España

Contra Madrid 2020 (IV) : es falso que las infraestructuras (necesarias) estén terminadas en un 80%

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Es el argumento estrella esgrimido por los responsables de la candidatura Madrid 2020: las infraestructuras necesarias para la celebración de unas eventuales Olimpiadas madrileñas se encuentran acabadas en un 80%, lo que es tanto como decir que la mayor parte del desembolso necesario para financiar el evento ya está hecho. ¿Verdad, media verdad o simple falsedad? Lo que, para empezar, llama la atención, es que esos mismos responsables no aclaren cómo han realizado el cálculo de ese mágico 80%, lo que sería harto sencillo publicando la lista de instalaciones existentes, con una columna anexa de “acabadas” y otra de “no acabadas”. Examinemos, en primer lugar, las no terminadas, prestando especial atención a las más importantes:

Estadio Olímpico. Figura como “en obras”. Se ha derribado el estadio anterior inaugurado en 1994 (7.500 millones de pesetas), conservando sólo la grada que dio pie al apodo de la “Peineta”, que se va a reutilizar para el nuevo estadio. Esta forma de actuar recuerda a lo ocurrido con el Palacio de los Deportes tras el incendio de 2001, donde también se reutilizó una de las gradas en la construcción del nuevo pabellón, lo que al final complicó técnicamente el proyecto aumentando innecesariamente los costes. Alrededor de esta grada e integrándola en el conjunto, se pretende construir la que debería ser la joya del proyecto, el Estadio Olímpico, que nace ya, como se ve, con un cierto aire frankesteiniano.

La idea brillante sería dejar al Atleti donde está, lo que agradecerían sus aficionados, y no construir más estadios.

Esta es una obra, se nos dice, que se va a realizar en cualquier caso, ya que existe un acuerdo entre Ayuntamiento y Atlético de Madrid, de diciembre de 2008, para el traslado del club al barrio de San Blas a partir de 2015. Se trata, en teoría, de una buena idea, ya que garantiza la utilización futura del estadio, con o sin Juegos de por medio, aunque la idea verdaderamente brillante consistiría en dejar al Atleti donde está, cosa que agradecerían sus aficionados, en lugar de construir más estadios en Madrid. En todo caso, el proyecto va a costar bastante dinero al contribuyente madrileño, ya que los ingresos procedentes de la operación urbanística proyectada para costearlo en los terrenos adyacentes al antiguo Estadio Vicente Calderón no alcanzarán de ninguna manera para cubrir la construcción del nuevo coliseo. El Atleti, por supuesto, que arrastra una deuda con Hacienda y la Seguridad Social de más de 200 millones, no va a poner un duro: simplemente se va a garantizar la propiedad del futuro estadio a cambio de renunciar al Vicente Calderón.

A lo dicho hay que añadir que el castizo club madrileño se niega a jugar en un campo con pista de atletismo, a causa de la lejanía de los aficionados del terreno de juego. Razón por la cual, de celebrarse los Juegos en 2020, el Ayuntamiento tendrá que “elevar” el terreno de juego instalando la pista de atletismo sobre la grada baja del Estadio (¡!). Después de celebrado el evento, se volvería a eliminar la pista de atletismo para acercar de nuevo el césped al público. Con este cambio de “configuración”, el estadio pasaría de tener 75.000 a 65.000 localidades y viceversa. ¿Cuál es el sobrecoste de esta idea peregrina? Todo ello se haría sobre unos terrenos complicados, que son básicamente una antigua mina de sepiolita rellenada que obliga a cimentar en profundidad, lo que ya causó problemas estructurales en el antiguo estadio.

El solar abandonado del antiguo Estadio Vallehermoso

Con el objetivo de justificar que una ciudad olímpica como Madrid se quede sin estadio de atletismo después de unos Juegos, al Ayuntamiento no se le ocurrió otra cosa que derribar el antiguo Estadio de Vallehermoso con la intención de erigir en su lugar un moderno y coqueto estadio de 10.000 localidades (que albergaría pruebas de la Golden League nada menos) y que sería sufragado con cargo a un nuevo aparcamiento subterráneo y una flamante torre de oficinas ubicados en el mismo solar. El antiguo Vallerhermoso se acabó de derribar a principios de 2009, pero el nuevo proyecto se abandonó definitivamente en julio de 2011 por falta de financiación (no salió la cuenta de la vieja), y desde hace unos años el solar del Distrito de Chamberí que antaño albergó el emblema del atletismo español se encuentra desierto. Se proyecta en su lugar una instalación deportiva municipal pero sin estadio.

