La nueva Comisión Europea no estaría en entredicho si Pedro Sánchez no hubiera mantenido a Teresa Ribera en el Gobierno hasta el final. Aferrarse al cargo es mal visto en Bruselas y muy poco habitual. En la carrera de Nadia Calviño a la Presidencia del BEI fue criticado por Margrethe Vestager y jugó en su contra en Francia y Alemania, pero el uso que hizo Calviño de la Presidencia española de la UE rotatoria y el baile de sillones en juego le acabaron saliendo bien. En el caso de Ribera, se ha revelado como un pecado original relevante al que se debe la incertidumbre que planea sobre el Ejecutivo comunitario y que podría incluso costarle el puesto.
Ribera es una candidata impopular entre conservadores y sectores afectados por la transición ecológica, especialmente por el campo y el automóvil, y temerosos de sus políticas y su rechazo sólo recientemente matizado de la energía nuclear, y el PP ya había advertido de que votaría en contra. Pero hasta el 29 de octubre se daba por descontada su confirmación como vicepresidenta de Competencia y Transición Limpia, Justa y Competitiva.
De hecho, el principal motivo que iban a esgrimir los eurodiputados españoles del PPE es un conflicto de interés de su marido cogido por los pelos. Que Mariano Bacigalupo fuera consejero de la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC) con su mujer de ministra para la Transición Ecológica plantea serias dudas de buen gobierno, pero en 2022 fue convenientemente situado en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
El 29 de octubre estalló la DANA en Valencia y el escenario cambió radicalmente para Ribera. No sólo por su responsabilidad en la gestión del agua y de las confederaciones hidrográficas y por la falta de medidas de prevención en el barranco del Poyo y en la Cuenca Hidrográfica del Júcar en sus años en el Gobierno, sino por cómo se escaqueó de la gestión de la tragedia los días 29 y el 30 de octubre y por el relato falaz que dio de lo que estaba haciendo esos días. De hecho, sólo registró una petición para comparecer en el Congreso justo antes del examen del Parlamento Europeo cuando conoció que el PPE bloqueaba su elección.
Vozpópuli desveló el pasado sábado que justo cuando irrumpió la riada, Ribera estaba haciendo lobby extraoficial con parlamentarios europeos en Bruselas y todo indica que mintió sobre sus actividades en la noche del 29, en la que asegura que estuvo conectada telemáticamente a la primera reunión de crisis en Moncloa pero las fotos -que el Gobierno ha retirado- y las preguntas que ha formulado este periódico a algunos de los asistentes apuntan a que no lo estaba. De esa tarde sólo consta un whatsapp que mandó a Carlos Mazón a las 20.20, cuando ya se había mandado la alerta. Su versión también hace aguas sobre cómo fue su mañana el 30 de octubre y puede verse que se incorporó tarde a la segunda reunión de la DANA en Moncloa recién aterrizada de Bruselas.
Censura de parlamentarios extranjeros
Ribera no tiene sólo a todo el PP en contra, sino también al PPE, un paso difícil de conseguir, que ni siquiera Pedro Sánchez logró en septiembre de 2014 cuando ordenó a los eurodiputados del PSOE votar en contra de Miguel Arias Cañete, ya que no pudo evitar que los socialistas europeos validaran al español como comisario. Fuentes del PPE explican que en el caso de Ribera el rechazo general no es tan soprendente, ya que insisten en que ya era una candidata que generaba amplio rechazo, pero el juego de contrapesos llevaba a que la hubieran avalado.
Muy ilustrativo fue el examen a Ribera en el Parlamento Europeo el pasado martes. Además de las críticas de eurodiputados españoles, los populares Markus Ferber, François-Xavier Bellamy, Aura Salla, Fulvio Martusciello, Christian Ehler, Christine Schneider y Dirk Gotink cuestionaron a Ribera por su gestión de la DANA. Ehler y Martusciello le preguntaron si dimitirá si es imputada, Salla por la relación de su Ministerio con la "mafia de hidrocarburos", en alusión al caso Koldo, y Bellamy por el "ataque al Estado de Derecho en España" y a la libertad de expresión y al sistema judicial y en concreto el que la propia Ribera dirigió al juez Manuel García-Castellón en TVE, además de cuestionarle por no asumir su responsabilidad en la DANA. Ferber censuró que no haya comparecido en el Parlamento español.
Christine Schneider le espetó que la diferencia entre las inundaciones en España y en Alemania es que en su país ha habido "un Ministerio de Medio Ambiente responsable". "Ribera no es convincente. Sigue ignorando la DANA en España. No demuestra un sentido del deber y responsabilidad ante los españoles", para Dirk Gotink, que le advirtió de que las "expresiones emocionales sobre la urgencia del cambio climático" no son suficientes para conseguir uno de los principales puestos de la Comisión Europea.
Peter Liese aseguró que Ribera "no convence" y pidió que renegara de su política en España en favor del lobo y en contra de los agricultores.
Aferrarse al sillón
En Bruselas no está bien visto aferrarse al sillón. Vozpópuli ya informó del malestar que Vestager no ocultó por que Calviño, a diferencia de ella, lo hiciera, en la carrera a la Presidencia del BEI. En el caso de Ribera, además, pesa que su candidatura a las elecciones europeas con el objetivo de la Comisión de fondo tienen al Ministerio de Transición Ecológica paralizado desde la primavera.
La mayoría de los comisarios designados que formaban parte de los gobiernos de sus respectivos países han dimitido al ser seleccionados para la Comisión. De 26 comisarios, sólo Ribera, Raffaelle Fitto, Hadja Lahbib y Magnus Brunner no lo han hecho. Quitando a Fitto, entre los vicepresidentes, Kaja Kallas ha dimitido como primera ministra de Estonia el 15 de julio y Stéphane Séjourné dejó el Gobierno de Macron en septiembre nada más ser propuesto tras la dimisión de Thierry Breton.
Tampoco forma parte ya del Gobierno danés Dan Jørgensen, comisario de Energía y Vivienda, con quien está previsto que Ribera trabaje codo con codo.
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