Para Marimar Blanco (Ermua, 29 de marzo de 1974) los primeros días de julio no son fáciles desde que ETA secuestró y mató a su hermano Miguel Ángel hace ya un cuarto de siglo. Pese a ello, aceptó la entrevista planteada por Vozpópuli para compartir, en primera persona, todo lo que vivió ella hace 25 años y analizar el movimiento social y político que vino después.
La actual diputada del PP en la Asamblea de Madrid habla del plano más personal de su hermano, al que le apasionaba la música y la batería, y destaca que el asesinato de Gregorio Ordóñez en 1995 fue decisivo en su decisión de ir en las listas del PP al Ayuntamiento de Ermua Ermua en las elecciones municipales que se celebraron unos meses después. También confiesa que siempre sospechó que los concejales de Herri Batasuna de Ermua colaboraron en el secuestro y ejecución de Miguel Ángel.
Marimar Blanco también pide no blanquear ni a los presos de ETA ni a EH Bildu, un partido con el que "no se debería negociar". Reclama, además, volver a los grandes pactos de Estado para defender a las víctimas del terrorismo: "Ojalá que recordar el asesinato de mi hermano y todo lo que supuso 25 años después, sirva para recuperar esa unidad en la lucha"
Pregunta: Este mes de julio se cumple el 25 aniversario del secuestro y el asesinato de su hermano a manos de ETA. ¿Cómo lo está viviendo?
R: Pues la verdad es que son días difíciles, complicados. Como cada aniversario. No es porque sea el 25 aniversario: para nosotros, cada vez que se acercaba la fecha empezaba esa cuenta atrás, que le llevó a perder la vida a mi hermano. Yo no estaba en el País Vasco, estaba viviendo en Londres, pero recuerdo las conversaciones que cada domingo mantenía tanto con él como con mis padres. Y son días difíciles en los que vas recordando esas últimas conversaciones con él y los últimos minutos que pude abrazarle cuando ya apareció herido de muerte. Pero, a la vez, también recuerdo con emoción esa esperanza que mantuvimos durante esas 48 horas, esas grandes manifestaciones cívicas y democráticas. Si de algo estoy agradecida, es de la ayuda y del apoyo social y moral que nos dieron miles y miles de españoles, que nos transmitieron tanto a mis padres como a mí un hilo de esperanza de que era posible conseguir liberar a Miguel Ángel. Por lo tanto, son días en los que conviven emociones de esperanza, emociones de dolor, pero también emociones de recuerdo de cómo una sociedad fue capaz de unirse de una manera cívica y democrática como desgraciadamente nunca antes habíamos visto, para intentar salvar la vida de mi hermano, que entonces estaba en manos de la organización terrorista ETA.
P: ¿Cuál es el primer recuerdo que le viene a la mente al recordar todo lo sucedido entre el 10 y el 12 de julio de 1997?
R: La primera llamada la recibí en la residencia de estudiantes en Londres donde estaba viviendo. Esa llamada de un compañero que me llama y me dice: "Llama a tus padres, que hace tiempo que no saben nada de ti". Me extrañó esa llamada, pero era una chica de 23 años que estaba a punto de salir con unas amigas a tomar algo y no le di la importancia que le debería haber dado en ese momento, porque acababa de hablar con ellos unos días antes. A los dos minutos, volví a recibir otra llamada y me dijo que llamara a mis padres de forma urgente. En esa llamada me dieron la triste noticia, y la recuerdo como si estuviera, de verdad, produciéndose en este momento.
Luego, hay otro momento que recuerdo con muchísima emoción: el momento en el que yo llego a Ermua, al día siguiente, el viernes, sobre la una y media o dos de la tarde a mi casa y ese abrazo que le di a mis padres como diciendo "ya estoy aquí". Por lo menos, a uno de los hijos lo habían recuperado, porque mi angustia era saber que mis padres estaban solos. Yo no sabía de ese movimiento cívico y democrático que ya había nacido en Ermua. Luego, mi madre me contó cómo, desde el minuto cero que salta la noticia, mi calle, la calle Iparraguirre, se llena de vecinos. Pero yo no me imaginaba que eso se estaba produciendo así, y mi angustia era pensar que mis padres estaban solos con una hija a miles de kilómetros de España y con un hijo secuestrado. Por eso, ese momento lo recuerdo también con muchísima emoción: ese abrazo que nos dimos mis padres y yo, como diciendo "bueno, pues por lo menos una hija ya está aquí con vosotros". Son dos momentos que recuerdo perfectamente.
P: ¿Cómo fue su llegada a Ermua?
R: Eran fechas en las que muchos estudiantes volvían de Londres a Bilbao. No había billetes y tuvimos que hacer Londres-Madrid-Bilbao. Cuando yo salí de la autopista de Bilbao a Ermua, empecé a ver las calles empapeladas con la foto de mi hermano, con aquella frase de "Miguel, te esperamos". Y luego recuerdo mi calle: no solamente aquello era una marea humana de vecinos y de ciudadanos que se habían acercado de otras localidades, incluso de otros lugares de España, sino la cantidad de periodistas, de fotógrafos, que recuerdo que incluso la Ertzaintza tuvo que separarlos un poco para que pudiéramos acceder con el coche, porque era imposible. Aquello también me llamó la atención. Nosotros éramos una familia muy normal, una familia humilde, mi padre era albañil… Aquello me sorprendió muchísimo.
P: Ha dicho que llegó a Ermua sobre las dos de la tarde del viernes. Es decir, apenas 26 horas antes del límite puesto por ETA para asesinar a su hermano…
R: Correcto. El problema es que desde que lo secuestran hasta que aparezco en Ermua habían pasado casi 24 horas. Yo tenía muy poquito tiempo para organizar las grandes movilizaciones y comunicados que hice tanto en Ermua como luego al día siguiente en Bilbao, en esa multitudinaria manifestación, donde había personas de toda ideología. Recuerdo perfectamente cómo una señora me coge de la mano y me dice: "Quiero que sepas que yo soy de Herri Batasuna, pero hoy estoy aquí porque me parece una barbaridad lo que le están haciendo a tu hermano". También recuerdo perfectamente la frase que le dije: "Yo te agradezco tu presencia hoy aquí, pero si tú y los tuyos hubierais estado en otras manifestaciones anteriores, posiblemente hoy mi hermano no estaría secuestrado por vuestros aliados, como es la organización terrorista ETA".
Recuerdo perfectamente cómo una señora me coge de la mano y me dice: "Quiero que sepas que yo soy de Herri Batasuna, pero hoy estoy aquí porque me parece una barbaridad lo que le están haciendo a tu hermano"
Allí había gente de toda ideología exigiendo la liberación de mi hermano y exigiendo al Gobierno que no se cediera ante el chantaje de ETA. Quiero recordar, en ese sentido, que aquello, más allá de un chantaje al Estado de Derecho, lo que era claramente era una pena de muerte anunciada a un joven de tan solo 29 años con ese plazo de vida de 48 horas. A esas alturas sabíamos quién era perfectamente la organización terrorista ETA y sabíamos perfectamente que la organización, desde luego, cuando llevaba a cabo un objetivo, lo terminaba cumpliendo.
P: El ministro del Interior, Mayor Oreja, explicó a Vozpópuli que, desde el primer momento, ustedes entendieron que el Gobierno no podía ceder al chantaje de ETA… ¿Cómo fue esa conversación?
R: Nosotros sabíamos perfectamente que un gobierno constitucionalista no puede ceder ante el chantaje de los terroristas. Además, ¿hubiéramos salvado la vida de mi hermano con esa cesión? Yo creo que no, y lo sigo pensando 25 años después. Prueba de ello es que a mi hermano, como luego me dijeron desde las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, le secuestran a cara descubierta. Eso demostraba claramente que ellos sabían perfectamente que ese chantaje a un Estado de Derecho y al gobierno del Partido Popular no iba a conseguir ningún tipo de premio, y ellos sabían que iban a terminar asesinando a una vida inocente, como era la de mi hermano Miguel Ángel Blanco.
Por eso nosotros, de verdad, sabíamos que no se podía ceder, porque si se hubiera cedido, insisto, creo que no se hubiera conseguido absolutamente nada. Además, si un gobierno cede ante unos terroristas, ¿dónde pone ese límite? Sabíamos perfectamente que después de Miguel Ángel iban a venir otras vidas inocentes con unas exigencias posiblemente mucho más elevadas. Nosotros teníamos muy claro, porque era un tema que habíamos hablado muchas veces en casa, que no se puede ceder absolutamente nada. Hay una frase de otro compañero de mi hermano asesinado unos años antes, como fue Gregorio Ordóñez, en la que decía claramente que "con ETA y con y con Herri Batasuna solamente se podía negociar una sola cosa: el color de los barrotes de la cárcel".
Nosotros, de verdad, sabíamos que no se podía ceder, porque si se hubiera cedido, insisto, creo que no se hubiera conseguido absolutamente nada
Eso te demuestra lo que era el sentir de la inmensa mayoría de los españoles, como así lo vimos en las calles del País Vasco y del resto de España. Yo recuerdo perfectamente en aquellos días que lo único que pedía a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado es que hicieran todo lo que estuviera en sus manos para intentar salvar la vida de mi hermano. Yo sé que hicieron todo lo que pudieron. Recuerdo las lágrimas de muchos de ellos que estuvieron en mi casa por no poder conseguir salvarle la vida. A todos ellos les estoy eternamente agradecida por su magnífica labor, no solamente en esas 48 horas, sino a lo largo de toda la historia de la lucha contra el terrorismo de ETA. Y bueno, me quedo con que no pudimos conseguir liberar a mi hermano, pero conseguimos salvar la dignidad de un gran país como es España.
P: ¿Quién les transmite esa posición del Gobierno respecto al chantaje de ETA?
R: No recuerdo muy bien, pero me imagino que sería el propio ministro del Interior, que estuvo prácticamente todo el rato en mi casa, quitando las reuniones a las que tenía que ir. Me imagino que fue el propio Jaime Mayor Oreja, pero de verdad que no lo recuerdo perfectamente.
P: Desde Ermua, ¿eran conscientes de lo que estaba pasando en el País Vasco y en el resto de España durante esos días?
R: A medida que fueron pasando los días, y sobre todo a medida que han ido pasando los años, fuimos conscientes. Después de tener la posibilidad de ver muchísimas imágenes… A mí me decían que el asesinato de mi hermano había marcado el principio del fin de ETA, que se comenzaba el camino que nos iba a llevar al fin de ETA… Eran frases muy grandes, muy importantes, pero que para mí en esos momentos no me aportaban absolutamente nada, porque yo lo que tenía era el dolor de haber enterrado a mi hermano y mis padres, el dolor tremendo de haber enterrado a un hijo. Son frases que asumes, entiendes, a medida que van pasando los años y el dolor se va calmando.
Pero es cierto que, a raíz del asesinato de mi hermano, nace ese espíritu de Ermua que, sin lugar a dudas, marcó un antes y un después en la lucha contra el terrorismo. Un camino que nos llevó a firmar, en el año 2000, ese gran pacto antiterrorista que marcaba unas líneas rojas que ningún gobierno constitucionalista debería haber cruzado, como la negociación con el brazo político de ETA, algo que desgraciadamente hoy lo estamos viendo.
Pero bueno, fueron medidas desde el punto de vista político y también desde el punto de vista legal que, desde luego, nos ayudaron muchísimo a avanzar en la lucha contra el terrorismo, como la Ley de Partidos que consiguió ilegalizar al brazo político de ETA.
P: ¿Comparte, entonces, esas frases que en su día le dijeron sobre el asesinato de su hermano y el fin de ETA?
R: Sí, claro. Ahora, a medida que han pasado los años y puedo echar la vista atrás, recuerdo perfectamente todas esas medidas. Como digo, la Ley de Partidos, la falta de apoyo social a ETA… Conseguimos por primera vez que la organización terrorista notara muy de cerca esa falta de apoyo social. Yo recuerdo también una frase del entonces párroco de Ermua, don Teodoro, que fue el que casó a mis padres, nos bautizó a mi hermano y a mí y nos dio la comunión y que era una persona muy querida y muy cercana a la familia, que en una de esas visitas que hacía a mi casa, nos dijo: "Si de algo os tenéis que sentir orgullosos tras la muerte de vuestro hijo y de tu hermano, es que por primera vez conseguimos ganar la calle". Y añadió: "Si hasta el asesinato de tu hermano, un demócrata iba por una acera y se cruzaba con un terrorista, el demócrata era el que bajaba la mirada y se cambiaba de acera, tu hermano ha conseguido que sea el terrorista o el amigo de los terroristas el que baje la cabeza y cambie de acera". Es decir, que conseguimos perder el miedo. Recuerdo cómo los ciudadanos, de una manera democrática, iban contra las sedes de Batasuna para decir "Basta ya, no tenemos miedo". También cómo los agentes de la Ertzaintza dejaron de cubrirse los rostros… El mensaje es que éramos más, y éramos más fuertes.
