Alicia Sánchez-Camacho no se siente desautorizada por su partido. El lunes, después de la "tormenta de barones" contra su polémica propuesta de financiación autonómica, se trasladó a Moncloa y allí recibió un mensaje de comprensión y ánimo por parte de Mariano Rajoy, según confesó la líder del PP catalán a miembros de su equipo.
Después de 24 horas de fuertes turbulencias, en las que algunos presidentes regionales del PP amagaron con distintos niveles de rebelión, Sánchez-Camacho plegó velas, matizó su mensaje, se deshizo en guiños a sus compañeros y se excusó por no haber sido entendida en su propuesta. El presidente del Gobierno, por su parte, acudirá el lunes al Comité Ejecutivo de su partido con el objetivo de tranquilizar los ánimos de los líderes autonómicos, muy irritados con la línea de acción de su compañera de Cataluña.
Las formas la hundieron. Miembros del PP catalán reflexionaban el martes sobre el grave error que supuso filtrar a 'El País', primero, y en declaraciones a la SER, después, el contenido del documento de trabajo que la líder catalana iba a presentar en su primera comparecencia en los "maitines" de Génova. El documento, en efecto, lo aprobó el congreso del PP catalán hace un año. Incluso Alberto Fabra, presidente de la Comunidad Valenciana, lo había asumido meses atrás como guía. Y lo conocía Jorge Moragas, el jefe de Gabinete de Mariano Rajoy, quien actúa como su interlocutor de Moncloa.
Error de estrategia
Pero Sánchez-Camacho erró su estrategia al trasladar en sus declaraciones radiofónicas la idea de que Cataluña merece un trato diferencial porque es una Comunidad singular. Cierto que la líder catalana insistió en que su propuesta estaba supeditada a la Lofca y en que las aportaciones de fondos habrían de tener un objetivo finalista, igual que ocurre en la UE. Pero el mal ya estaba hecho.
Sus precipitadas declaraciones, entendidas como un planteamiento similar al que hacía CiU antes de emprender su camino hacia la independencia, provocaron una febril reacción contraria entre algunos barones regionales, en especial Madrid, Valencia, Aragón, Rioja. La secretaria general del partido, Dolores de Cospedal, forzada a templar los ánimos internos, fue suave en su firmeza y simplemente informó de que la propuesta no era más que una opinión.
En la misma mañana del lunes, Camacho fue recibida por Mariano Rajoy en la Moncloa, donde recibió palabras de comprensión y de ánimo, según la dirigente catalana. Rajoy la exhortó a seguir moviéndose frente a la escalada secesionista de CiU y planteando propuestas en insistiendo en la línea de hacer pedagogía ante la sociedad catalana, según sus palabras. También le trasladó claramente el mensaje de que nada se le puede prometer al Gobierno catalán sobre financiación porque ni es el momento ni hay dinero. Fuentes del PP aseguran que el recelo que despierta en Génova el crecimiento del partido Ciutadans en todos los sondeos ha propiciado esta presión sobre Camacho, a quien no la observan como la figura que lidere las fuerzas no nacionalistas capaces de frenar el delirio de Mas en Cataluña. En este estado de cosas, se pierde la tranquilidad y se disparan los nervios.
Con Cristóbal Montoro se vió ayer la líder catalana, y recibió un mensaje parecido al de Rajoy. No toca ahora hablar de negociar el tema de la financiación autonómica, de eso se empezará a hablar a finales del año próximo, y antes hay que terminar de enveredar la crisis económica. No hay un euro para prometerle nada a nadie. Ni a Convergencia ni a Cataluña, fue el resumen del encuentro con el titular de Hacienda.
Ahora queda escrutar en qué queda esta agitada tormenta que demuestra, en primer lugar, la enorme sensiibilidad del PP ante el desafío catalán y, también, lo poco dispuestos que están algunos dirigente regionales, que luchan afanosamente por cuadrar sus presupuestos y controlar sus déficits, a aceptar determinados agravios comparativos.
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