Dispuestos a todo. La red de blanqueo de dinero de la mafia china desmantelada en la Operación Emperador se resistía a que el celo de algunos empleados de banca diera al traste con sus engrasados sistemas de evasión de dinero. Así lo reflejan los pinchazos telefónicos recogidos en el sumario, en los que se constata cómo uno de los supuestos cerebros financieros de la trama, el empresario español Rafael Pallardó Calatrava, intentó presuntamente extorsionar a los directivos de Barclays después de que la entidad bancaria le anunciase que iba a cerrar todas sus cuentas tras detectar movimientos sospechosos en las mismas. Pallardó, mano derecha del presunto jefe de la mafia, Gao Ping, aseguraba tener para ello una comprometedora grabación de audio de 40 minutos. “Si yo me jodo, alguien tiene que joderse también”, le aseguró a un asesor fiscal al que le pidió consejo sobre qué hacer.
"Si yo me jodo, alguien tiene que joderse también", amenazó Pallardó al enterarse que el banco iba a cerrarle las cuentas
Sus problemas con la entidad, según se recoge en informes policiales, se inician ahora hace un año. Hasta entonces, su relación con Barclays era fluida, sobre todo con uno de sus empleados, identificado como Javier M., quien le facilitaba todo tipo de gestiones. De hecho, en algunas de los pinchazos se escucha al empresario catalán pedirle 200.000 euros en billetes grandes porque debía trasladar el dinero a Madrid “bien guardado” y en la central del banco en la capital de España sólo le facilitaban 15.000. El solícito Javier le organizó en poco tiempo un periplo por sucursales de Barcelona para que pudiera recaudar gran parte de esa cantidad: “En la de Paseo Bona Nova, 7.500. Pregunta por Rosa. En la agencia 5, 20.000 euros. Pregunta por Morales. Y en la oficina principal, 50.000. Pregunta por Carlos M.”
Sin embargo, todas estas facilidades se le complicaron a comienzos de noviembre de 2011, cuando el mismo Javier M. le anunció que Barclays había decidido cerrarle las cuentas al sospechar que los movimientos de dinero en efectivo que hacía eran fruto de actividades ilícitas. “Ante la comunicación por parte de la entidad bancaria de que cesarán de contar con él como cliente y que en el plazo de un mes van a cerrarle las cuentas que tiene con ellos, lejos de amedrentarse o trasladar sus activos a otra entidad, [Rafael Pallardó] elabora un plan conforme al cual presionar a dicha entidad bancaria con el fin de que continúen permitiéndoles continuar trabajando con él y así poder ingresar personalmente el dinero en efectivo que recibe por parte de la organización criminal a la que pertenece para su posterior envío a China”, describe un informe policial incorporado al sumario.
"No me pueden dejar colgado"
Así, el 8 de noviembre, el empresario mantuvo una conversación telefónica con un abogado de un estudio legal en la que aseguraba a éste que al día siguiente iba a tener una reunión con los “gestores” de la entidad a la que acudirá con una grabación supuestamente comprometedora para Barclays. “No me pueden dejar colgado, necesito seguir trabajando con ellos, lo disfrazaremos de la forma que sea”. Pallardó, muy enfadado, le aseguró a su interlocutor que sus evasiones de dinero “lo siguen haciendo en Madrid y en Barcelona. Sé quién lo hace, lo sé todo absolutamente”, recalcó. “No me puedo quedar sin esto”, afirmaba a la vez que aseguraba que estaba dispuesto a reducir las cantidades que sacaba de una sola vez y a utilizar a varias personas para hacerlo si con ello vencía las reticencias de los responsables del banco. El abogado con el que hablaba le advirtió, sin embargo, que lo que esgrimir la grabación era una mala idea: "El mero hecho de amenazar que lo puedes destapar ya es un delito. Además, ellos son libres de trabajar con quién quiera”, le señaló su interlocutor. Pallardó, sin embargo, insistió: “Pues entonces yo también soy libre de hacer lo que me de la gana”, para a continuación amenazar con “ir a la televisión con la grabación”.