Lástima que Madrid no pueda utilizar el estadio de Montjuic o el de la Cartuja. ¡Eso sí que sería ahorrar!

En resumen, si la ciudad de Madrid contaba con dos estadios de atletismo antes de ser candidata a los Juegos, ahora no dispone de ninguno, porque se han derribado los dos. Tampoco lo tendrá en el futuro después de celebrados unos hipotéticos Juegos, ya que el “Estadio Olímpico” se convertirá en un campo de fútbol. A Madrid le queda, eso sí, una pista de atletismo homologada internacionalmente en Moratalaz. En vista de lo dicho, hay que lamentar que Madrid no pueda utilizar alguno de los dos Estadios Olímpicos sin uso que ya existen en España: el de Montjuic en Barcelona o el de la Cartuja en Sevilla. ¡Eso sí que sería ahorrar!

Centro Acuático. En la actualidad sólo se aprecia el esqueleto de hormigón de una instalación que figura en la documentación hecha pública como “en obras”. Este proyecto, ideado al inicio de la candidatura de Madrid 2012, se empezó a construir en noviembre de 2004 por la candidatura de Madrid 2016 y se paralizó después durante varios años, cuando el presupuesto del Ayuntamiento comenzó a no poder absorber tanto “proyecto estrella”. Sin entrar a valorar sus méritos arquitectónicos, el proyecto ejemplifica lo que en términos anglosajones se conoce como “elefante blanco”. El término proviene de la costumbre que los antiguos reyes de Siam tenían de regalar uno de estos animales a los cortesanos molestos, al objeto de arruinarlos con el coste de su mantenimiento.

El Centro Acuático es un “muerto”, una pesadilla hecha realidad para quien tenga que gestionarlo en el futuro.

El Centro Acuático es, en suma, un proyecto desmedido, exagerado, con un coste de mantenimiento posterior -calentar el edificio en invierno o enfriarlo en verano- imposible de asumir por ningún presupuesto equilibrado que se precie, a causa de sus dimensiones catedralicias. Tiene, por supuesto, cubierta retráctil como la Caja Mágica. Un auténtico “muerto”, la pesadilla hecha realidad de cualquier gestor que tenga que cargar con él en el futuro. Un proyecto, además, innecesario para la natación española y madrileña, que ya cuentan con sedes importantes en el Centro de Alto Rendimiento de San Cugat, Barcelona, y las instalaciones del Consejo Superior de Deportes y el Centro de Natación Mundial 86, ambas en Madrid. ¿Cuánto se lleva gastado en el Centro Acuático? ¿Cuál es su presupuesto total? ¿Existe algún proyecto de explotación del edificio posterior a los Juegos? ¿Qué ocurrirá con las obras ya iniciadas si finalmente no hay Juegos?

Hasta cuatro recintos deportivos cubiertos, más que París o NY

Pabellón de baloncesto. Madrid es la ciudad del mundo que cuenta con más recintos cubiertos multiusos, comúnmente denominados “Arenas”. Hablamos del Palacio de Vistalegre (gestión privada mediante concesión del Ayuntamiento de Madrid), con 15.000 localidades; del Palacio de los Deportes (Comunidad de Madrid, gestión externalizada), con 15.000, y del Madrid Arena (Ayuntamiento), con 10.000. A estos se ha sumado la Caja Mágica (Ayuntamiento), que dispone de tres espacios cubiertos multiusos, el mayor de ellos de casi 13.000 localidades, instalación de la que nos ocuparemos con detalle más adelante. A efectos comparativos, diremos, por ejemplo, que Nueva York y París tienen una sola “Arena” cada uno: el Madison Square Garden y Paris-Bercy (Palais Omnisports), respectivamente. Con tanto pabellón obligado a justificar alguna rentabilidad, cuanto menos social (un determinado número de espectadores al año que dé sentido a la existencia de la instalación), hemos asistido al baile de los dos equipos madrileños de baloncesto, Real Madrid y  Estudiantes, yendo de uno a otro, con el consiguiente mareo de sus aficiones respectivas, al albur de las relaciones y las negociaciones entre directivos de clubes y gestores políticos.

