La Policía Nacional ha desarticulado este mes una mafia de inmigración ilegal de ciudadanos chinos con sede en España que por 20.000 euros trasladaba compatriotas desde el gigante asiático hasta Reino Unido. Los investigadores lograron romper el hermetismo habitual de estas comunidades gracias a la colaboración de cinco personas relacionadas con la organización, que ya tienen la condición de testigos protegidos. Su ayuda sirvió para apuntalar una larga investigación que permitió el arresto de 155 personas y conocer las nuevas prácticas de este tipo de redes, cada vez más sofisticadas.
Fuentes policiales informan a Vozpópuli de que a partir de la operación Dijuan se detectaron mejores sistemas de falsificación, pisos patera en diversos barrios de Barcelona, incluso clases de inglés aceleradas para saber qué responder en los controles de los aeropuertos. Pero también un método para hacer llegar a España desde China los pasaportes falsificados sin levantar sospechas. Los documentos llegaban cada semana en paquetes de mensajería de una empresa conocida. Para burlar a las autoridades facilitaban direcciones de personas que nada tenían que ver con la red. Vecinos de Barcelona que en ningún momento llegaban a percatarse de que sus datos personales servían a un entramado de inmigración ilegal.
A través de la posibilidad que dan estas empresas de seguir el periplo del paquete, la red sabía la fecha en la que estaba prevista la llegada y cuando veían aproximarse el día se desplazaban a las instalaciones de la compañía o abordaban al repartidor y firmaban la recepción. De este modo quedaba a salvo de la Policía el punto exacto de sus escondites, pisos en los que introducían a los inmigrantes el tiempo justo y necesario para hacerles nuevas fotos de carnet que aplicar en los pasaportes. El tiempo de escala en España antes de ir a Reino Unido era de entre dos días a una semana. Los gastos de la estancia, la comida, los traslados iban incluidos en el precio. También el asesoramiento o la posibilidad de repetir la operación tantas veces como fuese necesaria.
Algunos de ellos eran descubiertos y detenidos por falsedad documental, pero al quedar en libertad, la organización se hacía cargo de ellos de nuevo. Fue precisamente la repetición de patrones parecidos, principalmente en el aeropuerto de El Prat, lo que activó a los agentes de la UCRIF central de la Comisaría General de Extranjería y Fronteras. Un goteo de casos, siempre con pasaportes falsos de países como Hong Kong, Macao, Singapur… lugares que no precisan visado para acceder a Reino Unido, junto a Irlanda, el destino final de estos inmigrantes que al llegar eran acogidos por sus comunidades allí.
Usaban siempre el mismo sello falsificado, casi indetectable, que acreditaba haber estado antes en un país del espacio Schengen, lo que ayudaba a relajar los controles. Si antes habían estado en un país europeo, era más fácil dar por hecho que todo estaba en regla. La calidad de la falsificación hacía que uno de estos documentos pudiese alcanzar hasta los 2.000 euros en el mercado negro, según cifran los investigadores. Para llegar acudían al consulado español en China y decían viajar como turistas, siempre bien aleccionados por la red que contaba con pasadores que les acompañaban a todas partes, incluido al aeropuerto. En ocasiones también viajaban con los clientes. Los billetes para salir de España los sacaban en el mismo día, lo que limitaba el margen de actuación de las autoridades.
Cinco desencatados colaboraron con la Policía
Cinco de estos aspirantes a llegar a Reino Unido fueron los que accedieron a colaborar con la Policía, que ya seguía los pasos del grupo. Aceptaron la condición de testigos porque estaban desencantados con los servicios prestados por la red, según admiten los investigadores a este periódico. Lo consideran un hito en este tipo de operaciones debido a las dificultades del idioma y la desconfianza habitual hacia la policía de estos ciudadanos acostumbrados a no tratar con personas ajenas a su comunidad.
La organización estaba fuertemente jerarquizada y cada miembro tenía perfectamente delimitadas sus funciones. Los captadores de clientes así como los falsificadores están en China. También sus principales líderes por lo que ya se ha cursado la correspondiente solicitud de colaboración a las autoridades asiáticas. En España residían los pasadores que, ante el aumento de detenciones en Barcelona, empezaban a probar mejor suerte en otros aeropuertos como el de Ibiza o incluso el de Madrid-Barajas.
Con la autorización del juez, una veintena de agentes se dedicó durante al menos año y medio a seguir y vigilar a los cuatro cabecillas de esta red en España. Con años de residencia legal en España, vivían en sus propios pisos y rara vez metían en ellos a los inmigrantes. Los últimos pisos patera fueron detectados en Santa Coloma de Gramanet y Badalona, pero era habitual que cambiasen regularmente de ubicación para pasar desapercibidos. Eran meticulosos, también en sus comunicaciones a través de WeChat, la aplicación de mensajería móvil más usada en China.
155 detenidos
Entre cinco y doce personas podían llegar a compartir estos domicilios, siempre localizados en lugares con fuerte presencia de inmigración china para no llamar la atención. La operación se saldó con 155 arrestados, que aportaron a las arcas de la trama más de 3 millones de euros. Pero el negocio cosechó cantidades muy superiores. Los investigadores son incapaces de determinar el número de personas que lograron llegar a su destino antes de la operación. Se da por hecho que las cuentas del grupo están en China, otro punto que deberán averiguar las autoridades de su país.
Tres de los cabecillas -entre los que hay un matrimonio- siguen en prisión, según las mismas fuentes. En los registros se les incautaron 11.250 euros y 16.000 yuanes en metálico. Se les acusa de falsedad documental, un delito contra los ciudadanos extranjeros y organización criminal.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación