Sáenz de Santamaría ha levantado un frontón en la sala de prensa del Consejo de Ministros. Todas las bolas lanzadas por los periodistas en torno al 'proceso' de Artur Mas, rebotan en él con estruendosa virulencia. Ni una fisura, ni una rendija, ni una concesión a las patrañas del presidente de la Generalitat. "La ley no puede perder nunca", es ahora el lema del Gobierno.
Rajoy y Sáenz de Santamaría se acercaron esta semana a la Ciudad Condal. Sant Jordi, libros, rosas y ni un guiño a los nacionalistas. La vicepresidenta escuchó al relevante gremio de los editores. El presidente tomó el cava con los empresarios en el Foro de Marcas Renombradas Españolas. Barcelona es la capital mundial de la cultura impresa en castellano. Y la sede del Foro de las firmas marca España. Algunos no lo quieren ver. Y menos aún, lo quieren contar.
La vida más allá de Mas
No hubo encuentro con gente de la Generalitat. Ni siquiera casual. Artur Mas, con su tradicional descortesía, abandonó el recinto empresarial para evitar el saludo a Rajoy. Luego, uno de sus diputados se abrazó al fatigado victimismo para denunciar la 'visita colonial' de la gente de la Moncloa.
Sáenz de Santamaría, más frontón que nunca, respondía el viernes en Moncloa con argumentos de mármol. "El Gobierno se preocupa de todas las autonomías, visita todos los territorios y las agendas pueden coincidir o no", explicó. Y con gesto sonriente, aunque encendido, añadió: "En Cataluña hay vida más allá de lo que plantea Mas".
Hay vida en Cataluña más allá del monotema secesionista. Hay cientos de miles de catalanes ajenos o contrarios al 'proceso'. Este es uno de los ejes de la actuación del Gobierno en los próximos meses. La vida sigue al margen de los delirios de Mas. Facturas, colegios, farmacias, desempleo...todos los dias no son 'diada'. Todo es más prosaico, menos prometeico, más vulgar y cotidiano. La vida es lo que pasa mientras algunos iluminados hacen planes.
Este es el mensaje que el Gobierno va a sembrar sobre Cataluña en los próximos meses. El llamado 'plan de Rajoy'. El Estado, lejos de abandonar a los catalanes a su infortunado horizonte, va a estar allí más presente que nunca. Ayudando con las facturas, con las infraestructuras, con las pensiones y, ya veremos si con la financiación diferenciada. Algún ministro incluso habla de concierto a la vasca, cupo incluído.
Paranoia en Sant Jaume
La fuerza del Estado. Y no en el sentido en el que Artur Mas, paranoico antes que kennediano, alertaba al sugerir que está "recorriendo un camino particularmente peligroso" al enfrentarse al Estado. Nunca hasta ahora había mencionado el riesgo personal y físico de su aventura. El President se ha comparado con Mandela, con Gandhi, con Luther King pero nunca mencionó el riesgo físico. En el sprint hacia la consulta del 9 de noviembre, las neuronas andan recalentadas por la Plaza de Sant Jaume.
El Gobierno ha señalado con claridad e insistencia las reglas del juego. ¿Diálogo? Sí, pero nada fuera de la ley como han subrayado abrumadoramente el Constitucional y el Congreso de los Diputados. Ni una respuesta a las bravatas de Mas. El líder de CiU no escuchará ni un sólo 'eco de Madrid'. Monsergas sin destino, proclamas sin retorno. Moncloa piensa que el monólogo de Mas se convertirá así en una letanía disparatada, tan desabrida como el aplauso con una sola mano.
Elecciones anticipadas
En el plano corto, ahora toca esperar a las europeas. En Moncloa han puesto la lupa en el pulso entre ERC y CiU ante las urnas de Bruselas. Los sondeos arrojan cinco puntos de ventaja a los primeros. Puede que el resultado de esos comicios afecte al proceso. Quizás incluso se produzca un corrimiento de tierras en el seno del frente secesionista. O incluso algún movimiento en 'el saco de las ratas' de CiU, como gráficamente explicaba un 'cocinero' de Génova. El partido en el Gobierno en Cataluña hará todo lo indecible con tal de no perder el poder. Soplan vientos de crisis y hasta cánticos que invocan cismas y escisiones. CiU y PSC, las dos fuerzas tradicionalmente hegemónicas en Cataluña se tambalean.
En algunos restaurantes de Barcelona se habla ya abiertamente de que Mas ha empezado a sentir la guadaña de 'la familia' en sus talones. El viejo Pujol está muy decepcionado con el pequeño Artur. Tres de sus hijos tienen las togas de la Justicia tras sus pasos. ERC incluso llega a soñar con elecciones anticipadas a fin de año y declaración unilateral de independencia en Sant Jordi del año próximo. El estanque dorado catalán aparece más confuso que nunca. Tan sólo Oriol Junqueras, transmutado en Companys aunque por ahora no es más que el Shrek de los chistes, acaricia un happy ending encaramado en el balcón del Palacio de la Generalitat y proclamando de la República de Cataluña.
Este lunes el PP anuncia en Barcelona su programa electoral. No estará Rajoy y Arias Cañete todavía seguirá siendo ministro. Pero Cataluña va a estar muy presente para el PP no sólo en esta campaña, sino todo el año. Economía y secesión, este el título del libreto que va a manejar Rajoy los próximos meses. Y, seguramente, mucho más de lo segundo que de lo primero.
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