La comparecencia estaba prevista para que Mariano Rajoy hiciera balance de su primer año de gestión al frente el Gobierno, también para que hiciera, llegado el caso, algún anuncio de nuevas reformas para 2013 además de las ya conocidas y, sobre todo, para que lanzara un mensaje claro al presidente de la Generalitat catalana, Artur Mas, empeñado en su agenda independentista. Pero Rajoy decidió aprovechar su discurso para lanzar un "mensaje a la nación" que puede resumirse en dos ideas: una, que de no haberse tomado determinadas medidas la situación de España sería peor que la de ahora, y dos, pedir "comprensión" y "solidaridad" a los ciudadanos ante otro año, el 2013, que se prevé "muy duro".
Rajoy, con aspecto apesadumbrado, buscando un tono grave acorde con la situación, no se perdió en detalles, enunció apenas las grandes reformas abordadas por su Gobierno como la financiera o del mercado laboral; se detuvo algo más, pero no mucho, en la necesidad que había de acometer cambios en la educación y en la sanidad y hasta fue benévolo con el anterior gobierno socialista y la herencia recibida aunque arrancara su discurso señalando que "las cosas han sido más difíciles de lo que esperábamos. Nunca imaginamos que encontraríamos semejante deterioro en las cuentas públicas". Porque lo que quería era explicarse, a modo de justificación, ante unos ciudadanos "impacientes", "escépticos" y "decepcionados" y fue a ellos, y no a los periodistas o a los mercados, a los que dirigió sus palabras.
"Sabemos que mucha gente está impaciente: son ya cinco años de la más larga e intensa crisis económica que haya padecido nuestro país en las últimas décadas. Sabemos que mucha gente se está dejando llevar por el escepticismo cuando no por la desesperanza. Sabemos que mucha gente se siente decepcionada por la falta de resultados, pero estamos haciendo lo que es necesario e inevitable hacer. Si no lo hubiéramos hecho, tenga la seguridad de que España y los españoles estaríamos hoy en una situación muchísimo peor", dijo en su breve intervención inicial antes de dar paso a las preguntas de los informadores. Luego en respuesta a una pregunta sobre los ajustes y recortes afirmó que, de no haberse acometido, nuestro déficit sería actualmente del 11 u 11,5 por ciento.
Rajoy hizo un "elogio de la sociedad española" con una mención específica a los funcionarios, que tienen la calle incendidada por los recortes salariales, y a los pensionistas
Ante las reiteradas acusaciones que se le hacen de falta de liderazgo, Rajoy quiso aparecer como el gobernante consciente de los problemas por los que atraviesa el país, por eso hizo un "elogio de la sociedad española" de la que destacó su moderación, su capacidad para enfrentarse y aceptar los sacrificios, su cohesión y solidaridad en las dificultades. Explícitamente nombró a los funcionarios, que tienen la calle incendiada, "porque les hemos pedido grandes sacrificios", y a los pensionistas, pero resumió que, "aunque no estamos donde quisiéramos estar, gracias a la corrección de rumbo, gracias a los sacrificios realizados, no nos vemos ahora obligados a enfrentarnos a otros mayores".
En todo caso, el presidente del Gobierno destacó que "no hay que engañarse ni mucho menos intentar engañar a los españoles: tenemos por delante un año muy duro", especialmente en su primera mitad, por eso "no voy a pedir paciencia, porque ya los españoles han tenido mucha; tampoco confianza ciega porque creo que los políticos nos debemos al escrutinio diario de lo que hacemos", Eso sí, agregó, "pido comprensión y solidaridad, comprensión con la necesidad de aplicar unas medidas que a nadie gusta pero que son imprescindibles si queremos superar esta situación, y solidaridad para entender que todos tenemos que aportar algo del sacrificio común para remontar nuestros problemas".
Con la rueda de prensa de ayer, Moncloa iniciaba vacaciones de Navidad. Rajoy ya ha pasado unos días en Galicia, a donde volverá esta semana, una vez descartada una reunión del Consejo de Ministros del próximo viernes, 4 de enero, salvo circunstancias excepcionales.
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