Las encuestas sobre las elecciones del 13 de febrero en Castilla y León -todas excepto el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS)- dan victoria clara del PP sobre el PSOE, aunque tan alejada de la mayoría absoluta (41 procuradores) que al candidato a la Presidencia de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, puede no bastarle para su investidura sumar los dos/tres que obtenga la Unión del Pueblo Leonés (UPL) y necesitar el apoyo de Vox.
Si este escenario se confirma, los populares tienen claro que Mañueco alargará el proceso y no entablará negociación alguna con los de Santiago Abascal hasta que se hayan celebrado en mayo/junio los comicios en Andalucía, para no perjudicar las expectativas de reelección del presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, confirman a Vozpópuli distintas fuentes.
No se trata de si entra o no Vox, finalmente, en los gobiernos de ambas autonomías, como exigen los verdes y rechazan a priori desde Pablo Casado a Mañueco y Moreno -“queremos gobiernos del PP, sólo del PP, sea cual sea el ámbito territorial”, señala una persona del entorno de Casado-; “se trata de gestionar bien el calendario poselectoral” endiablado para los populares que ha dejado el adelanto en Castilla y León, explica otra fuente.
Porque, constituidas las nuevas Cortes, 10 de marzo, el presidente del Gobierno regional en funciones tendrá que empezar, en teoría, la ronda de negociaciones para su investidura. Pero cualquier acercamiento obligado de Mañueco a Vox sería munición gruesa para Pedro Sánchez y su candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía, Juan Espadas, justo en las vísperas de que Moreno disuelva el Parlamento andaluz, por ley, 54 días antes de los comicios.
El PP no se engaña: “el PSOE andaluz es mucho PSOE”, ostenta el poder en seis de ocho diputaciones provinciales -todas menos Málaga y Almería- y gobierna en el 65% de los municipios… La “amenaza” de Vox le puede revivir
Semejante bomba de relojería movilizaría a la izquierda andaluza contra un Moreno Bonilla segundo en las urnas el uno de diciembre 2018 y que, si hoy gobierna con tan solo 26 diputados (la mayoría absoluta allí son 55), es porque la ganadora, la entonces todopoderosa Susana Díaz, se dejó 400.000 votantes en la abstención. Eso la impidió sumar con Podemos y posibilitó a Moreno fraguar la entente con aquel Ciudadanos de los 21 diputados -cinco menos que el PP-, que llevaba a Juan Marín a coquetear incluso con la idea de ser presidente de la Junta.
Esos abstencionistas del PSOE-A con Díaz saldrían de su modorra pocos meses después, en las elecciones generales del 28 de abril de 2019, más que para respaldar a Pedro Sánchez frente a Casado, para hacer frente Vox, lo cual ocupó buena parte de su campaña a La Moncloa; y no solo eso: Todavía con la aureola de su primer gobierno bonito y de haber derrotado a Mariano Rajoy en la moción de censura de junio de 2018, Pedro Sánchez se benefició de la “amenaza” de la ultraderecha con algunos votos más procedentes de Unidas Podemos.
Mañueco y Moreno Bonilla
El PP tiene lo tiene muy presente y cree que, así como en Castilla y León lleva gobernando 34 años seguidos y será muy difícil una suma de izquierdas con los partidos de España Vaciada en torno al candidato socialista, Luis Tudanca, en Andalucía la reedición del primer gobierno de centro-derecha tras 40 años de socialismo “no está asegurada”, digan lo que digan los sondeos.
Sánchez está desgastado por la gestión de la pandemia y la crisis, y un Juan Espadas estancado en los 33-34 escaños frente a Moreno Bonilla (44-45) teme la contestación interna susanista… Pero tanto Génova como el hoy inquilino en San Telmo no se engañan. “El PSOE andaluz es mucho PSOE”, recuerdan, preside seis de las ocho diputaciones provinciales -todas menos Málaga y Almería- y gobierna las alcaldías en el 65% de los municipios de una autonomía con casi nueve millones de habitantes que, en buena medida, sigue siendo granero de voto socialista después de casi cuarenta años de gobiernos ininterrumpidos.
“Si Vox bloquea la investidura de Mañueco y eso obliga a repetir elecciones en Castilla y León, se repiten”, señala una alta fuente popular
Por eso, en cuanto se cierren las urnas el 13F en Castilla y León todo el partido se volcará en reeditar el primer Gobierno popular andaluz, “y si Vox bloquea la investidura de Mañueco y eso obliga a repetir elecciones en Castilla y León (a los seis meses) para no vernos relacionados con Vox, se repiten”, llega a decir rotundo uno de los consultados. Como rige la misma legislación que en generales, si, pasados dos meses desde la primera votación de investidura, Mañueco no ha logrado ser elegido presidente, las Cortes se disuelven automáticamente y se convocarán nuevos comicios.
Para no pocos en Génova y en otras federaciones, que dan por descontado que, llegado el caso, Mañueco retrasará la convocatoria del pleno de investidura todo lo que pueda para que no empiecen a correr los dos meses de plazo, la repetición electoral sería hasta un mal menor. Un acercamiento prematuro a los verdes comprometería hasta las opciones de Casado de llegar a la Presidencia del Gobierno. Por eso, tanto la Dirección Nacional como Mañueco y, sobre todo, Moreno Bonilla, cruzan los dedos para que la investidura en Castilla y León no dependa de Abascal.
Creen que la clave va a estar en la participación: si llega o supera al 62%, las posibilidades de que el PP logre mayoría absoluta crecen exponencialmente porque se encarecería el coste en votos del procurador para Podemos, Ciudadanos y España Vaciada; por contra, una baja participación atomizará más las Cortes y complicará la gobernabilidad a Mañueco.
Así las cosas, ya solo queda saber la fecha de los comicios en Andalucía y si el PP pactará o no una candidatura conjunta con un Ciudadanos en trance de desaparición cuatro años después del espectacular resultado logrado por los de Juan Marín.
Una decisión puramente estratégica que el PP tomará muy a última hora y dependiendo de lo que digan los sondeos sobre el futuro naranja: hay provincias como Sevilla, Málaga, Cádiz y Almería donde todavía pueden sacar escaño por sí solos y rentabilizar cada voto; y otras, como Jaén o Córdoba; donde “mantener la sigla hará que el 2 o el 3% de voto que saquen vaya a la basura porque no logre el mínimo para sacar escaño”, añade una fuente del PP andaluz.