupo.
Los vídeos de los menores
En los días posteriores, los cuatro varones restantes –entre ellos los tres menores– también fueron arrestados por su participación en los hechos. En suma, a los cinco varones se les considera presuntos autores de nueve delitos de robo con violencia e intimidación, dos robos con fuerza y un robo de vehículo, ilícitos por los que los dos varones fueron puestos a disposición de la autoridad judicial, quien decretó el ingreso en prisión de uno de ellos, líder del grupo. Por su parte, los tres menores pasaron a disposición de la Fiscalía de Menores.
A este grupo se le acusa de 12 robos, nueve de los cuales con intimidación, exhibiendo cuchillos de grandes dimensiones. En los vídeos de las cámaras de seguridad se ve la poca profesionalidad de los menores captados. Actuaban de noche o a primera hora del día, encapuchados, y sustraían previamente vehículos para aproximarse y huir de los establecimientos asaltados. Siempre utilizaban la misma ropa y les costaba llevarse el dinero. Ahora ya se encuentran recluidos en un Centro de Menores, intentando desengancharse al crack.
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