No apoyará Rajoy 'de ninguna de las maneras' a Patxi López para que ocupe la presidencia del Congreso de los Diputados. Lo dejó bien claro esta semana en la entrevista en la Cope. Otra cuestión es que el PP logre mantener ese sillón, que será determinante en la etapa política que ahora se abre. Rajoy no va a dar su brazo a torcer. Considera que el partido más votado ha presidido la Cámara Baja desde 1977 y no hay razón alguna para que las cosas cambien. "No es muy serio que un partido que quedó en el segundo puesto en las generales y que alcanzó apenas 90 diputados pretenda presidir el Congreso o el Gobierno", señaló en esa comparecencia radiofónica.
Los planes del actual Ejecutivo, sin embargo, parecen condenados al fracaso. El 'todos contra el PP' se materializará en forma ostensible a la hora de elegir al jefe de la mesa del Congreso. No logrará apenas aliados de importancia. Ni siquiera Ciudadanos respaldaría esta iniciativa ya que su líder, Albert Rivera, ha confesado en varias oportunidades su idea de que sería aconsejable que el titular de la Cámara Baja sea de otro color político que el presidente del Gobierno. El problema es que cuando se designe al titular del Congreso no se sabrá aún quién puede ocupar La Moncloa, un acertijo endiablado.
Posada ya ha hecho saber su voluntad de renovar, aunque con enormes contraindicaciones tanto fuera como dentro de su grupo
La semana próxima se conformarán las Cortes y se procederá a la elección de los miembros de la Mesa. El PSOE pretende la plaza presidencial y ha entablado conversaciones con otras fuerzas políticas. Patxi López, quien fuera lehendakari y que ahora ocupa un cargo de confianza en la ejecutiva de Pedro Sánchez, concita una cierta anuencia, incluso entre el partido naranja. Hay un entendimiento previo, ya prácticamente asentado, para que los populares no repitan en el cargo de la disputa. El presidente en funciones ha dado instrucciones a los suyos para pelearlo hasta el final y ya ha advertido que nunca votará al aspirante del PSOE. No es asunto transaccional ni objeto de debate o negociación.
El reparto de las sillas
La Mesa tiene nueve miembros de los que, se supone, el PP tendrá cuatro, ya que fue el partido más votado en las generales del 20D. Los otros cinco sillones se repartirán entre PSOE, Podemos, Ciudadanos y algún represenante nacionalista, quizás del PNV, asunto aún por decidir. La presidencia de la Cámara tendrá importancia crucial en estos primeros pasos postelectorales ya que su titular será el encargado de proponerle al rey los nombres de los candidatos a someterse a una sesión de investidura como jefe del Gobierno. El presidente del Congreso deberá, para ello, escuchar a las fuerzas políticas que han logrado mayor representación parlamentaria.
Las previsiones descartan que Rajoy sea investido en primera vuelta ya que necesitará una mayoría absoluta de la que carece. Ni siquiera en la segunda, pese a que sólo se precisa una mayoría simple. El PSOE no ayudaría. Entonces aparecerá en escena el nombre de Pedro Sánchez. Se trata de un procedimiento sin precedentes y sin unas normas esrictamente tasadas en cuanto a calendario y nombres. Ahí radica la relevancia de la figura del presidente de las Cortes, interlocutor único del Jefe del Estado en todo trance, que podría incluso conocer momentos muy delicados en el caso de que no haya una colaboración estricta por parte de las formaciones políticas.
El ministro del Interior, Jorge Fernández, ha deslizado su interés por ocupar la presidencia del Congreso
El PP no ha desvelado hasta el momento su posible candidato. El veterano Jesús Posada ya ha hecho saber su voluntad de renovar esa función, aunque con enormes contraindicaciones tanto fuera como dentro de su propio grupo. En la era de la renovación como norma, no resulta muy adecuado que la Cámara mantenga el mismo mascarón de proa. Dolores Cospedal es uno de los nombres que se escucha con más fuerza. La secretaria general del PP tiene un recorrido político asegurado en el caso de que exista un futuro Gobierno de Rajoy. La presidencia del Congreso resultaría un cargo relevante para quien ha tenido y tiene responsabilidades máximas en el partido.
También Jorge Fernández, ministro del Interior en funciones, ha deslizado su interés por la poltrona. Nadie ha despejado aún esta duda. Rafael Hernando, el jefe de filas del grupo parlamentario del PP, mantiene una discreción sepulcral. En el PP no habla nadie, ni siquiera en el ambiente casi navideño de los pasillos del Palacio de la Carrera de San Jerónimo. No es cuestión de lanzar nombres sin tener la seguridad de que podrán alcanzar esa poltrona. Está todo demasiado abierto y cada hora que pasa hay más dudas sobre la continuidad del PP en la presidencia de la Cámara.
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