Hay ministros que opinan que el partido ha reaccionado tarde ante el escándalo, con demasiada improvisación, y que sigue sin haber un ‘estado mayor’, si se quiere un ‘gabinete de crisis’, que supervise y tome decisiones sobre todas las derivadas del ‘caso Bárcenas’, incluida la mediática. En el Gobierno se tiene la impresión de que en Génova, 13, no se supo medir a tiempo la onda expansiva que provocaría el anuncio de la Audiencia Nacional de que el ex tesorero llegó a acumular 22 millones de euros en Suiza, ni tampoco el doble juego que ha venido haciendo desde que se conoció su generoso patrimonio. Estos mismos ministros creen que no será fácil salir de ésta o, en otras palabras, que el PP no volverá a ser el que era y que el Gabinete encontrará serias dificultades para recuperar la agenda política. Y defienden que el camino más directo para ensayar la remontada es responder con contundencia al protagonista del escándalo y a quien le ha servido de mensajero.
En el Gobierno se constata que dentro del PP ha faltado desde el principio una especie de 'estado mayor' para gestionar el 'caso Bárcenas'
Estas son las opiniones que comparten muchos de los que el sábado pasado se sentaron con Mariano Rajoy en el comité ejecutivo extraordinario convocado en la sede nacional del partido para intentar sofocar el incendio. El presidente detectó el calor provocado por la tensión y después de su discurso – “Nunca, repito, nunca he recibido, ni he repartido dinero negro ni en este partido ni en ninguna parte...” – se empleó unos minutos en un corrillo informal para aconsejar calma. “Tranquilos, controlo la situación, conozco quién está detrás y sé perfectamente quién lo ha filtrado…”, comentó con un gesto de sosiego.
Los que en los últimos días han tenido oportunidad de hablar con el presidente en La Moncloa atestiguan que está convencido de lo que dice. Es más, cree que al haber colocado en él mismo el principal centro de gravedad – “No tengo nada que ocultar. No temo a la verdad. Vosotros sabéis que no he venido a la política ni a ganar dinero ni a engañar a Hacienda. A los 23 años era registrador de la propiedad con una plaza, y me ganaba la vida muy bien. Si me interesara el dinero, allí lo hubiera tenido…” – saldrá airoso y su liderazgo se verá fortalecido.
La honestidad de Rajoy hará que salga airoso al haberse colocado él mismo en el centro de gravedad del debate, se opina en el PP
Pese a la ansiedad reinante, algunos altos cargos del PP comparten este criterio del presidente porque consideran que su honestidad puede pasar cualquier filtro, por duro que sea, y servirá, al final, para dejar en segundo plano las sospechas que salpican a algunos de los integrantes de viejas ejecutivas que convivieron con Bárcenas como tesorero.
Queda semana y media para el debate del estado de la nación y en el PP se tiene la seguridad de que si Alfredo Pérez Rubalcaba cae en la tentación de centrar su discurso en la corrupción, saldrá escaldado. Si el líder de la oposición ha labrado a lo largo de su larga carrera fama de perspicaz y maniobrero, debe saber también que en las alturas del PP se le ha perdido bastante el respeto, es más, que se opina de él que es un mal estratega y peor político, nada astuto, además de cargar sobre sus espaldas con responsabilidades de gobierno y de oposición que le restan cualquier autoridad para hablar en alto de transparencia y rectitud en el manejo de la cosa pública. Esto es lo que se comenta en las filas del PP y de su grupo parlamentario.
En el Gobierno se confía en que el presidente llegue al debate del estado de la nación en una posición más cómoda, aunque los tiempos judiciales no se controlan ni desde Moncloa ni desde Ferraz
De hecho, en el Gobierno se confía en que Rajoy llegue al debate del día 20 en una posición más desahogada y menos incómoda que la que ahora se respira, aunque hay unos tiempos, los judiciales, que no se pueden controlar ni desde Moncloa ni desde Ferraz.
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