Madrid

El 'calvario' de los vecinos de la Casa de Campo por un albergue de menas: robos, agresiones y asaltos

Los vecinos de la Casa de Campo denuncian que viven una situación constante de inseguridad y miedo por los hechos delictivos de los menas que viven en un albergue de la zona

Los vecinos de la Casa de Campo denuncian que viven una sensación constante de inseguridad. A la poca iluminación que hay en la zona se le une los inquilinos de un albergue de menas en la zona que generan problemas de convivencias y hechos delictivos. "Casi matan a un vecino que necesitó doce grapas en la cabeza. Le agredieron para robarle", relata a Vozpópuli Alberto, uno de los residentes afectados que pertenece a la Plataforma de Vecinos de Batán.

Los problemas de la zona comenzaron hace años. En concreto en diciembre de 2019 cuando la Policía Nacional detonó una granada que fue lanzada al Centro de Primera Acogida de Hortaleza. "Después de este incidente, a la desesperada, se buscaron sitios para mandar a todos los menores conflictivos y devolver a la normalidad a este distrito", explica uno de los vecinos de la Casa de Campo.

De las promesas a la realidad

Estos menores extranjeros no acompañados (menas) causaban estragos en el barrio. Consumo de drogas, robos y agresiones fueron algunos de los sucesos que protagonizaban a diario en las calles aledañas a su centro. Unos problemas que también los sufrieron los trabajadores del centro.

Las autoridades dieron con una nueva ubicación para estos chicos. El Albergue Juvenil Richard Schirrmann, ubicado en el número 2 del Camino del Robledal de la Casa de Campo. En un primer momento los vecinos tuvieron conversaciones con la Comunidad de Madrid. "Nos transmitió que no nos preocupáramos que iban a ser 20 ó 25 internos y que no iban a meter a ninguno conflictivo", recuerdan.

La realidad fue bien distinta, según los residentes. "Metieron a 70 y los más conflictivos", lamentan estos residentes. A su juicio, la Policía Nacional no daba a basto con el centro de menores. "Los primeros meses iban a hacer de las suyas al centro de Madrid y a Príncipe Pío", denuncian.

"Casi matan a un vecino"

Los problemas de convivencia fueron "muy graves y serios" antes del confinamiento. "Casi matan a un vecino al tirarlos por las escaleras. Las incidencias eran diarias", recuerdan. La pandemia del coronavirus frenó toda esta vorágine de sucesos.

Solo tuvieron unos meses de tranquilidad, cuando nadie podía salir a la calle. "Después la oleada de robos y violencia de estos menores fue constante. Un vecino tuvo que recibir 12 grapas en el cráneo, patearon a una mujer, hacían mataleones... hubo sucesos graves a diario", advierten desde esta asociación.

La situación mejoró en mayo del año pasado cuando, de forma paralela a las elecciones regionales, comenzaron a llegar al centro menores más jóvenes y cambió la dinámica. "El goteo de menas es constante y hay chavales más tranquilos y más conflictivos".

"La situación vuelve a ser muy mala"

Todo esto fue un espejismo. La "situación actual a día de hoy vuelve a ser mala". Se puede ver cada día a 5 ó 6 menas consumiendo drogas en la puerta. "Los tienen como en un almacén donde salen cuando cumplen los 18 años", explican los vecinos.

Algunos de estos jóvenes, cuando el frío no era un problema, llegaron a acampar con colchones en las proximidades del albergue. "Cuando llega el invierno desaparece pero luego en verano regresan", añade. Los vecinos denuncian que tienen falta de información sobre las instalaciones.

Visitas policiales constantes

Las visitas de la Policía Nacional al centro son constantes. Robos con violencia, hurtos, robos con fuerza y agresiones. Son las modalidades delictivas que estos menas han protagonizado en los últimos meses. Los agentes cumplen con su función. Detienen a los presuntos responsables y les devuelve al albergue. También se han producido incidentes en su interior. En la última semana un interno mordió a un vigilante de seguridad y a un educador.

Los vecinos piden a la consejera de Familia, Juventud y Política Social, Concepción Dancausa, que cumpla "su palabra" y cierre el centro. "Ahora nos ponen como excusa de que no tienen las instalaciones de Barajas donde se iban a trasladar", dicen los vecinos.

"Nos preocupa salir a la Casa de Campo"

"Nos preocupa salir a la Casa de Campo. No ves nada. No me tenemos sensación de seguridad", lamenta otro de los vecinos que han sufrido robos en sus establecimientos. En la zona también se han vivido asaltos a domicilios. Se investiga si estos grupos de jóvenes están detrás de ellos.

Alguno de los actos vandálicos que han protagonizado los menas en la Casa de Campo

Uno de los lugares que más han sufrido los actos de los menas son los miembros de la Venta del Batán, sede de la Escuela Taurina de Madrid. Lidia Menés, la guardesa del lugar que lleva 31 años viviendo en la casa, ha vivido robos, daños e intentos de ocupaciones.

Hace pocas semanas, unos menas robaron a varios de los alumnos cuando acabaron sus clases a las nueve de la noche. Les amenazaron y les quitaron sus teléfonos móviles. Fueron detenidos por los agentes de la Policía Nacional.

"Es un estrés. Ya uno se acostumbra a que tiene que ir armado. Tienes que advertir a los alumnos y sus familias y algunos por miedo dejan de venir. Es una pena", expresa Lidia a Vozpópuli. De forma constante sufren la rotura de ventanas.

El colchón que introdujo el mena para quedarse a dormir en la Escuela Taurina

"Rompen una puerta para intentar entrar en la nave donde están las espadas", advierte. Uno de estos menores introdujo un colchón en las instalaciones para quedarse a vivir dentro de las instalaciones. Tuvo que ser desalojado y portaba un arma blanca de grandes dimensiones.

El último incidente sufrido en Batán

Uno de los últimos incidentes protagonizado por estos grupos de jóvenes se registró el seis de diciembre en el 'Parque Félix', un bar que se encuentra en las proximidades de la parada de Metro de Batán. En ese lugar, en torno a la una y media de la tarde, un menor de origen marroquí presuntamente intentó robar los cables del local. Además les rajó la carpa.

Los dueños del establecimiento le pillaron dentro de la cocina y le echaron de las instalaciones. Llegó a hacer sus necesidades en la puerta de bar como represalia contra sus dueños. Horas más tarde volvió a la terraza y les rajó el toldo. Los dueños ya han denunciado este suceso. Uno más dentro del palmarés de este grupo de jóvenes. "Solo pedimos que nos oigan y no tengan en cuenta". Ese es el grito de auxilio de los residentes.

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