El empresario no entiende las reticencias de la entidad: "Una vez que tienen la 'tela', a ellos qué les importa de dónde la he sacado"
Cuatro días después, el empresario volvía a hablar con el abogado. En esta ocasión, Pallardó le anunciaba que el viernes siguiente tenía una cita “con el director general” con el que al parecer ya había tenido una conversación previa en el que el representante de Barclays le había insistido que el trajín de dinero que se traía era “ilegal y todo el mundo va a acabar en la cárcel”. En esa llamada, el presunto cerebro de la trama volvía a inciddir que tenía “una grabación de 40 minutos en la que quedan en evidencia todos los bancos”. Durante toda la conversación, Rafael siguió insistiendo en que no entiende por qué no le dejaban seguir operando como había hecho hasta entonces.: “Una vez que tienen la ‘tela’, a ellos qué les importa de dónde la he sacado”. Pallardó incluso llegaba a sugerir que dicho directivo de Barclays había aceptado regalos de él por hacer la vista gorda: “Voy a ver qué me dice el tío éste, que sé quién es porque ha venido tres veces a mi despacho a ‘coger’ cosas y yo he ido a su despacho a ‘llevarle’ cosas quince veces”,
Durante la conversación, el abogado le recomiendaba otras formas de camuflar su actividad y le sugería que, por ejemplo, venciese las reticencias de la entidad bancaria a sus movimientos de efectivo dejando en la cuenta de modo permanente 2 millones de euros para que pareciera que se dedicaba a la inversión “y se pueda hacer lo otro por detrás”. El asesor fiscal incluso le aseguró que conocía el caso de una persona que “por mantener 50 millones allí le permiten enviar 5 millones al año”. Pallardó incluso propuso abrir una cuenta “a nombre de un chino” y que él sólo aparecería como apoderado para firmar las órdenes de pago.
Anselmo, el 'conseguidor'
Finalmente, las conversaciones entre el presunto integrante de la mafia china y Barclays para mantener su cuenta en Andorra encontraron un supuesto facilitador en un empleado de la entidad identificado por la Policía como Anselmo, quien en una conversación del dl 21 de noviembre de 2011 le aseguraba que había podido hablar con un miembro del comité de ‘blanqueo de capitales’ del banco para intentar vencer sus reticencias. En la conversación, este empleado le sugería qué debía decir para lograrlo:
Anselmo: ¿Qué facturación anual haces?
Rafael Pallardó: En torno al millón de euros.
A: ¿En tus almacenes todo el mundo viene a comprar al por mayor?
R.P.: Sí, todo el mundo lo hace de esa forma y pagan siempre al contado. Tu diles que vengan a ver las facturas cuando quieran y se darán cuenta de que son miles de facturas diarias de aproximadamente cien euros, que son siempre cantidades pequeñas.
A: ¿Qué más podríamos darles para tranquilizarles?
R.P.: Los alquileres, puedo demostrar que pago los alguileres como el de la calle Alibei, por el que pago 18.000 euros, por lo que como mínimo tendré que facturar esa cantidad. Además, tengo cinco trabajadores en Barcelona… puedo aportar y demostrar todo.
A: Si no te preguntan nada del tema de Madrid y los chinos, mejor que no digas nada, que cuantos menos datos tengan mejor. Eso sí, ya no vas a poder con tanta frecuencia este tipo de movimientos en efectivo. Quizá puedas hacer uno al año, pero no con tanta frecuencia como hasta ahora.
R.P.: Pues si lo que quieren es que todo llegue vía transferencia, pues abriré cuentas en tres bancos diferentes y punto.
Las conversaciones entre Anselmo y Pallardó se repitieron días después con idéntico fin: preparar una coartada con la que el empresario barcelonés pudiese justificar los movimeitnso de dinero en efectivo y, así, seguir evadiendo dinero a China a través de Andorra con Barclays. En el sumario no consta si, finalmente, el cerebro financiero de la trama de Gao Ping consiguió convercer a la entidad bancaria,
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