Conseguimos por primera vez que la organización terrorista notara muy de cerca esa falta de apoyo social
Vivimos muchísimo: la falta de apoyo social y económico, la ilegalización de Herri Batasuna, la Ley de Víctimas del Terrorismo, y el pacto antiterrorista, que para mí desde luego fue uno de los pactos más importantes de la democracia y el que más ha hecho por avanzar en la lucha por la derrota de ETA.
P: Miguel Ángel se convirtió en esa imagen icónica del rechazo de toda la sociedad a ETA. Pero yo quiero preguntarle por la persona: ¿Cómo era su hermano?
R: Pues era una persona normal y corriente, de tan solo 29 años, con toda una vida por delante, y con mucha pasión por su trabajo. Él era economista de profesión y le apasionaba su trabajo, pero si tenía verdadera pasión por algo era por la música, por tocar la batería. Desde chiquitín, yo recuerdo en casa cómo cogía las cazuelas y unos tenedores y hacía que tocaba la batería. Él entró en política porque quería mejorar la vida de sus conciudadanos. Por poner algún ejemplo, el centro de Salud de Ermua está en un alto y él, para la gente más mayor que vivía en el centro de Ermua, les puso un microbús para poder acceder; también impulsó un hotel en Ermua que ahora es una realidad, un polideportivo para los jóvenes, que además lleva su nombre…
Pero, sobre todo, a él lo que le animó también a entrar en política fue que se negaba a convivir en una sociedad donde mientras a la mitad de esa sociedad se la amenazaba, se la coaccionaba y se la asesinaba, la otra mitad prefería mirar para otro lado, muchas veces por cobardía y otras veces por miedo. Él pensaba que desde la política podía aportar ese granito de arena y conseguir acabar con la organización terrorista. Lo que no sabía es que esa ilusión que tenía él prácticamente la consiguió pero, desgraciadamente, tras tras su muerte.
Él pensaba que desde la política podía aportar ese granito de arena y conseguir acabar con la organización terrorista. Lo que no sabía es que esa ilusión que tenía él prácticamente la consiguió pero, desgraciadamente, tras tras su muerte
P: ¿Cómo reaccionaron en casa cuando Miguel Ángel dijo que quería dedicarse a la política, cuando esa profesión, dependiendo del partido al que perteneciera, podía convertirse en una profesión de riesgo?
R: A mí me hizo muchísima ilusión porque en mi casa siempre habíamos hablado mucho de política. A mi padre también. A mi madre, sin embargo, con ese sexto sentido que tienen las madres, no le hizo tanta ilusión y más en un momento en el que la amenaza, la persecución y el acoso a los cargos públicos del Partido Popular y del Partido Socialista empezaban a ser una realidad. Yo recuerdo cuando él vino del funeral de Gregorio Ordóñez, que fue en el año 95 y unos meses antes de celebrarse las elecciones municipales. Miguel Ángel dijo que la muerte de Gregorio Ordoñez todavía le había dado más ganas y más fuerza y, sobre todo, más ilusión para encarar una trayectoria política y formar parte de las listas al Ayuntamiento de Ermua por el Partido Popular. Quiero recordar que él iba de número cuatro, y jamás el PP había conseguido tantos concejales en el Ayuntamiento de Ermua: no estaba en un puesto de salida, pero él trabajó con muchísima ilusión e hizo una campaña tremenda para conseguir salir de concejal. Fue la primera vez que el Partido Popular obtuvo allí cuatro concejales y, desgraciadamente, no se ha vuelto a conseguir esa cifra. Recuerdo, cuando salió elegido, la ilusión que tenía por esa nueva responsabilidad, que ejerció con muchísima ilusión.