Si un día ya lejano ambos clubes compartieron Vistalegre (gestionada con criterios exclusivamente profesionales), ahora se alojan en el Palacio de los Deportes, después de algún periplo accidentado por el Madrid Arena y la Caja Mágica. Desde la pura lógica de la gestión pública, la solución pasaría por que hubiese cuatro equipos madrileños jugando en la ACB, en lugar de dos. Así, cada sede tendría su equipo correspondiente, y tal vez incluso su subvención pertinente, de acuerdo con los usos y costumbres de este país nuestro. Pero, bromas aparte y volviendo a los Juegos, desgraciadamente ninguno de los cosos madrileños mencionados es adecuado para albergar la competición olímpica de baloncesto, y ello por unas u otras razones.

Transformar las Ventas en un Madison Square Garden madrileño para 30.000 espectadores parece una solución de ciencia ficción.

La conclusión es que habría que añadir un nuevo pabellón de aproximadamente 20.000 localidades a los ya reseñados. La idea inicial era que lo costease el Real Madrid, como futura sede de su primer equipo de baloncesto. Ahora, en cambio, se habla de transformar la plaza de toros de las Ventas en un remedo de  Madison Square Garden madrileño con capacidad para 30.000 espectadores, ni más ni menos. Conociendo los requerimientos de iluminación, temperatura, prensa, etc., de una competición olímpica de baloncesto, esta solución parece de ciencia ficción. En todo caso, la cuestión es que los madrileños dispondrán de un nuevo pabellón (de nuevo frankesteniano si se trata de la Plaza de Toros) a añadir a los ya existentes en la ciudad. Consuela pensar que tanto el Palacio de Deportes como el Madrid Arena podrán utilizarse, eso sí, para partidos de balonmano en unos hipotéticos Juegos.

Instalaciones por construir a base de millones

Otras instalaciones permanentes: Falta también el pabellón de Voleibol, otro de Gimnasia y un Estadio de Hockey en el Parque Olímpico. La candidatura ha comunicado que está pensando en utilizar construcciones ya existentes en vez de levantar otras nuevas. Todo ello habrá de verse confirmado en el dossier que se presentará dentro de unos meses. En todo caso, se construirá en el sur de la Región un canal de remo y otro de piragüismo. El coste de estas nuevas instalaciones permanentes y el posterior de su mantenimiento tras la celebración de los Juegos se desconoce en estos momentos, aunque no es aventurado suponer que solo la construcción se llevará una buena partida de millones. Para terminar de contabilizar costes bajo este rubro, habría que añadir a lo anterior la urbanización del Parque Olímpico, donde se ubica el Estadio, y el Centro de Comunicaciones, sin olvidar reformas y acondicionamientos varios de las instalaciones deportivas ya existentes.

Villa Olímpica: Se trata de albergar a los 15.000 deportistas que vendrán a los Juegos en apartamentos de diseño a construir al otro lado de la M-40, frente al Parque Olímpico. Después de los Juegos las casas se destinarían a viviendas sociales.

Instalaciones provisionales: Entre las instalaciones que no serán permanentes figura, por ejemplo, un velódromo cubierto ubicado en el Parque Olímpico. Aquí los costes serán menores, aunque en absoluto desdeñables.

Como se ve, pese a tener Madrid el 80% de las instalaciones terminadas, queda bastante trabajo por hacer. Lo cierto es que ninguna de las instalaciones principales que son necesarias para albergar unos Juegos están terminadas, mientras que algunas de las que sí lo están no son necesarias sin los Juegos.

