La intervención de Mariano Rajoy en Barcelona decepcionó profundamente a sus dirigentes regionales, sumidos ya en pleno fragor de la precampaña electoral. Su discurso para presentar las líneas maestras del programa, 26 minuciosas y algo aireadas medidas, fue calificado de 'decepcionante' e incluso de 'irritante' por una parte de los dirigentes de la formación conservadora que se esperaban un contenido más contundente, con más 'punch', según comentaron altas fuentes del PP. El chasco desbordó las lindes de Cataluña y se expandió por algunas baronías regionales del partido donde esta complacencia con los separatistas se considera un gesto equivocado que en nada les favorece en el actual marco preelectoral.
El líder de los populares, lejos de arremeter contra la deriva separatista emprendida hace ya tres años por Convergencia, optó por la vía de tender la mano, de ofertar más diálogo y de invocar el entendimiento. Rajoy incluyó en sus palabras barcelonesas unos cuantos guiños a Carles Puigdemont, presidente de la Generalitat, e incluso recordó varias veces que el Gobierno del PP ha sido mucho más leal con el actual Ejecutivo catalán que "algunos de sus actuales socios parlamentarios". El candidato popular se refería a la CUP, que tiene en jaque a Puigdemont porque le chantajea tenazmente con sus exigencias de apoyar a okupas y antisistema, y no le respalda en la aprobación de los presupuestos.
Optó Rajoy por un mensaje genérico, de carril
No tenía previsto Rajoy celebrar acto alguno en Barcelona durante estas fechas electorales. Tan sólo se había programado un pequeño conciliábulo local y reducido en Lérida donde hay un escaño en danza que bien podría ir a parar a las cuentas del PP. Accedió finalmente el equipo de campaña de los populares a que su líder hiciera acto de presencia en la capital catalana, especialmente para frenar el previsible ascenso de Ciudadanos en su territorio. Tras escuchar el discurso de Rajoy, muchos altos cargos del PP catalán están arrepentidos del cambio de programa. El jefe de filas de la formación conservadora evitó apostar por una intervención de calado ideológico, beligerante con las fuerzas separatistas que tienen paralizada a la comunidad catalana, combativo con quienes esgrimen como único proyecto la desintegración de la unidad de España. Optó Rajoy por un mensaje genérico, de carril, en el que repasó las líneas maestras del nuevo programa electoral de su partido -sin apenas novedades resaltables con relación al de hace seis meses- y apenas incluyó referencias subrayables con relación a la deriva catalana. Palabras muy complacientes, postulados casi cariñosos hacia un Ejecutivo que acaba de anunciar nuevamente que en 18 meses organizará un referendum secesionista.
Tan sólo, y al final de su intervención, incluyó una serie de frases manidas como que "queremos dibujar con todos los catalanes el proyecto compartido de bienestar para todos", y otras generalidades de ese estilo. "Fue un discurso que servía tanto para Cataluña como para Cantabria", comentaban las fuentes de Vozpópuli, enormemente sorprendidas por esa actitud átona y apacible del candidato de su partido. La irritación con el contenido del mensaje subió incluso de tono cuando Rajoy recordó que el PP ha apoyado los presupuestos de los nacionalistas en la legislatura anterior, un trance que los popualres consideran un episodio vergonzante en su trayectoria. "Más le valdría no haber recordado esa historia, que bien lo hemos pagado ya en las urnas", mencionaban veteranos dirigentes del PP en Cataluña.
El pulso con Ciudadanos
Los guiños de Rajoy lanzados hacia el presidente de la Generalitat fueron los elementos que terminaron de desbordar el vaso de la paciencia de los populares catalanes. El presidente del Gobierno recibió hace una semanas a Puigdemont en la Moncloa. Tras esa entrevista, se celebró otra entre la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y el vicepresidente catalán Oriol Junqueras, muy cordial. Luego fue Luis de Guindos quien acudió solícito a Barcelona para entrevistarse con el propio Junqueras, responsable económico del Govern. Finalmente se celebró un encuentro entre el titular de Interior en funciones, Jorge Fernández Diaz, con el conseller responsable de los cuerpos de seguridad en Cataluña. Un diálogo constructivo y sobre ruedas. Cristóbal Montoro, paralelamente, engrasaba la entrega de fondos del FLA para evitar un cataclismo en las arcas de la Generalitat.
No se entendió la actitud de Rajoy de amabilidad superlativa
Poco se entendió en amplios círculos del PP esta actitud de amabilidad superlativa de su candidato para con quienes persiguen, obstinadamente, y desde hace ya un trienio, fracturar España. Rajoy apenas hizo referencia a este detalle en su mitin barcelonés. "Mas pareció que vino a recordarle a Puigdemont que el PP es un socio fiable y no los estrafalarios radicales de la CUP", menciona esa fuente, extrañada con esta estrategia. "Nunca los independentistas catalanes van a prestarle apoyo alguno a Rajoy en el caso de que lo necesite. Ni para la investidura ni para formar gobierno. Venir a Barcelona, en vísperas electorales, a pasarle la mano por el lomo a los secesionistas es algo que no se entiende y que aquí pasa factura", añaden.
El PP intenta en estas generales de finales de junio recuperar al menos el escaño perdido en Lérida. Tan sólo cuentan con cinco escaños procedentes de Cataluña en el Congreso. El mismo número que Ciudadanos, que no logró un buen resultado el 20D. "Con intervenciones como las de Rajoy este sábado, nos podemos dar por vapuleados"·, concluía el dirigente mencionado.
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