Si hay una cualidad que sus compañeros resalten del magistrado Juan José González Rivas esa es su conocimiento técnico del Derecho y su memoria prodigiosa. Hay quien en la Sala Tercera del Tribunal Supremo decía de él que era un Boletín Oficial del Estado "andante", por cómo conocía de memoria las leyes y decretos.
Este abulense de 66 años se ha convertido este miércoles en el décimo presidente del Tribunal Constitucional en España. Es un magistrado de profundas ideas conservadoras y un hombre católico confeso. De hecho, la propia Conferencia Episcopal y el cardenal Antonio María Rouco Varela apoyaron su candidatura como magistrado del Alto Tribunal en el año 2012. Quizás estas ideas religiosas fueran las que llevaran a formular voto particular contra la sentencia del Constitucional que avaló los matrimonios homosexuales en España.
Previamente a aterrizar en el TC, González Rivas fue miembro de la Sala Contencioso Administrativo del Tribunal Supremo durante quince años. Antes, había sido magistrado del Gabinete Técnico del Alto Tribunal y presidente de la Sala Cuarta de la extinta Audiencia Territorial de Madrid.
Miembro de la APM
Sus compañeros de Sala, tanto en el Supremo como en el Constitucional, lo definen como un "jurista riguroso" y "muy teórico" que desprecia las "veleidades políticas" en el campo jurídico. "Es un gran jurista pero no un jurista brillante capaz de crear doctrina", puntualiza uno de sus allegados. El magistrado Juan José González Rivas es miembro de la Asociación Profesional de la Magistratura (APM), la mayoritaria de la Carrera Judicial, y quienes lo conocen destacan de este juez de carrera su trato afable y correcto.
González Rivas ha sido nombrado presidente del Tribunal Constitucional gracias al apoyo del sector mayoritario del tribunal, después de que el también magistrado conservador Andrés Ollero fuera vetado por el PSOE para encabezar el tribunal de garantías por el hecho de haber sido durante dieciséis años diputado del Partido Popular en el Congreso.
Hay quien define dentro del tribunal de garantías al nuevo presidente como un "magistrado gris", sin peso suficiente en el TC como para liderar los difíciles retos con los que se encontrará este órgano en los próximos meses. Otros confían en que estará a la altura de las circunstancias.