La Caja Mágica se lleva la palma como ejemplo de lo que un gestor público responsable del dinero de los ciudadanos no debería hacer en ningún caso. Si el Centro Acuático es un elefante blanco en construcción, la Caja Mágica es un elefante blanco vivito y coleando, un paquidermo de escandalosas proporciones. El Ayuntamiento se gastó más de 100 millones en reformar el antiguo Rockódromo de la Casa de Campo, rebautizado como Madrid Arena, para, a partir de 2002, albergar en otoño un torneo de tenis de pista rápida que le compró a un promotor y que resultó ser un éxito social y deportivo (económico no, pero eso se sobreentiende). Posteriormente, y con la excusa de que si construíamos instalaciones nos darían los Juegos de 2016, el Ayuntamiento acometió en abril de 2006 el proyecto de la Caja Mágica con un coste final de 300 millones (dos veces y media el presupuesto inicial). Eran tiempos en que se buscaban arquitectos y proyectos de prestigio a cualquier precio, y este había sido diseñado por el francés Dominique Perrault.

Una vez acabada su construcción en 2009, el torneo de tenis, reconvertido en Masters 1000 y metido con calzador en la temporada de tierra batida, se reubicó en las nuevas instalaciones de la Caja Mágica. A los atribulados contribuyentes madrileños se les vendió que el nuevo torneo se convertiría en el quinto Grand Slam, algo de todo punto inconcebible para cualquiera que tenga mínimos conocimientos tenísticos. Además, se nos dijo que las nuevas instalaciones servirían como centro de tecnificación de tenis, por un lado, y se utilizarían para eventos de todo tipo gracias a su multifuncionalidad (gradas móviles y techos retráctiles), por otro. Más tarde, se metió, también con calzador, al Real Madrid de baloncesto (por aquello de la rentabilidad social) para disgusto de los seguidores del equipo blanco, experiencia que terminó sin mucho éxito tras temporada y media.

La Caja Mágica, el ruinoso regalo de Gallardón a Madrid

Hoy, las instalaciones se utilizan básicamente dos semanas al año para un torneo de tenis que ya no es un éxito deportivo, pagado a precio de oro a un señor antipático que, al parecer, nos tiene agarrados por el forro de la entrepierna. Parte de las de tenis se han reconvertido en pistas de pádel; el centro de tecnificación de tenis no existe, y el mantenimiento de la instalación le cuesta una fortuna a la ciudad. La Sociedad pública municipal “Madrid, Espacios y Congresos” que, junto con otras instalaciones, gestiona la Caja Mágica, corre con los gastos. El último término, el contribuyente madrileño. La última vuelta de tuerca que servirá de argumento para justificar la utilidad de la Caja Mágica es su reciente conversión en sede del equipo español HRT de Fórmula 1, que, por desgracia, no es deporte olímpico. Por supuesto, nunca nos dieron los Juegos de 2016, y el Madrid Arena duerme el sueño de los justos mientras acoge algunos partidos internacionales sufragados con cargo al presupuesto, a la espera de albergar encuentros de balonmano durante los Juegos de Madrid 2020.

¿De qué sirve tener tantos asesores en el Ayuntamiento si son incapaces de decirle al Alcalde que se equivoca?

Como se ve, muchas de las decisiones tomadas en materia de infraestructuras no han sido precisamente un modelo de buen hacer y eficiencia. ¿De qué sirve tener tantos asesores en el Ayuntamiento de Madrid si son incapaces de decirle al Alcalde que se equivoca, o si, haciéndolo, el Alcalde no les hace ningún caso? Si sumamos a lo anterior algunas actuaciones del equipo encargado de promover Madrid 2020 tales como el intento fallido de poner letra del himno nacional (con un resultado de ínfima calidad), el criticado logo de Madrid 2020 (en el que la palabra “Madrid” parece llevar tilde y la fecha ser 20020 en lugar de 2020), la indumentaria del equipo olímpico español para Londres 2012 (de la que se ha dicho con mucha gracia que con ella puesta parece que nuestros atletas más que ir a ganar medallas, van a robarlas), y la elección del abanderado (saltándose el Comité Olímpico Español su propia norma), el panorama es cuando menos preocupante.

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