Y tengo que decir, además, que lo hizo sin tener miedo, por lo menos aparentemente. A nosotros jamás nos transmitió esa sensación de miedo, ni mucho menos amenaza. Tras el asesinato de Gregorio Ordóñez dieron unas pautas de modificación de recorrido, modificación de horarios… Y mi madre siempre le decía a Miguel Ángel: "Tú, que no tienes problemas de entrada ni de salida del trabajo, ¿por qué no cambias un poco los horarios y el recorrido?". Pero él siempre decía: "Pero mamá, si a mí no me conoce nadie, soy un mero concejal de un pueblo que nadie conoce". Y era verdad, porque para decir que eras de Ermua tenías que dar muchísimas explicaciones, porque no era un municipio conocido. Lo que no sabía mi hermano es que para los terroristas da igual si tienes grandes responsabilidades o pequeñas responsabilidades en un pequeño municipio. Ellos van a lo fácil y a hacer el mayor daño posible, que fue lo que les llevó a secuestrar a mi hermano. A él lo secuestraron un jueves de 10 julio, pero le estaban esperando en la estación un miércoles 9 de julio. Ese día por la tarde mi hermano no bajó en tren, sino en coche, porque luego se iba a Elgóibar para dar una señal de 100.000 pesetas para comprarse un coche nuevo. Pero, como sabían que era una persona de rutinas, le volvieron a esperar el jueves. Y, efectivamente, mi hermano se bajó esa tarde del día 10 en el tren.
P: Queda claro, entonces, que ETA tenía esa información sobre la rutina de su hermano…
R: Sí, totalmente. Sabemos que tenían una rutina hecha de mi hermano. De hecho, fue detenido el concejal de Herri Batasuna de Eibar, Ibon Muñoa, que ya ha sido juzgado y condenado. Este terrorista, para mí, es tan asesino como los que aprietan el gatillo, porque gracias a él le pudieron detener y asesinarlo. Muñoa tenía en Eibar una tienda de recambios de coches. De hecho, luego también fue juzgado porque también era el que doblaba las matrículas y daba material a la organización terrorista ETA. Pero bueno… Decía que ese local era cliente de mi hermano, porque la contabilidad y el papeleo de la tienda se lo llevaba a la asesoría donde trabajaba Miguel Ángel: lo tenía muy controlado y sabía perfectamente los horarios. Yo estoy convencida, aunque nunca se pudo probar, que hubo concejales de Herri Batasuna en Ermua que colaboraron en ese seguimiento, colaboraron con Ibon Muñoa para que el secuestro se pudiera llevar a cabo. Tenían hecho el planing de mi hermano, los horarios… en una sola semana. Tampoco se molestaron mucho: vieron que era una presa fácil, de ciertas rutinas y lograron el objetivo de causar el mayor dolor: no solamente a mi hermano, no solamente a mi familia, sino a un Gobierno y a todo un país.
Yo estoy convencida, aunque nunca se pudo probar, que hubo concejales de Herri Batasuna en Ermua que colaboraron que el secuestro se pudiera llevar a cabo
P: ¿Sabe qué ha sido de los concejales de Herri Batasuna de Ermua?
R: Pues mire, uno de los concejales de HB de Ermua desapareció y los otros ya no están. Yo no sé si desaparecieron, si han vuelto o no han vuelto… No tengo ni idea.
P: Usted preside la fundación que lleva el nombre de su hermano, y hace apenas unos días se trasladó a Ermua para inaugurar la exposición "El terror a portada". Allí, pidió a los políticos que "no blanqueen a quien todavía hoy no ha condenado ni ha mostrado arrepentimiento por todos y cada uno de los crímenes de ETA". ¿Se refiere a los presos o también a Bildu?
R: A los dos: a los presos y a Bildu. Cuando hablo de blanqueamiento, sobre todo me centro en EH Bildu, porque estamos dando la imagen a los jóvenes de que tan malos no serían si ahora se les está tratando tan bien. Esa es la imagen que les estamos dando a los a los jóvenes cuando vemos a un gobierno constitucionalista como el gobierno del Partido Socialista, un partido que ha sufrido en sus carnes el azote del terrorismo, y vemos que tienen a Bildu de socio preferente a la hora de las negociaciones para sacar cualquier ley.
El actual Gobierno, además, no está haciendo nada para evitar que los presos de ETA sean homenajeados tanto en el País Vasco como en Navarra cuando salen de la cárcel. Y, a los que siguen cumpliendo condena, se les conceden terceros grados o se les acerca. Hoy en día ya no queda un preso a más de 400 kilómetros de las cárceles del País Vasco. Hablo de los asesinos de mi hermano, Txapote y Gallastegi, que se les ha traído desde Huelva a la Comunidad de Madrid.
