Sábado 19 de septiembre de 2009. Faltan pocos minutos para las siete de la tarde cuando suena el teléfono de Mamuka Gogolashvili, un presunto miembro de la mafia ruso georgiana que opera en España. Quien le llama es su jefe, el supuesto máximo responsable del grupo criminal en España: Kakhaber Shushanashvili, alias Kakha. La conversación, intervenida por la Policía dentro de la Operación Java, es de ‘negocios’. Mamuka señala al supuesto capo que él “y los chicos” han estado en Tarragona a “recoger el dinero” y que hace ya una hora que han salido de la ciudad catalana. “He visto a chicos que tenían divisas de otro país y querían cambiar, pero te comentaré con más detalla más adelante”, señala a Kakha. Éste, sin embargo, se muestra escéptico sobre ese posible negocio ya que asegura saber que se trata de la divisa de un “pequeño país europeo y no las podremos cambiar”.
En ese momento, los dos presuntos mafiosos comienzan a hablar de “españoles”, de ‘clientes’ que entran en contacto con ellos para lavar dinero y, más en concreto, del directivo de una entidad financiera que, supuestamente, quiere negociar con ellos una importante operación de blanqueo por la que ofrece pagarles un 5% de comisión. Kakha le dice a su subordinado que “si nos ofrece el 10% tendré que pensar si lo hacemos o no, porque por el 5% que nos da no lo voy hacer. Si fuese tan fácil no vendría a nosotros”, resalta antes de calificar al banquero literalmente de “un cerdo” que quiere ‘lavar’ 100 millones de euros. Mamuka, incluso, aumenta esta cifra, ya que dice que esa es la primera cantidad “para empezar” y que luego puede llegar a ser “seis veces esa”, es decir, 600 millones de euros.
-Kakha: Siendo tanto [dinero] tendrá que darnos el 10 por ciento.
-Mamuka: Tendrá que aceptar, no le quedará otro remedio.
-Kakha: Cinco millones [se refiere a la comisión del 5% por el blanqueo de los 100 millones] sería poco, porque tenemos que repartir entre setenta personas.
Un reciente informe de la Fiscalía señala que la operación de lavado se frustró, por lo que la Justicia no ha podido actuar contra el directivo de la caja implicado
Aquella conversación disparó las alarmas de unos agentes enfrascados ya en la fase final de la Operación Java contra la mafia rusa en España, sobre todo porque nueve días después detectaron un nuevo contacto telefónico entre Mamuka y el presunto capo para hablar sobre el mismo tema. En esta llamada, el primero facilitó a su interlocutor el número de teléfono móvil del banquero español. Ello permitió a los agentes poner nombre y apellidos a éste y saber que era el directivo de una caja de ahorros, en estos momentos fusionada con otras, con una responsabilidad destacada de los fondos de pensiones de la misma. Sin embargo, esa vía de investigación quedó pronto cerrada. Los pinchazos telefónicos, que se mantuvieron durante cuatro meses más hasta que se procedió a la detención de Kakha, Mamuka y otra veintena de presuntos integrantes del grupo mafioso en marzo de 2010, no volvieron a detectar conversaciones sobre dicha operación de blanqueo. La documentación incautada en poder de los arrestados tampoco reveló novedades sobre la misma.
Pese a ello, no se olvidó. De hecho, un reciente informe de la Fiscalía Especial contra la Criminalidad Organizada incorporada a la causa aún habla de esta operación de blanqueo, aunque en el mismo se destacaba que “ese proyecto parece ser que no fraguó y fue abandonado”. La Justicia, por tanto, no ha podido actuar hasta ahora contra el supuesto cliente de la mafia ruso-georgiana al no haberse producido finalmente el delito, según explican fuentes jurídicas. Vozpópuli ha tenido acceso la identidad del banquero, pero al no haber sido imputado ha decidido no hacerla pública, ni tampoco el nombre de la entidad bancaria para la que trabajaba entonces, ya que en estos momentos no figura el sospechoso entre los directivos de la misma tras su fusión con otras cajas.
Dos piezas claves de la trama
La relevancia de dos los ruso-georgianos detectados hablando sobre el ‘encargo’ así como la cantidad de dinero de la que se trataba revelan la importancia de la operación en la que supuestamente estaba implicado el banquero español. Kakhaber Shushanashvili es considerado, de hecho, el máximo responsable en España de la organización criminal ‘Kutaisi’, asentada en nuestro país desde 2005. El máximo capo a nivel europeo de la misma era su hermano mayor, Lasha, al único al que rendía cuentas. Encarcelado aún por esta causa, Khaka volvió a atraer la atención de los medios de comunicación recientemente después de que el juez que ahora instruye la Operación Java en la Audiencia Nacional, Javier Gómez Bermúdez, estuviera a punto de dejarle en libertad con una pequeña fianza. Tres magistrados frenaron ‘in extremis’ su salida de la cárcel, como adelantó este diario.
El capo ruso-georgiana que iba a 'lavar' el dinero está acusado de una larga lista de delitos en España, entre ellos el de conspiración para el asesinato de un mafioso rival
Shushanashvili, sobre el que pesa también una sentencia de extradición a Georgia aceptada por la Justicia española hace más de un año, está acusado en nuestro país de una larga lista de delitos que incluye conspiración para el asesinato, extorsión, amenaza, coacciones, asociación ilícita, blanqueo, tenencia de armas, robo con fuerza, falsificación de documentos y delitos contra la Hacienda Pública. De hecho, se le señala como el presunto instigador del asesinato en Marsella (Francia) de un capo rival. Su detención dentro de la Operación Java frustró en un primer momento aquel crimen. Sin embargo, ya con él detenido, el ajuste de cuentas fue finalmente ejecutado.
Su interlocutor, Mamuka Gogolashvili, es señalado por la investigación también como uno de los peones clave de la organización mafiosa. Los informes policiales aseguran que es uno de los máximos responsables de la organización para el blanqueo de dinero en Europa y responsable de realizar inversiones “de diversa índole”. Una de las formas con las que supuestamente lavaba importantes cantidades de efectivo era a través de los casinos, principalmente de Barcelona, donde acudía conduciendo un flamante vehículo Mercedes y luciendo ropa de marca. El Servicio de Prevención contra el Blanqueo de Capitales (SEPBLAC) llegó a detectar una visita a uno de estos centros de juego en la que realizó cambios de fichas por más de 35.000 euros. Y ello a pesar de que formalmente era un humilde electricista.