Mariano Rajoy, que hoy regresa a Barcelona después de cinco meses, no ha vuelto a hablar con Artur Mas desde el encuentro secreto de finales de agosto. Y hoy no tiene previsto dedicarle ni un minuto. En su agenda sólo figuran los actos referidos al Foro Económico del Mediterráneo Occidental, motivo de su visita. Otro lío de protocolo en ciernes. Artur Mas se prodiga en desplantes hacia el Gobierno Central. García-Margallo telefoneó al conseller de Presidencia, Francesc Homs, precisamente para puntualizar este aspecto. El presidente de la Generalitat está invitado a las sesiones pero sin derecho a discurso. Pedía tres minutos de salutación, dicen desde su Gobierno. No ha lugar, responde Margallo. "El protoclolo está elaborado desde hace semanas y sólo toman la palabra le presidente del Gobeirno anfitrión y los representantes de Portugal y Mauitania". Duran i Lleida también había mediado en favor de su President, pero recibió la misma respuesta.
Precisamente Homs, la mano derecha del President desde que Oriol Pujol tuvo que desaparecer de escena por sus problemas con asuntos de corrupción, actuaba hasta ahora como un interlocutor especial y discreto con la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. No se entendían mal, actuaban con pragmatismo y engrasaban algunas situaciones necesitadas de un tratamiento especial. Sin embargo, desde el desaire de la velada de Fomento del Trabajo, en la que Mas dió plantón a Santamaría, las relaciones entre los 'segundos' de ambos gobiernos se ha quebrado, según fuentes de Convergencia. La vicepresidenta del Gobierno comentó con enorme prudencia y ponderación el incidente, pero tomó buena nota. Desde entonces, no ha habido comunicación. Esta semana ha sido Margallo el encargado de hablar con Homs. Entre oras cosas porque el Foro del Mediterráneo que lleva a Rajoy a Cataluña lo organiza, y lo financia, el Ministerio de Asuntos Exteriores.
Tensiones continuas
Es "la revancha de Rajoy" de la que habla la prensa orgánica catalana. Artur Mas quiere sacar la cabeza en todos los actos que tienen lugar en Cataluña y en los que aparece un representante del Estado. Y los servicios de la Moncloa le ponen en su sitio. El protocolo oficial hay que cumplirlo. Nada de flexibilidad ni de contemplaciones. El Gobierno central recibió como una bofetada artera el documento de la deuda pendiente de casi 10.000 millones de euros por parte del Estado hacia Cataluña. Un manual de agravios lleno de trampas y de falsedades, lanzado con el único objetivo de calentar los ánimos de la sociedad catalana e insistir en la teoría del "Madrid nos roba".
Los puentes de diálogo, a los que siempre hace referencia Rajoy, son ahora práctiamente inexistentes. Tan sólo funcionan los que siempre han mantenido el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, con el conseller de Economía, Andreu Mas-Colell, obligados a negociar tanto por asuntos del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) como por las propias necesidades de financiación de la Generalitat, prácticamente en bancarrota. Colell, un catedrático de reconcoido prestigio, con fama de pragmático y algo alejado de los delirios soberanistas de su presidente. Montoro, sabe que al final, la única alternativa al plantemaiento secesionista de Mas pasa por un acuerdo sobre asuntos fiscales. Y en ello está.
Un diálogo fundamental, una línea de comunciación que no se ha roto entre otras cosas, porque el Govern está encesitado de los fondos que llegan del Estado. "El Banco de España es la única puerta a la que podemos llemar para obterner fondos", reconoció en su día el conseller catalán.
Comisión Bilateral
Tan enquistadas están las relaciones que el PSC se ha metido por medio, dispuesto a sacar tajada. El portavoz socialista en el Parlamento catalán ha decidido presentar una interpelación al Gobierno autonómica para instarle a que reclame formalmente la convocatoia de la Comisión Bilateral Gobierno-Generalitat que no se reúne desde hace más de dos años. Quiere el PSC que se evidencie públicamente el estado de las relaciones entre el PP y CiU ya que su propuesta parlamentaria tendrá que someterse a votación. "Así veremos si ambas partes tienen intención de negociar y dialogar, como algunos de sus dirigentes proclaman públicamente". Esta comisión la comandan Sáenz de Santamaría y Duran Lleida, y pretendía, en su momento, aliviar los escollos entre el Gobierno central y el autonómico. El dirigente nacionalista dijo hace un mes que por su parte no habría ningún problema para reunirse. Sin embargo, dada la situación actual, resultaría extraño que Moncloa accediese al encuentro, y menos aún a instancias del PSC, que pretende aparecer como pieza insustituíble para la gobernabilidad de Cataluña.
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