Algunos dirigentes del Partido Popular plantean la fecha del 20 de diciembre para celebrar las elecciones generales. Una sugerencia que casi suena a exotismo. No hay precedentes. Nunca unos comicios parlamentarios se han celebrado en nuestro país después del 20 de noviembre, la fecha que eligió Rodríguez Zapatero por retorcidas razones. Marzo ha sido, con seis comicios a Cortes, el mes más electoral desde la restauración democrática. Luego junio con tres, octubre con dos y finalmente, el 20 de noviembre de 2011 de Zapatero, que quiso hacer la broma con la fecha del fallecimiento del Franco. Perdió el PSOE por mayoría absoluta.
La apuesta tradicional
En los cuarteles generales de Génova se daba por descontado que las generales de este año se celebrarían en noviembre, cualquiera de los cuatro domingos de noviembre, el 8, el 15, 22 o 29. El 1 queda descartado por ser la festividad de Todos los Santos. También se piensa en el último domingo de octubre, un mes de alta tradición electoral.
Pero los comicios de Andalucía y Cataluña han irrumpido en el calendario electoral del año. Incrustar dos elecciones más de las previstas en el año no es tarea sencilla. Toda consulta tiene su efecto y sus réplicas. Para evitar tal acumulación de urnas se deslizó la posibilidad de pasar las presidenciales a 2016. Opción imposible. La fecha límite de la convocatoria se fija en 25 días antes de la finalización del mandato de los diputados, el 20 de noviembre. Otras interpretaciones legales hacen bailar este supuesto, sin demasiada base jurídica. El tope, pues, para convocar, sería el 26 de octubre y la última fecha de celebración de comicios el 20 de diciembre, 54 días después de la firma de disolución del Parlamento. Rajoy ha dicho, además, que quiere concluir la legislatura. Y lo hará.
Ambiente optimista
La celebración de las elecciones catalanas a finales de septiembre han alterado someramente los planteamientos del PP. Una postura apoya celebrar las generales cerca de las catalanas, y fusionar así las dos campañas electorales en una, con el patriotismo y la unidad de España como hilo conductor.
La otra opción, que se ha escuchado a dirigentes del PP en la reciente Convención Nacional, habla del 20 de diciembre, por otros motivos. Uno de ellos, y no el menor, es que dado que el PP sufrirá un serio revés en las elecciones catalanas, sería bueno distanciarlas de las generales, para que no las contaminen. También entran en juego otro tipo de factores, más psicológicos. En esas fechas se vive en un ambiente de estimulante optimismo navideño. Se ha cobrado la paga extraordinaria, se acaba de festejar el puente de la Inmaculada, llegan las vacaciones infantiles y están al caer unas optimistas cifras económicas de cierre del año, tanto del empleo como de crecimiento. El elector que está satisfecho no suele votar por el cambio, manda la teoría. Y además, para entonces, la remontada que ya se advierte en los test demoscópicos que pululan por Génova, ofrecerán ya una remontada más notable en la intención de voto del PP.
De esta posibilidad han hablado con Rajoy los dirigentes del partido en uno de los retiros secretos celebrados en Toledo. Hay más voces favorables a diciembre que las que apuestan por hacerlo en el mes de noviembre. Pero la decisión última depende de Rajoy, obviamente, que seguro que no despejará la incógnita.
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