La riqueza cultural de España, su gastronomía, costumbres, clima, ciudades y ecosistemas hace del país uno de los más bellos y visitados por turistas de todo el mundo. Con el paso del tiempo, el país cambia y se transforma, se adapta a las nuevas eras y necesidades, y modifica poco a poco sus calles y barrios. Mirar atrás, visitar exposiciones y ver fotografías es una buena forma de comprobar estos cambios, de lo más pronunciados en Madrid. La capital ha pasado del blanco y negro al color, de la tierra y la arena a la piedra y asfalto, y de la escasez de coches a la implantación de Zonas de Bajas Emisiones.
Algunos de los barrios donde más se ha notado la transformación son Orcasitas, Tetuán o Lavapiés. Toda una ciudad, que ahora da cobijo a casi tres millones y medios de personas, hace tan solo 50 años tenía la apariencia de lo que ahora puede ser un pueblo de cualquiera de las dos castillas. Casas bajas, calles sin asfaltar y postes de madera como soporte para tendidos eléctricos de lo más sencillos llenaban calles y recovecos, imágenes que hoy causan añoranza y nostalgia en todos aquellos que han visto crecer la ciudad
El corazón de Madrid
Los barrios son la esencia de la capital. A solo unas calles de la conocida Plaza de Sol, la concurrida Gran Vía o la transitada Plaza de España, miles de madrileños han crecido en barrios y vecindarios de lo más humildes. Lavapiés, el Barrio del Pilar, Usera o Carabanchel son algunos de ellos. Lo mismo ocurre con Malasaña, una zona que ha vivido una transformación de lo más pronunciada. Los cafés literarios llenaban las calles de la zona, establecimientos que ahora están de capa caída. De estilo vienés, era posible tomarse un café y pasar horas leyendo un libro, un estilo de vida más lento y pausado que ahora parece estar demodé.
Orcasitas es un claro ejemplo de la transformación que ha vivido Madrid, y de que, a pesar de mirar atrás con nostalgia -y en ocasiones, cierta pena- la mejor calidad de vida de sus vecinos y habitantes es más que notoria. El falso saneamiento, falta de alumbrado y precariedad de transporte dio lugar a situaciones de marginalidad e inseguridad en las barriadas. Estos problemas se han reducido gracias a las obras de mejora en calles e infraestructuras, pero no son las únicas modificaciones: la llegada de nuevas políticas fue esencial para el aumento de la calidad de vida, como la Ley Orgánica reguladora del Derecho a la Educación.
Aparecían los primeros centros culturales, bibliotecas y polideportivos de uso público. Con el paso de los años, los parques y zonas verdes se multiplicaron. Las mismas calles por las que circulaban los coches eran los campos de fútbol escogidos por los niños para salir a jugar, lugares que fueron sustituidos por verdaderos campos para darles un espacio seguro.
La Plaza de Sol nunca tuvo árboles
Tras observar la estética de la Plaza de Sol en los años 70, polémicas como su reciente reforma pueden resultar de lo más curiosas. Muchos viandantes y usuarios de las redes sociales reclaman la presencia de árboles y vegetación para poder descansar de las altas temperaturas, pero lo cierto es que dicha plaza nunca ha contado con árboles. Su apariencia era de lo más parecida a la actual, a excepción de un notable cambio: anteriormente, la Plaza de Sol no era peatonal, sino que contaba con dos grandes rotondas para redistribuir el tráfico, mucho menos numeroso y ajetreado que en los tiempos actuales.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación