Rajoy nunca ha sido juancarlista. "Ni siquiera es monárquico", comentan en broma algunos de sus amigos gallegos. Mantuvo siempre con el Rey emérito una relación impecable, escrupulosa, profesional. Sin llegar al colegueo cómplice que le dispensó González ni a la inhóspita frialdad que le propinaba Aznar. Rajoy se empleó a fondo en los difíciles momentos de la abdicación de don Juan Carlos. Ejemplar servicio a la Corona, a la democracia y a España. No todo lo que ocurría en Palacio en aquellos tiempos era de su agrado. Nunca trascendió nada. Nunca un mal gesto ni un comentario crítico.
Con Felipe VI siempre se ha entendido bien, pese a la notoria brecha generacional. Es conocido que el Rey, y por supuesto, doña Letizia, sintoniza bastante mejor con Albert Rivera, con quien ha establecido puentes de cercanía, o con Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, con quienes conversa en un plano de mayor naturalidad. Referencias comunes, gustos similares, un lenguaje compartido. Alguien en Palacio se refirió estos días a Rajoy como "el abuelo" y no se trataba de un homenaje al gran filme de José Luis Garci.
Este aséptico pero eficaz vínculo entre el jefe del Estado y su primer ministro ha sufrido alteraciones graves, que ya no se disimulan. La ronda para designar nuevo presidente del Gobierno ha derivado en una serie de fricciones. Decepción absoluta. Rajoy se siente perjudicado por la Corona en este tramo crucial de su vida política. Y así lo comentan algunos de sus colaboradores.
A Rajoy le llovieron las críticas por declinar la oferta del Rey de presentarse a la investidura
¿La culpa es del Monarca? Nadie entendió muy bien cómo, en su primera visita a Zarzuela, Rajoy informó de que había declinado la oferta del jefe del Estado, puesto que no reunía los apoyos suficientes para presentar su candidatura. Se explicó mal ese episodio. Rajoy apareció en un primer momento como el protagonista de una ingeniosa y hábil jugada, para situar a Pedro Sánchez en la primera línea de fuego. Pero luego le llovieron las críticas que hablaban de "deslealtad" y hasta "cobardía", se dijo. "Si no sabe estar a la altura, si no asume su responsabilidad, que se vaya a su casa", le reprocharon desde las filas de la oposición.
La gran coalición
El segundo intento tampoco fue bien. En el PP se confiaba en el Rey evitara designar a Sánchez y concediera más tiempo para que la gran coalición constitucionalista tuviera oportunidad de macerarse. Fernando Martínez Maillo, número tres de Génova, llegó a hablar abiertamente de 'una tercera ronda'. Cumpliendo los pronósticos generales, Don Felipe señaló con su dedo real a Pedro Sánchez, quien se transformó repentinamente en un mix entre Kennedy y Churchill, en tanto que Rajoy se quedó en el banquillo, a verlas venir, a esperar a que el dirigente socialista caiga lesionado o se estampe de bruces contra un poste.
Antes de que arrancaran las rondas de tanteo, algún alto fontanero monclovita hablaba ya de que "quizás Zarzuela ni siquiera le ofrezca a Rajoy ser candidato". En un principio, el temor que se expandió por los despachos de Presidencia era que el líder del PP se iba a quedar fuera. Tal era la desconfianza de alguna gente del Gobierno en los designios de la Corona. Sáenz de Santamaría, que mantiene fluidos contactos con Palacio desde los tiempos de la precipitada jubilación de don Juan Carlos, recibía información puntual sobre los pasos que preparaba el Monarca. Y tranquilizaba al entorno de Rajoy, muy inquieto, receloso y desabrido.
El líder socialista intenta culminar el imposible sudoku de la investidura
El presidente en funciones había hecho saber que tampoco en su segundo intento iba a dar el paso al frente. Su Majestad no tuvo más remedio, comentan en Zarzuela, que encargarle a Sánchez la posibilidad de desbloquear una situación endiablada. El líder socialista, al que pocas semanas antes todos daban por muerto, salió brioso del empeño y ahora intenta culminar el imposible sudoku de la investidura.
Rajoy se siente injustamente tratado. Responsabiliza a determinados asesores aúlicos de la Corona el haber llegado a esta situación tan enrevesada en la que el PSOE puede abrirle el paso de Moncloa a un partido radical y disolvente. El presidente en funciones, pese a su aparente inacción, ha movilizado a dirigentes europeos, a empresarios de renombre, a veteranos socialistas y al propio González, con quien habla de vez en cuando, para modificar la suicida estrategia Sánchez y rescatarle del lado oscuro. "Sólo necesitábamos algo más de tiempo, un poco de paciencia y algo más de colaboración", dicen en las mentadas fuentes.
La truncada visita a Londres
En Zarzuela lo tienen bien claro. El Monarca hizo lo que se tenía que hacer, que es lo que marca la Constitución. Le propuso primero al líder más votado la oportunidad de ser candidato y, cuando éste la rechazó, se la ofreció al segundo de la lista y líder de la oposición. "No se pueden dilatar eternamente los plazos, España necesita un Gobierno", comenta gente cercana el Rey. "Sólo precisábamos algo más de tiempo y una mayor implicación de la Corona para redondear la única alternativa razonable para España, que es el Gobierno del PP, PSOE y Ciudadanos", comentan asesores de Rajoy, descolocados ante el discurrir de los acontecimientos. Las relaciones entre Zarzuela y Moncloa han resultado afectadas por estos episodios. Incluso hay quien atribuye la suspensión del viaje Real al Reino Unido precisamente a este enfado superlativo de Rajoy. "Una pataleta sin sentido", comentan las fuentes de Palacio, que no dan crédito a las habladurías que circulan por cenáculos madrileños.
Moncloa es quien organiza, acuerda y da el plácet a los desplazamientos oficiales de Sus Majestades. Esta visita a Londres tenía para don Felipe una importancia notable, tanto en el plano político como en el sentimental. Treinta años han pasado desde la visita oficial de los Reyes eméritos al Reino Unido. Don Felipe veía en este desplazamiento una gran oportunidad de consolidación internacional de su figura, de la nueva etapa de la institución, apenas año y medio después de su proclamación.
Moncloa es quien organiza, acuerda y da el plácet a los desplazamientos oficiales de Sus Majestades
Todo estaba perfectamente atado desde que se anunció a primeros de diciembre. Efemérides para imprimir mayor realce y contenido al viaje no faltaban. Cuarto centenario de Shakespeare y Cervantes. Noventa cumpleaños de la Reina Isabel. Enormes despliegues de actos, superlativo relumbrón oficial, tratamiento informativo de primera, y en suma, todo lo que implica la presencia de los jóvenes Reyes españoles en la Corte europea por antonomasia.
El viaje quedó suspendido, según una breve nota hecha pública esta semana desde Exteriores, "debido al proceso de formación de un nuevo gobierno actualmente en curso en España". La decisión fue recibida con notorio desagrado en Zarzuela. La Reina de Inglaterra tan sólo recibe dos visitas de Estado al año. ¿Cuándo podrá acoger de nuevo a los monarcas españoles?.
Imagen de provisionalidad
Transmite además, este aplazamiento, un mensaje de provisionalidad e inestabilidad de España hacia el exterior. "El Gobierno está en funciones, pero la Corona, no. Ni el Estado, tampoco", comentan, a modo de reproche por la decisión de Moncloa. ¿Un castigo infantil, la devolución de una jugarreta, una venganza pedestre?. No es el estilo de Rajoy pero 'alguien quizás le ha calentado demasiado'. Incluso el PSOE estaba de acuerdo con la visita y así lo declaró Carme Chacón, la responsable de Exteriores del equipo socialista.
Pasar dos noches en Londres en visita oficial no supone ningún problema en los tiempos actuales. La excusa de la formación de Gobierno resulta inverosímil dado que entre los días 8 y 10 de marzo, cuando estaba agendado el desplazamiento regio, ya no hay acto relevante alguno en el proceso de la investidura. Algo ha pasado. Rajoy está molesto y en Palacio no atienden a comprender por qué. La brecha generacional ya es abismo y en Zarzuela hay quien piensa que han llegado también tiempos de cambios en Moncloa.
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