Comencemos por los hechos. Durante esta última legislatura el PP castellano-manchego de María Dolores de Cospedal ha reformado la ley electoral autonómica. El cambio clave fue la reducción en 2014 del número de parlamentarios codificado en el Estatuto de Autonomía. Como bien explica aquí Josu Mezo, hasta ese momento se establecía una horquilla de 47-59, quedando la cifra fijada en 49. Ahora debía estar entre 25 y 35, limitándose a 33. La reducción efectiva fue de prácticamente un tercio de los escaños. Consecuentemente, el reparto de escaños por circunscripción (provincia) también se modificó, reduciéndose en todas ellas: Albacete pasaría de 10 a 6 escaños; Ciudad Real, de 11 a 8; Cuenca y Guadalajara bajarían de 8 a 5; Toledo, de 12 a 9. Así se llegó a los comicios del pasado domingo.
Sigamos ahora con las suposiciones razonables. Parece lógico asumir que ningún partido tiene por hábito aprobar leyes que vayan a perjudicarle. Esta reforma no fue una excepción. De hecho, el partido de Cospedal ya intentó una modificación en 2012 que no llegó a aplicarse plenamente. El objetivo tanto de aquélla como de la de 2014 se intuye fácilmente. Un menor número de escaños tiende a beneficiar a los partidos más votados en el reparto, como lo era y lo esperaba seguir siendo el PP manchego. Siguiendo la fórmula empleada en los comicios españoles, la ya famosa d’Hondt, al reducir los asientos a distribuir las formaciones con más votos disponibles cuentan con una ventaja aún mayor por los pocos que quedan. Cabe recordar que d’Hondt funciona de la siguiente manera: se divide el número de votos conseguido por cada partido entre números consecutivos (1, 2, 3, 4… n) que representan la cantidad de escaños a repartir, formando una tabla con restos en la cual se asignan los escaños a los valores más altos. Lógicamente, las formaciones con más sufragios recibirán su “premio” más pronto. Esto no es único de d’Hondt, claro está: el factor crucial es el número de parlamentarios, no la fórmula empleada.
¿El PP ha salido, pues, ganando? Sí, pero en realidad no
La prima para los más votados no es en cantidad absoluta de escaños. No puede serlo: la cámara es ahora más pequeña. La ventaja conseguida es en proporción sobre el total de la cámara. En una supuesta legislatura de 49 escaños donde el partido más votado obtiene 21, esto implica un 43% aproximadamente del total de la asamblea. Por contra, si su tamaño se reduce a 33 y el más votado se queda en 16, ha perdido sitios pero ha ganado en proporción, que es lo que importa: de 43% a 48%. Esto es, tal cual, lo que ha sucedido con el PP en las últimas elecciones a Castilla-La Mancha.
Las siguientes tablas muestran el recuento siguiendo d’Hondt para cada provincia de la autonomía, resaltando de manera diferenciada el reparto de escaños según el tamaño actual de la cámara (33) y según el de 2011 (49). Abajo a la derecha se incluye una suma para toda la Comunidad, donde aparecen las cifras arriba referidas. ¿El PP ha salido, pues, ganando? Sí, pero en realidad no.
De los hechos a las suposiciones razonables, y de ahí a las hipótesis. Imagino que los populares no tuvieron en cuenta que la prima en proporción de escaños podría no ser suficiente para llegar al 50%. Esto no resulta para nada descabellado teniendo en cuenta que la reforma se llevó adelante antes de que Ciudadanos empezase a subir en las encuestas. El partido conservador no tenía razones de peso para esperar una gran pérdida de votos que pudiera ser recogida por un potencial socio de gobierno. Y sin embargo eso es justo lo que sucedió. La barrera efectiva (no la legal) para entrar en la Asamblea manchega ha estado por encima del 8.65% del voto recibido por Ciudadanos. El centro-derecha ha desperdiciado 93.672 votos. En las tablas se observa cómo: la formación habría obtenido cuatro asientos con el formato de 49 diputados, haciendo descender la proporción de escaños del PP. Por contra, en tanto que Podemos ha quedado tercero y sí ha logrado colocar a tres parlamentarios, la suma con el PSOE llega al 52%.
Por tanto, y dejando de lado futuras negociaciones aparte, parece claro que la ambición sin mesura y sin falta de predicción de Cospedal y su equipo les ha hecho tenderse una trampa a sí mismos. Este es, posiblemente, uno de los mejores casos de auto-trolleo electoral involuntario de la historia.
Fe de erratas: por un error en el traslado de datos desde la fuente, en una versión anterior se afirmaba que el PP podría haber pactado con Ciudadanos una mayoría de no haber existido la reforma electoral, cuando no es así a la luz de las simulaciones.
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