Desde ahora la Gran Vía madrileña es diferente. Unos bloques de cemento, similares a los que vemos en las carreras urbanas de Fórmula 1, separan los peatones de los coches. Es el principio de la reducción de un carril por dirección y de la prohibición de circular a los coches privados.
El Ayuntamiento informó que en cuatro noches se instalarán 700 barreras en 1.400 metros lineales y se señalizará la Gran Vía con 5.400 metros cuadrados más para los peatones en total, y un carril bus taxi y un ciclocarril por cada sentido.
Cada una de estas barreras pesa casi 800 kilos, lo que ha exigido un gran esfuerzo para decenas de trabajadores, mientras la Policía Municipal colaboraba para evitar más atascos de los que habitualmente se producen en la zona.
El viernes estará todo preparado para el dispositivo de Navidad y la nueva configuración de esta calle que permitirá al peatón tener más protagonismo y echar del centro al coche privado, principal objetivo del Gobierno de Manuela Carmena.
No son nuevas
Muy pocos en Londres se atreven a ir de compras en su coche a Oxford Street, la Quinta Avenida en Nueva York o Los Campos Elíseos en París. Esas ciudades llevan muchos años poniendo trabas al coche privado bien sea por la prohibición de circular o por los precios desorbitados del aparcamiento.
En Madrid las restricciones para circular por el centro no son nuevas. Ya las puso en marcha el Gobierno del PP. Sin embargo taponar el eje Este/Oeste puede significar un daño muy importante al tráfico urbano. Cerrada la Puerta del Sol hace años, queda la Gran Vía y los bulevares (Alberto Aguilera/Sagasta/Génova) para atravesar la ciudad.
El cierre total al tráfico privado se producirá en junio. Desde ahora hasta ese mes los automovilistas se podrán entrenar en los atascos que va a producir una medida sin precedentes. Además, los bulevares, la alternativa natural, han visto reducido un carril a favor de las bicis, lo que garantiza que las dificultades entre el Este y el Oeste van a ser constantes.
La invasión del centro
El próximo lunes comienza un mes loco en el que el centro de Madrid se vuelve una muchedumbre. Una marea urbana recorre las principales calles del centro buscando regalos de Navidad, comprando recuerdos o simplemente paseando.
La situación ha sido peligrosa en los últimos años. Incluso se llegaron a cerrar las estaciones de Gran Vía y Sol para evitar que más personas pudieran salir al exterior cuando la calle estaba ya saturada. Ahora Madrid cree que ha llegado el momento del peatón y le ha declarado la guerra al coche privado.
El Gobierno de Manuela Carmena está convencido de que medidas de apoyo al peatón y ataque al coche le van a dar votos y así lo han transmitido en algunas reuniones informales. Y como cree en la medida ha echado toda la carne en el asador.
Los comerciantes y restaurantes de la zona de Gran Vía están divididos. Algunos dicen que la medida lleva más gente a las tiendas. Los restaurantes y los hoteles se quejan de que el negocio no marcha con las prohibiciones.
Ambos se quejan de la falta de diálogo con el Ayuntamiento, que sin embargo dice que habla con todos los colectivos. “Nos comunican las cosas y eso no es hablar y negociar, eso que ellos tanto pregonan”, afirma una persona que vive de su negocio en la zona.
Los empresarios creen que cortar el tráfico Este/Oeste es una locura que perjudica a sus negocios y critican la falta de peso de la patronal CEIM “que no hace nada por defendernos de este Ayuntamiento, como tampoco lo hacía con Gallardón”, afirma un empresario afiliado a una asociación de CEIM que está pensando darse de baja.
El principio del fin
El Ayuntamiento ha informado que el dispositivo de Navidad es el inicio de la nueva Gran Vía, que será reformada para dar más espacio al peatón, a partir de principios del año que viene, que empiezan las obras.
“Se mantendrá –señalan- la configuración de Navidad con dos carriles por sentido para la circulación después de las fiestas. Se ampliarán las aceras y zonas peatonales de la Gran Vía y su entorno dentro del proceso de apertura definitivo de la calle a los peatones”.
El objetivo de la nueva Gran Vía es que forme parte de la futura Área de Prioridad Residencial (APR) de Centro, llamada Área Central Cero Emisiones (ACCE), que comenzará en junio.
“Esta área –añaden- supondrá la extensión de las APR actuales, con un perímetro más claro e intuitivo, formado por las rondas y bulevares, y sin calles de libre circulación. El acceso solo estará permitido para residentes y los vehículos que se incluyan en las excepciones, con lo que servirá para eliminar el tráfico de paso y los viajes al centro que pueden hacerse en transporte público”.
El Gobierno de Manuela Carmena señala que el objetivo principal de la ACCE es “reducir la contaminación en el centro, que sufre una gran presión tanto por ser uno de los focos económicos, culturales y de ocio de la ciudad como por ser hasta ahora uno de los itinerarios frecuentes para cruzar la ciudad”.
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