España

Los líderes de la derecha europea inyectan un chute de optimismo al PP

Inyección de moral europea para un PP abatido y pesimista. Merkel, Sarkozy, Juncker, Berlusconi y demás líderes de la derecha europea congregados en Madrid, jalearon el trabajo de Rajoy, corearon su nombre y anunciaron su próxima victoria. Dos jornadas de entusiasmo para afrontar el reto de diciembre. 

El Partido Popular recibió una importante dosis de moral y entusiasmo en el momento más oportuno. Después de la 'semana negra', de los problemas internos, los encontronazos y el generalizado desánimo, los líderes de la derecha europea se plantificaron durante dos días en Madrid para jalear el nombre de "Mariano", para aplaudir su gestión, su política, su ejemplo, y para aventurar una clara victoria de su partido en la cita con las urnas de diciembre.

El más entusiasta de los concentrados en el recinto ferial madrileño era, seguramente, el propio Mariano Rajoy. Quizás es el miembro del PP más convencido de un triunfo en los comicios del 20D. Una marea de casi 4.000 delegados del Partido Popular Europeo han vertido loas y parabienes sobre su labor durante cuarenta y ocho horas. Nombres de referencia en el panorama internacional acudieron a la cita para hablar de los problemas de la UE pero, sobre todo, para mostrar su respaldo a Rajoy. El presidente del Goberno español ha mantenido en estas horas más de quince encuentros bilaterales con sus invitados, con quienes ha coincidido en advertir de los peligros del populismo en el continente. A puerta cerrada, reunido con lo más granado de la derecha europea, se le escuchó a Rajoy un comentario de advertencia sobre la 'radicalización' del PSOE. Una severa preocupación para los conservadores españoles, a la que se suma lo ocurrido estos días en Portugal, con la ya casi cierta formación de una alienza de izquierdas, una variante inédita de frente popular, para formar gobierno. El vecino no respeta al partido más votado. El PP teme que aquí ocurra lo mismo.

Críticas a los emergentes

Rajoy llegó a la sesión del jueves encabalgado en el optimismo de los datos de la EPA, a los que hizo referenica en su discurso, al mostrar el orgullo de su labor en el plano económico en este punto final de su mandato. Advirtió sobre esas formaciones que surgen por doquier y que pretenden arreglarlo todo en media hora, con recetas improvisadas, con ocurrencias de ocasión. "Nosotros no somos un refresco de moda", dijo con relación a los partido emergentes, y recordó que son las fórmulas de quienes gobiernan ahora en Europa las que están contrastadas por los hechos y las únicas válidas para salir de las crisis. "Ha sido muy difícil, pero lo hemos conseguido", y sentenció: "Hemos logrado tres victorias en cinco elecciones, pronto vendrá la cuarta".

Una riada generosa de aplausos, elogios y palmadas en la espalda, con una fotografía junto a sus homólogos continentales fue el apoteósico fin de fiesta a una cita que se convirtió en un chute de optimismo para arrancar la campaña de las generales. Nadie, más que el PP, puede conseguir esta instantánea, era el mensaje. Este lunes el Consejo de Ministros aprobará finalmente el decreto de convocatoria de las elecciones y, acto seguido, Rajoy se lanzará a la pelea, a su gran reto. Para eso necesita un partido engrasado y dispuesto, algo que ahora no tiene. El PP está abatido por las derrotas consecutivas de estos dos últimos años. Enfrascado en disputas internas, sin dirección clara y sin demasiada confianza en el futuro, la formación conservadora necesitaba este baño de pasión enardecida, este renocimiento general a lo que se ha hecho durante estos cuatro años. "Creen más en nosotros los que vienen de fuera que los que estamos aquí", confesaba un joven dirigente del partido. El pesimismo ha empezado a hacer mella en el PP, empujado por encuestas poco venturosas y por un periodo de turbulencias intestinas cuyos efectos aún perviven. Desde las autonómicas y municipales, el tono general es de enorme preocupación. Rajoy lo sabe y ha dado instrucicones a sus colaboradores de invertir tiempo y esfuerzo en transmitir ganas de pelea y convicción de victoria. Algo, ahora mismo, difícil de conseguir.

La invitada estrella

Angela Merkel fue la invitada estrella, la más jaleada, la más fotografiada y hasta la más piropeada. Su mensaje desató un aplauso clamoroso al subrayar cómo Rajoy "ha sabido coger el toro de la crisis por los cuernos". El auditorio se venía abajo. En la panoplia de  parabienes no se quedó corto Nicolas Sarkozy, que auguró una victoria del PP en las elecciones generales y prometió que volvería para celebrarlo. "Estamos orgullosos de un presidente como tú", comentó. El primer ministro húngaro, Viktor Orban, duro donde los haya, mostró su reconocimiento a la labor del Gobierno español, luego de pronunciar un rosario de advertencias sobre la llegada de los refugiados sirios a Europa. "Son una especie de ejército, el 70 por ciento se trata de hombres jóvenes". Silvio Berlusconi evitó subir al estrado, pero pudo escuchar aplausos y hasta gritos de 'presidente, presidente'. El que tuvo, retuvo, al menos en algunos foros.

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