Madrid

Las carísimas marquesinas refrescantes de Almeida se ganan a los usuarios en su primer mes: ¿futuro o distopía?

El pasado 10 de julio, el Ayuntamiento de Madrid, de la mano del delegado de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante, dio luz verde a dos prototipos, de 75.000 euros cada uno, instalados en la capital que buscan refrescar las largas jornadas de calor

Las marquesinas de autobuses se convierten, cada verano, en un rincón donde descansar del calor impenitente que azota a las grandes ciudades y pueblos de España. Bien sea para esperar a que llegue la línea que deseas o por salirte unos instantes de tu camino, estas archiconocidas cubiertas son un clásico del estío.

En Madrid, durante los meses de junio, julio, agosto y septiembre, las temperaturas pueden superar los 38 °C grados con facilidad en las horas puntas del día, lo que convierte el hecho de coger el autobús en una tortura. Por ello, el pasado 10 de julio, la EMT, junto al Ayuntamiento de Madrid, instaló dos marquesinas refrescantes en el intercambiador de Pavones (Moratalaz) y Villaverde.

Este prototipo, todavía en fase piloto, fue presentado de la mano de Borja Carabante, delegado de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid. Este novedoso sistema, desarrollado por la empresa JCDecaux, ha tenido un coste de 75.000 euros por unidad, es decir, 150.000 euros. En términos populares, diez veces el precio de una marquesina clásica.

En palabras del propio Carabante, este sobrecoste es lógico "al estar en prototipo tiene un coste más elevado. Pero, cuando se comience a extender, se abaratan la instalación de las nuevas instalaciones".

El funcionamiento de estas marquesinas refrescantes es sencillo de explicar. Dentro de ellas hay un circuito de agua fría y un ventilador. Este ciclo de enfriamiento por evaporación y ventilación se activa con un botón que se encuentra dentro de la marquesina. Gracias a esto, es capaz de reducir hasta en 9 °C la temperatura ambiente. La única condición para que funcione es que el termómetro rebase los 25 °C en el exterior.

Un invento con sentido ciudadano, pero cuyo presupuesto puede suponer un escollo enorme a nivel mediático, pues parece difícil que este tipo de marquesinas se conviertan en la normalidad y no en una serie de puntos clave en la ciudad debido a su precio.

Pese a todo, el feedback en su primer mes de existencia es bastante positivo por parte de los madrileños. Según comentan desde el Ayuntamiento, el sentir de los vecinos "es bueno", hasta el punto que ellos mismos han propuesto que se active la refrigeración también de noche, cuanto la temperatura, tal y como hemos comentado, supere los 25 °C. Una iniciativa aceptada por el Consistorio y que ya está en funcionamiento.

Veremos qué sucede con estos dos prototipos tras el verano, habrá que esperar a conocer la decisión final del Ayuntamiento, que se deberá debatir estas marquesinas refrescantes se extienden por la red de paradas de la EMT de cara al 2025 o si, por el contrario, su elevado precio se acaba convirtiendo en una utopía difícil de sobrellevar.

Exit mobile version