Ana Pastor nunca ha figurado en las quinielas. La ministra de Fomento en funciones siempre ha aparecido entre el grupo de colaboradores más estrechos de Rajoy. Sin más. Laboriosa, discreta, leal, cumplidora, fue notable ministra de Sanidad con Aznar y ahora lo es de Fomento. Eficaz y laboriosa, aparece habitualmente en la cúspide de los miembros del Ejecutivo más valorados. Ahora, también, su nombre emerge entre los posibles sucesores de Rajoy en un futuro quizás no tan lejano.
Proliferan las apuestas sobre quién será el próximo presidente del Gobierno en el caso de que ni Rajoy ni Sánchez lo consigan. Las teorías se suceden vertiginosamente y los nombres brujulean por cenáculos y redacciones. La teoría del 'Monti' español, un 'caballo blanco' con pedigrí, experiencia y que resulte del agrado de las dos fuerzas mayoritarias, parece perder adeptos. Se mencionó a Javier Solana apadrinado por Felipe González, a Josep Piqué con la anuencia del PP, a Luis de Guindos con respaldo de parte del Ibex y a García-Margallo promovido por él mismo... Un sendero con escaso recorrido. Apenas ya se piensa en esta posibilidad. O presidente por la vía natural o elecciones anticipadas.
El terremoto en tierras de Valencia
Nadie en el PP duda de que Rajoy será el candidato en el caso de que se tenga que recurrir a nuevos comicios para salir del actual 'impasse'. Nadie lo duda pero muchos, internamente, se lo cuestionan. El problema es que no hay tiempo para el relevo, comentan los espíritus más críticos. Los comicios serían en torno a junio. Enviar a casa al actual presidente en funciones, como le reclaman ya abiertamente no sólo toda la oposición sino incluso Albert Rivera, no figura en sus planes. El propio aludido lo razonaba días atrás en Tele 5: "En mi partido nadie pide que me vaya, al menos no me lo han dicho a la cara". No se lo han pedido, en efecto. En las reuniones periódicas que la cúpula del PP celebra en Génova, nadie abre la boca. No se escucha un reproche sobre los 3,6 millones de votos perdidos, los más de 60 diputados caídos por el camino. Rajoy es, aparentemente, incuestionable. Está tocado, abatido, quejumbroso y hasta afónico. Pero resiste. "No parece dispuesto a irse, al menos por ahora", comentan en su círculo más próximo. Ni siquiera la gran redada de Valencia, que ha puesto patas arriba al partido en la comunidad levantina, un durísimo golpe para la organización, le ha hecho cambiar de opinión.
Rajoy es, aparentemente, incuestionable. Está tocado, abatido, quejumbroso y hasta afónico. Pero resiste
¿Qué pasará si Sánchez logra culminar su enrevesada estrategia para alcanzar la Moncloa y es investido presidente del Gobierno? Esta es una pregunta sin respuesta en el PP. De eso no se habla. La conjura del silencio entre los coroneles populares abarca hasta que se despeje la cuestión de la investidura. Este martes, quizás Pedro Sánchez dé el paso al frente. Rajoy ya ha dicho que mantendrá su postura de no intentarlo. No tiene sentido, sigue sin apoyos según fuentes del PP. Si el secretario general del PSOE redondea su empeño por ser investido, estallarían entonces todas las compuertas en el PP, comentan veteranos dirigentes de la formación. Rajoy se iría, no continuaría en la política activa como líder de la oposición a la espera de la caída del gobierno de Sánchez, previsiblemente coaligado con Podemos.
El PP viviría entonces una especie de gran cataclismo, se vería abocado a la gran catarsis eternamente aplazada, celebraría un congreso extraordinario y aparecerían en la superficie los pulsos y las disputas que ahora permanecen ocultas en el subsuelo. Sería entonces el momento del relevo, vía la celebración de unas primarias, tal y como enunció la Conferencia Política del PP celebrada el verano pasado. Ahí saldrían, es de suponer, nombres que por el momento permanecen agazapados. Dos presidentes de Comunidad figuran en todos los pronósticos. Cristina Cifuentes, muy fuerte en su feudo de Madrid y Alberto Núñez Feijóo, algo declinante en el esquinazo gallego. También, naturalmente, Soraya Sáenz de Santamaría, quien está teniendo un papel muy prudente en estas fechas de negociaciones para la investidura. Hay figuras con padrino, como Pablo Casado, impulsado por José María Aznar, o Alfonso Alonso, a quien presentan como el hombre favorito del PSOE. Y, finalmente, empieza a hablarse de Ana Pastor, quizás la única figura en quien Rajoy podría pensar en el caso de que sucediera el cataclismo.
La ministra de Fomento es bien vista por casi todas las familias de su formación
La ministra de Fomento en funciones reúne ventajas palmarias sobre sus rivales. Larga trayectoria política con 16 años de diputada, experiencia de Gobierno, titular de dos carteras, congresista de relevancia en la Mesa de la Cámara Baja, y bien vista por casi todas las familias de su formación. Trabajó junto a Aznar y muy estrechamente con Rajoy, su gran valedor. Está casada con José Suárez, uno de los escasos amigos íntimos del presidente en funciones. Pastor, prudente, discreta, nunca ha mostrado voluntad alguna de escalar en la cúpula del partido. Su trabajo se ha desarrollado en el Parlamento y en el Ejecutivo. No ha pasado mucho tiempo en Génova pero está bien vista en el partido. Huye de los líos internos, pese a que su adscripción al llamado 'G-7' de Rajoy le situaban en el equipo rival de Soraya y sus abogados del Estado monclovitas. Pastor no enreda, conspira lo justo, mantiene relaciones espléndidas con todos los medios, en especial con algún alto responsable de uno importante grupo de comunicación, atiende a los periodistas, es accesible y cae bien. Su labor en Fomento apenas le ha deparado contratiempos. El éxito en la gestión de Aena, gracias a la elección de su principal responsable, recibe alabanzas internacionales. En Renfe no han ido las cosas tan bien, pero todos ensalzan su intachable actitud en el dramático descarrilamiento del Alvia en Galicia.
Pastor tendría los parabienes no sólo de Rajoy, naturalmente, sino de muchos de sus correligionarios, llegado el momento de la gran sucesión. Se le reprocha, sin embargo, su carencia de carisma y sus escasas dotes de oradora. "Eso lo compensa con una imagen de credibilidad y sensatez", comenta quienes no ocultan su simpatía por esta alternativa. Si Rajoy se va, ya hay un candidato, que no aspirante, más en el bombo de la sucesión.
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