"Me dijeron no entres a la enfermería, hay una chica muerta. Mis pies no tocaban el suelo. Mis amigos me vieron que me estaba muriendo y sacaron fuerzas de no sé donde.... No sé en qué momento me puse a rezar y me quedé inconsciente. Me muero, me muero, no puedo respirar. Era el caos, no podíamos andar…".
Son algunos, sólo algunos, de los testimonios de la tragedia del Madrid Arena. Cada día son más duros. En la sesión del juicio del miércoles de la Audiencia Provincial se ha escuchado a cinco de los jóvenes que acudieron a la fiesta trágica que terminó con la muerte de cinco espectadoras. De los testimonios que se han escuchado este miércoles, tres pueden calificarse de terribles y llegan a hacer pensar que murieron cinco personas, pero que el desastre pudo ser mucho mayor.
Todos han sido dramáticos. Jóvenes, algunos de ellos menores, que han declarado con la voz entrecortada, emocionada. Otros con un nudo que les impide tragar. Nunca olvidarán aquella noche de angustia y muerte. Sandra Fuentetaja ha contado que cuando entró “no cabía un alfiler”. Estaba en la pista y cuando salió Steve Aoki se produjo un empujón masivo, varias personas se cayeron al suelo “y tras pisarme mucha gente se me salió la rótula”.
Sastre escuchó a su amiga decir: “Me muero, me muero, no puedo respirar” y ya no la volvió a oír nunca más
Se había perdido de su grupo y estaba con una amiga. En las situaciones graves siempre hay alguna persona que echa una mano y un joven le cogió en brazos y retiró a Sandra a un lateral “donde me montaron en un carrito de bebidas y me llevaron a la enfermería”.
Uno de los doctores Viñals, no especificó cuál, le dijo que no se le había salido la rótula. Informó al médico de la situación que se estaba produciendo en la pista. Le colocaron una venda. La joven abandonó la ‘enfermería’ y se dirigió a una puerta de salida para ir a un hospital, pero estaba cerrada... ¡con cadenas! Sandra y su amiga volvieron en dirección a la enfermería y ya les dijeron que había una joven muerta, que no entraran.
Con un botellón de cinco litros
Amor López, 17 años entonces, también ha relatado su drama. Escuchó, cuando estaba en la montonera, a Katia, una de las fallecidas, decir: “No puedo más, no puedo más, dile a mi padre que le quiero”. Ha descrito la situación como “agobiante” y ha reconocido que para salir “pisé a tres o cuatro personas” sin tocar el suelo en ningún momento.
No sabe el tiempo que estuvo atrapada, pero le pareció “eterno”. Alrededor del pabellón había muchísimas personas, muchas de ellas bebiendo. No le pidieron el DNI para entrar ni la registraron. Contó que llevaba una botella en cada uno de los calcetines y no le pasaron la entrada por los lectores de los tornos. También coló una garrafa de cinco litros que llevaba en la mano.
"Para salir pisé a tres o cuatro personas sin tocar el suelo", ha dicho en el juicio otra joven
Belén Sastre era amiga de Belén Langdon, otra de las fallecidas. Se cayó al suelo y la gente le iba pisando. En un momento, Sastre, de 16 años en aquel momento, pensó: “Me muero ahora mismo, no voy a salir de aquí”. Escuchó a su amiga decir: “Me muero, me muero, no puedo respirar” y ya no la volvió a oír nunca más.
“En ese momento me puse a rezar y me quedé inconsciente”. “Vieron que me estaba muriendo y alguien me sacó” de la melé. En ese momento sintió la misma reacción que cuando sales del agua en una piscina sin haber respirado mucho tiempo. Aquello era un caos, con gritos y lloros por todas las esquinas.
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