La agresividad mostrada por Albert Rivera hacia Mariano Rajoy en el debate a cuatro del lunes evidencia lo difícil que será alcanzar acuerdos después del 26-J. En el caso de que el PP no logre una mayoría holgada, con mayor número de votos y de escaños de los que cosechó el pasado diciembre, se abrirá la puerta a todo tipo de posibilidades y combinaciones. La fórmula más acariciada en Génova es la de que un retroceso sustancial de Pedro Sánchez y un resultado discreto de Ciudadanos haría posible una abstención de ambas formaciones para permitir al menos la investidura del líder del PP. Siempre y cuando, naturalmente, los populares hayan mejorado sus resultados. Esta teoría, mera especulación por el momento, se antoja ahora mismo casi una misión imposible, a la vista de cómo se desarrollaron las distintas posiciones en el plató del gran debate. "Hasta que no se cuente la última papeleta, resulta baladí darle vueltas al muñeco de los pactos", señalan fuentes del PP a Vozpópuli.
La actitud tan beligerante de Rivera para con Rajoy, a quien le echó en cara los 350.000 euros recibidos bajo cuerda según los papeles de Bárcenas, se entiende en el PP como una señal evidente de que Ciudadanos no va a admitir fórmula alguna de entendimiento en la que figure el actual presidente en funciones. "Fue una voladura total de los puentes del diálogo, al menos eso es lo que el candidato de Ciudadanos dio a entender", comentaban estas fuentes. Rivera fue más firme, tajante y contundente que en ocasiones anteriores a la hora de subrayar que Rajoy no puede impulsar ningún proyecto de regeneración de nuestro país. Una letanía que el partido naranja ha repetido con insistencia a lo largo de estos seis meses de negociaciones, pero que en la noche del lunes cobró una intensidad muy especial.
"Fue una voladura total de los puentes del diálogo, al menos eso es lo que el candidato de Ciudadanos dio a entender", comentaban fuentes 'populares'
Ni rectificación ni paso atrás
Los dirigentes de Moncloa se malician que Rivera no va a dar marcha atrás y que incluso ya ha sellado algo parecido a un acuerdo con el PSOE para que, antes de sentarse a hablar con el PP, bien sea de investidura o de colaboración parlamentaria, Rajoy deba echarse a un lado, renunciar a cualquier posibilidad de encabezar un gobierno en aras del bien de su partido y de España. "Pretenderán plantear una especie de renuncia patriótica", señalan, algo a lo que, según sea el resultado que arrojen las urnas, será muy difícil negarse, añaden.
Rivera sería una especie de 'ariete' de ese pacto entre Ciudadanos y el PSOE para derribar a Rajoy de su actual peana, para obligarle a retirarse de la primera línea de la política. El dirigente de Ciudadanos se mostró muy comprensivo con Sánchez en el pulso televisivo, sin apenas referencia alguna a la corrupción que sacude desde hace décadas al socialismo andaluz. El secretario general del PSOE actuó a la recíproca. Ni un reproche hacia el candidato de Ciudadanos, con quien se recuerda ahora que ya erró un pacto de más de dos meses. Ese pacto no está en vigor pero sigue vivo, comentan en Génova.
Terceras elecciones
Será entonces el momento de plantear que, sin Rajoy, todo es posible. Con él, no habrá nada que hacer y entonces el fantasma de las terceras elecciones empezaría a cobrar cuerpo. Un espectro terrible del que todos abominan. Esta teoría de la jubilación del jefe de filas del PP es algo más que una sospecha. Altos dirigentes del actual partido en el Gobierno ya vislumbran que esta alternativa, lejos de resultar descabellada, se tornará inevitable. Lo deslizan en sus conversaciones con periodistas, con empresarios y con dirigentes de otros partidos. Los sondeos no anuncian por ahora un avance significativo de los populares. No se moviliza a los abstencionistas y la recuperación del voto fugado hacia Ciudadanos se percibe a un ritmo más lento del previsto. El resultado del pulso televisivo quizás congratule a los simpatizantes, pero nadie imagina que vaya a atraer demasiado voto perdido.
Los sondeos no anuncian un avance significativo del PP. No se moviliza a abstencionistas y la recuperación del voto fugado a C's es más lenta de lo previsto
Sánchez no va a pactar con Podemos, eso está claro. Y menos si queda como tercera fuerza, tal y como señalan los sondeos. Quizás ni siquiera esté vivo políticamente cuando empiecen a moverse estas piezas poselectorales en busca de pactos. El PSOE, para entonces, tan sólo tendría una salida: abstenerse para que gobierne el PP, aunque sea tan sólo un par de años. Pero sin Rajoy, por supuesto.
El encargado de transmitir la exigencia sería Rivera. Este paso provocaría, de acuerdo con estas fuentes, una reflexión intensa en las altas instancias del PP. El presidente en funciones tan sólo admitiría tal posibilidad en el caso de que los resultados de junio sean muy negativos. "Si tiene más respaldos que el 20-D no habrá quien le tosa, ni Rivera, ni Sánchez, ni nadie", señalan. Mantendrá inamovible su posición actual, es decir, el derecho del partido más votado a gobernar. En ello insistió precisamente en el debate televisivo. Igual que Rivera insistió en lo contrario, esto es, en que debe irse.
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