Nada de periodistas, ni cámaras ni declaraciones. Mariano Rajoy ha convocado este sábado en Toledo a la cúpula del PP para analizar la estrategia de campaña de cara a las autonómicas y municipales y, por extensión, de cara a todo el año electoral que ahora arranca.
Le agradan estas reuniones a Rajoy, lejos del tráfago de tensiones y filtraciones. Un encierro en toda regla al que asistirán Dolores Cospedal, secretaria general de la formación, los tres vicesecretarios, Floriano, González Pons y Arenas, así como los portavoces parlamentarios Rafael Hernando y José Manuel Barreiro. Inexcusable la presencia de Pedro Arriola, el hombre que escruta los datos demoscópicos para el PP y luego se los susurra al oído del presidente. A continuación, se toman medidas.
Rajoy quiere transmitir dos ideas muy claras a los dirigentes de su partido. Pese a que los resultados de los próximos comicios supondrán indefectiblemente un retroceso respecto a los de hace cuatro años, cuando el PP obtuvo un poder territorial sin precedentes, no hay que desanimarse. Se puede dar la vuelta a las encuestas, de eso no hay duda. El PP ahora aparece muy poco valorado pero el panorama va a cambiar. Además, es muy importante que se tenga claro que la cita electoral importante son las generales, y se pueden ganar, de acuerdo con la teoría instalada en Moncloa. Rajoy está convencido de ello, y Arriola, también. Por dos motivos: la situación económica mantendrá su evolución positiva y ni PSOE ni Podemos van a ir a más. Más bien, a menos.
Punto final a tensiones internas
También se va a hablar en Toledo del Comité Ejecutivo de este próximo lunes y, por supuesto, de los preparativos de la convención nacional del partido, los días 22 y 23 de este enero. La campaña se puede dar por comenzada y Rajoy no quiere sorpresas ni contratiempos. Nada de egos ni personalismos. Nada de voces críticas ni navajeos bajo cuerda. Se trata de reforzar la unidad y la cohesión interna. El presidente del PP abomina de las disputas intestinas que en ocasiones resultan inevitables. En especial los reproches que lanzan algunos presidentes autonómicos contra determinadas medidas del ministerio de Hacienda con la financiación como telón de fondo. Cada dirigente tiene que cuidar su territorio, ya se sabe. Y hay urnas a las puertas. De ahí los nervios.
Rajoy quiere transmitir dos mensajes: que se puede dar la vuelta a las encuestas y que se pueden ganar las generales
Alguno de los asistentes al encuentro da por hecho que Rajoy desvelará finalmente quién actuará de jefe de campaña de las municipales, si Floriano o Arenas. Un asunto que no es menor y que incluso ha provocado ciertas tensiones. Hay enormes posibilidades de que sea Floriano, número tres del partido. De no serlo, resultaría un desaire de importancia que incluso afectaría a la moral del equipo.
La candidata Aguirre
Las listas electorales también están por despejar, en especial la de Madrid. Ahí entra la ciencia de Arriola. La gran cuestión a debate son las plazas de Madrid y Comunidad Valenciana. Esperanza Aguirre será la candidata a la alcaldía, con casi total certeza. Rajoy es consciente de que la batalla de Madrid es peliaguda. Si envía a cualquier otro candidato y resulta derrotado, tendría un problema. Se le reprocharía que por un prurito personal no ha permitido que se presente la opción más valorada por los electores, que es la de Aguirre. Pero si finalmente concurre la actual presidenta del PP madrileño y no resulta victoriosa, el problema será de ella y no de Rajoy. Asunto liquidado. Lo de Fabra a la presidencia de la Generalitat es tema endiablado. Génova no lo quiere, Rita tampoco pero Rajoy duda.
La vía del bolsillo
El andamiaje político-ideológico de la campaña también quedará fijado en torno a dos ejes: recuperación económica y defensa de la Constitución. Dos factores enormemente valorados por los votantes de centroderecha, los que pretende recuperar el PP. Las elecciones se ganan por la vía del bolsillo. Nada de datos macro y de grandes cifras. Impuestos y desempleo, esta es la clave, es lo que de verdad le llega a la gente. Si ambos funcionan, asuntos como la corrupción o Cataluña quedan en un segundo plano dentro del objetivo electoral. Esta es la teoría que maneja Rajoy y su asesor Arriola.
Pero se necesita para ello que los ministros y los dirigentes del partido se muestren mucho más activos, que acudan a los medios, que visiten territorios, que hagan pedagogía. Rajoy insiste en este punto porque tiene unos ministros de escasa vocación mediática y unos dirigentes de partido con escaso punch. De ahí el fichaje de Alfonso Alonso como refuerzo en el Gabinete. O la de Ayllón como apoyo en Moncloa. Pero hace falta moverse más. Y ya empieza a calar esta instrucción del presidente. En los últimos días han comparecido en diferentes medios desde el ministro Morenés, por razones obvias de la Pascua Militar; Fernández Díaz a causa del terrorismo islámico; Margallo con lo suyo y hasta la propia vicepresidenta, que no frecuenta teles ni emisoras, pero esta vez lo hizo. La idea va cuajando y no marcha por mal camino.
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