España

Rajoy lleva la recuperación a su agenda electoral como patrón para anular la amenaza soberanista en Cataluña

Los experimentos con gaseosa. Este es el principio inamovible con el que Mariano Rajoy mira a la segunda parte de la legislatura, periodo en el que tendrá que enfrentarse a tres elecciones consecutivas. Quiere hacerlo con una agenda sin riesgos que apuesta por la mejoría económica como el único valor seguro y útil también para desactivar la amenaza secesionista en Cataluña.

Si no fuera por los compromisos enviados por el Gobierno a Bruselas a través del cuadro macroeconómico, en el balance de situación hecho este viernes por Mariano Rajoy no podrían encontrarse referencias sólidas sobre la recuperación que espera en 2014. “Tenemos fundado derecho a la esperanza, lo peor ha pasado”, resumió el presidente, confiado en que “el año que viene sea mejor que este” en aspectos tan importantes como la creación de empleo, el crecimiento de los cotizantes a la Seguridad Social, el aumento del consumo o la llegada de la inversión extranjera. Sin datos precisos, pero esperanzado en que la mejoría económica de los últimos meses se asiente, el presidente ha hecho de ella su principal guión electoral para transitar en medio de la tormenta por tres procesos electorales, cuatro si se incluye la posibilidad andaluza, claves para su partido y también para su carrera política: las europeas de mayo, las autonómicas y locales previstas para dentro de 16 meses y, finalmente, las legislativas.

El discurso de Rajoy se vería comprometido si la recuperación quedara frenada en el tiempo por un crecimiento en forma de una larga L 

Si en este largo recorrido llegara una nueva crisis financiera en Europa, con la deuda española escalando posiciones hacia el 100% del PIB, el presidente sabe que el discurso con el que aspira a transitar cómodamente por la segunda parte de su legislatura quedaría haría trizas. En su equipo se opina que es un peligro menor si se tiene en cuenta no solo el interés demostrado por el núcleo duro de la Unión Europea en salir de la crisis sino también la imagen tan diferente con la que se mira a España desde fuera. En uno de los primeros consejos europeos a los que asistió el presidente en Bruselas hace dos años, sus asesores le recomendaron que no se le ocurriera dejarse fotografiar con la canciller Angela Merkel para no dar pábulo a los rumores que veían inevitable la caída de España en la misma desgracia por la que han pasado Grecia, Irlanda y Portugal. Ya nadie le pregunta a Rajoy por el peligro de que España sea intervenida, aunque el líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, tardó ayer menos de una hora en recordarle que el sistema financiero se ha tragado más de 40.000 millones en ayudas públicas pendientes de devolución.

Rubalcaba recuerda al presidente que hay un rescate bancario que todavía tiene pendiente la devolución de más de 40.000 millones en ayudas públicas

El banderín electoral elegido por el presidente tiene muchos puntos débiles y Rubalcaba ha disparado ya contra uno de ellos: la recuperación no es mérito del Gobierno, sino de instituciones como el Banco Central Europeo, dijo el secretario general del PSOE. No es un argumento original, pues es algo que el propio Rajoy también ha reconocido en público: “Lo que más me preocupa ahora es que Alemania tenga claro adónde vamos”, confesó hace dos semanas el presidente a cinco periódicos europeos, admitiendo que el asiento de la recuperación dependerá, sobre todo, de la UE.

De momento, las cosas no le pintan del todo mal al Gobierno. El alivio de los mercados ha rebajado la prima de riesgo hasta los 230 puntos con un ahorro de 8.700 millones este año en el servicio de la deuda. Hacienda ha promovido un ajuste de 30.000 millones sin que se le incendie la calle y con el prestigio de los sindicatos en caída libre y lo peor de la película acaba con un reconocimiento expreso del presidente a trabajadores, parados, empresarios, funcionarios, pensionistas y demás colectivos que encontrarán en las tres citas con las urnas pendientes hasta 2016 otras tantas oportunidades para castigar o recompensar al PP según hayan sido sus padecimientos.

El Gobierno ha promovido un ajuste de 30.000 millones sin que se le incendie la calle y con el prestigio de los sindicatos en caída libre

La puesta en valor hecha este viernes por Rajoy de la reforma del sistema financiero, la laboral y la de las pensiones, no oculta que sus efectos todavía están pendientes de testar. En la estrategia de política económica que seguirá el Gobierno hasta el final de la legislatura solo se observan planes menores, al margen de la reforma tributaria que empezará su rodaje gradual en 2015. En la agenda del equipo económico figuran apuntados un programa de fomento de la financiación empresarial, la eliminación del IPC como referencia para todos los servicios públicos y nuevas ayudas al sector exterior, hasta ahora el principal pulmón de la recuperación. El reto, asume Rajoy, es dar ahora con las palancas potentes para evitar una salida de la crisis en forma de larga L que prolongue esta forma de reptar hasta el final de la legislatura.

Y este desafío no es solo importante, según el Gobierno, para afianzar la salida de la crisis, sino también para sortear con éxito el temporal soberanista que arrecia sobre Cataluña. Pese a que ve “puesto en razón” el llamamiento del rey Juan Carlos a actualizar “los acuerdos de convivencia”, aquí Rajoy renuncia a caminar sobre el alambre: dispuesto a dialogar “y hablar de todo con todo el mundo”, el presidente solo se compromete a evitar que el proceso soberanista dañe “a toda España y especialmente a Cataluña”, desde la premisa de que él no dispone de la soberanía nacional y el referéndum al que aspira el presidente de la Generalitat, Artur Mas, no podrá celebrarse porque es contrario a la Constitución.

Rajoy acepta la actualización de los acuerdos de convivencia sugerida por el Rey, pero esperará a la que la recuperación baje el suflé soberanista 

Estos son criterios que comprende muy bien el electorado potencial del PP, sobre todo fuera de Cataluña, con los que el presidente considera útil transitar hasta que la mejoría económica llegue también a esta comunidad y el suflé secesionista pierda aparatosidad. Esta es una lógica que Rajoy está interesado en que atraviese la epidermis de su partido, en particular la de los sectores que le afean la ausencia de mayor firmeza ante la amenaza independentista en Cataluña.

Haber librado a España del rescate es una de las mayores satisfacciones del presidente, pero de dudosa influencia en las próximas elecciones

El balance presentado ayer en La Moncloa, casi todo leído, revela que los esfuerzos del presidente para fidelizar al electorado tradicional de su partido no solo se valdrán del ingrediente catalán, sino también de otras operaciones tan sensibles como la reforma del aborto. Se trata, dijo, de un proyecto “equilibrado” que recupera el contenido de la ley de 1985. Nada añadió sobre las discrepancias que esta reforma han provocado en el PP. Y casi la misma tibieza con la que Rajoy comentó, como coronación de su vago balance, lo peor y lo mejor de su bienio: las mayores penas con las que carga son las de haber subido los impuestos y haber suprimido la paga extra de los funcionarios sin que ninguna de las dos medidas figuraran en su programa electoral. ¿La mayor satisfacción? Haber conseguido cambiar la imagen que fuera se tenía de España, algo importante pero de dudosa influencia en las urnas a no ser que los electores viajen a Grecia o Portugal, donde hay consumidores que tienen que comprar los huevos por unidades. Feo panorama.

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