A la breve reunión de este viernes en el Congreso le faltaba la presencia de Pablo Iglesias, el único actor fundamental que puede ayudar a Rajoy y a Sánchez a saber a qué atenerse en las próximas semanas. El líder de Podemos es el sereno que puede entregar la llave de La Moncloa al PSOE o, por el contrario, precipitar nuevas elecciones. Conscientes de esta ausencia, no tan lógica como pudiera parecer, tanto el presidente en funciones como el líder socialista han aceptado hacerse una foto que probablemente no pasará a los libros de historia, después de que sus equipos hayan mantenido un prolongado rifirrafe sobre la estancia de la Cámara Baja en la que debía celebrarse tan trascendental reunión y el lugar donde debían hacer al final las comparecencias ante los medios.
En los cuatro edificios que reúnen las dependencias del Congreso hay cientos de salas y el PP y el PSOE han tenido la suerte de encontrar una que ambos partidos han considerado neutral. Se trata de una estancia contigua al comedor que suele utilizar el presidente de la Cámara cuanto recibe a invitados internacionales. Se encuentra en la planta cuarta de uno de los edificios situado enfrente de los leones, en la madrileña Carrera de San Jerónimo y hubo que retocar algo del mobiliario. Rajoy rehusó reunirse con Sánchez en la biblioteca del grupo parlamentario socialista, espacio por el que han pasado en los últimos días los representantes del PNV, Compromís, Ciudadanos, Coalición Canaria y otros grupos menores.
Un triste vaso de agua
El encuentro fue cordial, aunque Sánchez se ha quedado con la mano en el aire al ir a saludar a Rajoy y éste se ha mantenido mirando al tendido mientras las cámaras le enfocaban. Sánchez lo ha considerado una anécdota sin importancia y asegura que luego sí se han saludado en privado. Ha sido una cita efímera en la que solo el líder del PSOE ha consumido: un triste vaso de agua.
Superado el escollo más importante para la reunión, la elección del lugar, ya solo se trataba de aparecer bien en las fotos. En el caso de Rajoy, sin aparentar ser uno más de los invitados a la fiesta de la investidura de Sánchez y en el de éste último presentándose ya con hechura de presidente del Gobierno y aparentando en todo momento llevar la iniciativa. A ello han colaborado, como es natural, decenas de fotógrafos, sin perder de vista el papel de las numerosas cámaras que han convertido desde hace mes y medio el Congreso en un plató más de televisión. Manda el espectáculo, como lo demuestra que a la estancia donde se ha celebrado el encuentro no hayan dejado pasar a los periodistas de pluma. Y eso que no estaba Pablo Iglesias.
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