La escena es realmente castiza. Se juntan varios elementos que hacen que Madrid sea 'Madriz'. Pasa el afilador, con su escala en la armónica, por medio de Gran Vía mientras alguien grita de repente "¡Viva el Atleti!", que acaba de conseguir su undécima Liga. Y, por supuesto, obras. La banda sonora por excelencia de la capital: el martillo eléctrico.
Al llegar a Montera desde Gran Vía, asoma por las vallas metálicas que esconden la construcción la marquesina que corona el templete de Antonio Palacios, la estructura que Metro de Madrid ha recuperado para hacer la estación accesible. La réplica es lo más fiel posible a la verdadera, que se encuentra en Porriño (Pontevedra), localidad natal del arquitecto y cuyo ayuntamiento se ha negado a devolverlo. Tres años después de que comenzase la obra, la estación reabrirá este próximo mes de julio de 2021, a pesar de que estaba prevista para abril de 2019.
Carlos Zorita no quiere marcarse "un tanto", pero presume de haber logrado "resucitar" el templete del 'arquitecto de Madrid', como se le conoce a Palacios. El responsable de infraestructuras y estaciones de Metro de Madrid asegura que "devuelve a la capital un símbolo del nacimiento de Metro, de la Línea 1, y sirve para poner en valor la figura del arquitecto".
Sabe que no es exactamente igual. "Es imposible, para cumplir con la normativa actual de accesibilidad se han tenido que hacer ciertas modificaciones". El templete estaba situado unos metros más cerca a Gran Vía y servía de una suerte de rotonda para los tranvías y carruajes de 1919, cuando se inauguró el suburbano. Actualmente, la obra se ha llevado a cabo dentro del plan de modernización de la red del Metro, que pretende hacer accesibles 33 estaciones. Gran Vía es una de ellas.
30 metros bajo el suelo
Pero el templete es solo un símbolo. "La guinda del pastel", reconoce Zorita. El verdadero rompecabezas se encuentra bajo tierra. 30 metros de profundidad que albergan un vestíbulo de 2.000 metros cuadrados (antes tenía 900) y un museo con los restos arqueológicos encontrados durante la construcción. Todos los niveles serán accesibles desde diferentes ascensores y, además, se le añade una galería que conecta la estación de Sol con Gran Vía.
La estación contará con cuatro niveles. El primero servirá de acceso a la parada de la línea 1; el segundo, al nuevo museo; el tercero, a los andenes de la línea 5 y la galería con Sol; y el cuarto, cerrado para los viajeros, será una subestación eléctrica. Los tres primeros estarán conectados por el ascensor. "Hacemos un viaje al pasado en la calle, pero llegamos a un vestíbulo moderno", explica Zorita.
"La estación será 4.0". Así la describen desde Metro. Tendrá pantallas, nuevos sistemas de entrada, de compra de billetes... "Hace un guiño a lo que fue la estación, pero a la vez la traemos al presente. El templete estuvo de 1919 hasta 1970, unos 50 años. Ha estado sin existir otros 50, hasta 2021. Pretendemos que la estación tenga una vida, por lo menos, de otros 50 años", reza Zorita.
Museo de restos arqueológicos
Una de las razones por las que la obra se ha retrasado ha sido el hallazgo de restos arqueológicos. Para construir la Gran Vía, en los primeros años del siglo XX, se expropiaron y demolieron diversas viviendas. Son objetos de estas casas los que se han encontrado en la excavación, además de restos de la antigua obra del templete y de la estación.
Nada más bajar del primer nivel al museo, el visitante se va a encontrar un antiguo escudo de la ciudad de Madrid de dos metros de ancho y largo. Una pieza encontrada durante la construcción y recuperada para el museo. El panel cerámico se esperaba que estuviese allí, de hecho, los arqueólogos de la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid han supervisado la obra.
En los laterales de la sala se van a colocar unas vitrinas que mostrarán la diversidad de objetos que han aparecido. También se divulgará la figura de Antonio Palacios y sus trabajos en la ciudad, además de información sobre la ampliación de la estación.
La obra de Durán-Loriga
Entre el polvo y el ruido, dos restauradoras trabajan sobre el mural cerámico de Miguel Durán-Loriga. Con la llegada de la línea 5 a Gran Vía, el artista cerámico ejecutó con azulejos un mural que representaba el templete de Antonio Palacios. Fue en esta misma ampliación cuando la estructura de entrada se retiró. "Ya estamos casi en la fase final. Estaba negro. Negro, negro", recalca una de las restauradoras mientras mezcla diferentes materiales para realizar la limpieza.
El mural, vandalizado por algunos ciudadanos y olvidado en la estación durante años, todavía tiene algunos restos de grafitis que ocultan sus tonos azulados y plateados.
Hace tres años que ningún viajero pisa los andenes de la estación de Gran Vía. Tampoco suena ningún mensaje: "Dindondin, próxima estación: Gran Vía, arteria de Madrid, alfombra castiza de un viaje al pasado, rascacielos de otro siglo para un 2021 nostálgico". Los peatones, al otro lado de la tierra, ven con asombro el templete de Antonio Palacios. La mayoría se para y observa su grandeza. Probablemente muchos de ellos desconozcan quién fue el 'arquitecto de Madrid'. "¿Le gustaría que una estación llevase el nombre de Antonio Palacios?". "No me parece una propuesta descabellada", anhela Zorita.
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