El Gobierno está enfrascado en una labor de pedagogía con el empresariado catalán. Varios ministros se encargan de esta labor de 'catequesis' para contrarrestar la propaganda oficial del nacionalismo. Mariano Rajoy retorna la semana que viene a Cataluña, también a un foro económico/estratégico, pero no se encontrará con Mas, según fuentes de la Generalitat.
Primero fue Gallardón, hace unos días ponente en Barcelona en la tertulia financiero/política 'Puente Aéreo' que promueve el ex dirigente del PP catalán Enrique Lacalle. El miércoles fue De Guindos, que compareció ante empresarios en Salou. Este jueves le correspondió a la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, quien presidió la entrega de premios Ferrer Salat que concede la patronal Fomento del Trabajo, en un acto muy tradicional al que concurre "todo Cataluña". Fomento vive una tormenta interna desde que dió el paso de no sumarse a la plataforma 'Derecho a decidir', que impulsan los nacionalistas.
Atemorizados y recelosos
Soraya Sáenz de Santamaría aprovechó la relevancia de la audiencia para lanzar un improvisado mensaje sobre la actual deriva de Cataluña. Artur Mas figuraba entre los invitados pero dió un sonoro plantón una hora antes del acto. El presidente de la Generalitat se sintió preterido por los organizadores. La presencia de Sáenz de Santamaría le relegaba a un segundo puesto en la ceremonia. Se había acordado que Mas hablase después de Soraya como presidente, pero se estableció que Sáenz de Santamaría hablara finalmente en segundo término porque no ejerce de vicepresidenta, sino de presidenta en funciones dado que el presidente Mariano Rajoy está de viaje oficial en la Cumbre Iberoamericana.
Pero no era Mas el objetivo de las palabras de la vicepresidenta, sino los empresarios catalanes, tibios, desconcertados, huidizos, que no se definen claramente ante el reto secesionista y muy renuentes a manifestar en público sus recelos y temores con los que se explayan, salvo excepciones, en privado. Catequesis y pedagogía, es la estrategia del Gobierno del PP hacia este colectivo, muy bien retratado este miércoles por The New York Times en su pieza sobre los industriales del cava. El presidente de Freixenet, José Luis Bonet, portavoz de tan sensible sector, declaraba en el rotativo estadounidense que "Cataluña es parte esencial de España" y que "los empresarios tienen derecho a preocuparse si los políticos crean tensiones". Mucha cuidado que llega la Navidad.
Estos empresarios acaban de tomar nota del portazo del COI a la candidatura de Barcelona para celebrar los Juegos de Invierno de 2022. Cataluña no está madura ni en infraestructuras ni en nivel deportivo, le vinieron a decir al alcalde Xavier Trias, el convergente que en pocos años derivó de conservador sensato a desaforado secesionista. Fue él quien dijo, tras el fiasco de Madrid 2020, que "sólo Barcelona podía organizar unos Juegos en España. Se vio que no. Bofetada en la boca, por imprudente.
También esta semana llegó la rotunda advertencia del presidente de la Cámara de Comercio de los EE.UU. en España, quien advirtió de las dificultades que encontrarán las empresas catalanas en el caso de que se plantee seriamente el proyecto independentista que abanderan Convergencia y ERC.
La estrategia de la Moncloa
La estrategia de Moncloa tiene dos líneas. En el plano político, responder con firmeza pero sin excesos a Artur Mas y su teoría de "un pueblo en marcha" y, al tiempo, forzar a Convergencia a distanciarse de ERC. Las llamativas declaraciones de Duran i Lleida sobre el riesgo de una declaración unilateral de independencia, suavizadas 24 horas después, van por ese camino. Duran dejó caer que el matrimonio CiU puede romperse si Mas sigue adelante con su anunciada consulta popular. No es que al dirigente de Unió tenga demasiado peso en la coalición que gobierna Cataluña, pero sí goza de cierta anuencia en el mundo económico. Su amistad con García Margallo, al cabo, su valedor político en el Gobierno, le convierte en una pieza que presta buenos servicios a los movimientos monclovitas.
La otra línea pasa por la negociación prudente y silente que desarrollan los hombres de Cristóbal Montoro y de Ana Pastor con sus interlocutores de la Generalitat. No se trata de un "cambio de cromos" pero sí de buscar una salida alternativa al plebiscito en determinadas áreas económico/fiscales. Este diálogo nunca se ha roto. Esos puentes siguen abiertos. Hacienda y Fomento controlan la discreta manija.
La excusa del Mediterráneo
Rajoy vuelve el próximo día 23 a Barcelona, cinco meses después de su último desplazamiento, destino Tarragona, donde evitó los mensajes y la polémica sobre el nacionalismo y se centró en el enunciado de su discurso, "Política y crédito". En esa ocaisón estuvo acompañado por la secretaria general del PP, Dolores Cospedal. Un mes antes, en mayo, coincidió con Artur Mas en la inauguración del Salón del Automóvil, acompañado de la ministra Ana Pastor, donde dejó caer aquello de "no se puede aspirar a nada grande si no se es grande".
Su regreso a Barcelona es obligado ya que se trata de poner en marcha el Foro Mediterráneo Occidental, el llamado 5+5 que organiza en Ministerio de Asuntos Exteriores. Asistirán responsables de Exteriores de Italia, Portugal, Francia, Italia y Malta así como representantes de Marruecos, Argelia, Libia, Mauritania y Túnez. Un montaje de García Margallo quien tiene voz propia en el Gobierno a la hora de afrontar el problema catalán. Y esa voz se escucha con atención en el principal despacho de la Moncloa.
No está prevista la asistencia del presidente de la Generalitat dado que esa jornada tiene sesión en el Parlament. No habrá, previsiblemente, encuentro entre Rajoy y Mas, que no se hablan desde la entrevista secreta en Moncloa de finales de agosto. Rajoy se hartó de los incumplimientos de Mas con los compromisos que adquirió en esa reunión. Por eso ha aligerado su agenda de desplazamientos a Cataluña. Recibe empresarios catalanes en Moncloa y conversa con algunos de ellos telefónicamente. pero nada de encuentros con Mas, para evitar la imagen del "intercambio de cromos" y para poner en evidencia que jugadas políticas como la publicación del listado de deudas del Estado hacia Cataluña son trampas y golpes bajos, ajenas a la "lealtad" que proclama el líder catalán. Y el episodio de la noche del jueves con la vicepresidenta, no ayuda tampoco a despejar desencuentros y a aunar posturas.
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