Hoy en día ya no queda un preso a más de 400 kilómetros de las cárceles del País Vasco. Hablo de los asesinos de mi hermano, Txapote y Gallastegi, que se les ha traído desde Huelva a la Comunidad de Madrid
Desde la Fundación Miguel Ángel Blanco estamos haciendo una campaña de actividades, sobre todo de concienciación a los jóvenes, para que conozcan lo que hemos sufrido y padecido en España durante más de 50 años de azote del terrorismo. Me parece fenomenal que estudien la guerra civil, pero me parece fatal que no se estudie la historia más reciente de nuestro país. A mí me parece lamentable no ya que los jóvenes no sepan quién es Miguel Ángel Blanco, sino que no sepan todo lo que supuso el secuestro y asesinato de mi hermano, que tengan una mera definición de lo que ha sido la organización terrorista ETA. A mí eso me parece lamentable, porque desde luego tenemos que contar lo sucedido para que no se vuelva a ocurrir y, sobre todo, para que los jóvenes tengan conciencia de lo que pasó.
P: Mayor Oreja también comentó en Vozpópuli que ETA no ha desaparecido y que su mayor éxito es que la sociedad piense que sí. Que tanto HB, como el Partido Comunista de las Tierras Vascas y EH Bildu son solo nombres que tapan el de la organización terrorista. ¿Comparte esa visión?
R: Hombre, era ETA con sus diferentes ramas. Cada uno tenía su función. Al final todos ellos trabajaban para una misma trama o para una misma organización que era la organización terrorista ETA. Unos en el Parlamento defendían el proyecto político de ETA, algo que sigue pasando hoy con Bildu en el Congreso, ya que su mensaje político no ha variado ni una sola coma de lo que defendían hace 11 años, cuando ETA seguía muy viva. Otros, en periódicos como Egin, marcaban a las posibles víctimas. Es decir, que al final tenían diferentes ramas, pero todos, desde luego, trabajaban para un objetivo común que era la organización terrorista ETA. Totalmente de acuerdo.
P: A partir de 2011, cuando ETA anuncia el fin definitivo de la violencia, ¿cree que las instituciones han decidido olvidar a cambio de que la organización terrorista no mate?
R: Yo creo que pretenden olvidar para blanquear, pretenden olvidar para que Otegi pueda ser el lehendakari de todos los vascos. Es decir, que al final lo que se intenta con todo esto es olvidar para ocultar al culpable y que las víctimas estemos calladitas, porque cada vez que hablamos recordamos quién es la organización terrorista ETA y quiénes son los que están sentados en las instituciones. Ese es el objetivo. A mí me hace gracia cuando me dicen "no, es que ya está bien, tenéis que pasar página", como si poder pasar página significara que yo olvide que tuve un hermano, que olvide cómo lo asesinaron, cómo lo repudiaron, y cómo lo hicieron sufrir. Eso es inviable, es imposible. Primero, porque no puedo, porque la condición de víctima, desgraciadamente, es una condición que no prescribe, como sí lo hace el delito. La condición de víctima te marca de por vida. Por eso digo que a mí, cuando me dicen que pase página, yo respondo que ni puedo ni quiero, porque no quiero que se olvide el sacrificio de tantas y tantas víctimas, todas ellas inocentes, para que hoy todos los españoles podamos gozar de esta calidad democrática. Yo me negaré siempre a olvidar a los verdaderos héroes de la democracia, como son, sin lugar a duda, las víctimas del terrorismo.
Yo creo que pretenden olvidar para blanquear, pretenden olvidar para que Otegi pueda ser el lehendakari de todos los vascos
P: ¿Teme que eso llegue a pasar? ¿Que las instituciones y la sociedad española se olviden de las víctimas?
R: Hombre, hay un intento de borrar para ocultar la culpa. Si olvidamos, la gente olvida que aquí los culpables son los asesinos, los cómplices y los que aplaudían cada uno de los asesinatos. Ahora, pasan a ser ciudadanos normales y corrientes. Claro que hay un intento, y por eso nosotros vamos a trabajar por ganar el relato. El otro día, en el Congreso Internacional de Víctimas del Terrorismo, Isabel Díaz Ayuso advirtió que "las mentiras pueden ser incluso todavía más dolorosas que las bombas y que las pistolas". Y es verdad. Ahora nos toca construir ese relato, frente al relato de la equidistancia, de la ambigüedad, del conflicto. Ellos quieren repartir la culpa para hacer ver que todos somos culpables y podemos mirar hacia adelante. Pero no: tenemos que escribir un relato que cuente desde la verdad, la dignidad y la justicia lo que ha existido.
Porque las víctimas del terrorismo son víctimas, porque hubo unos asesinos, unos terroristas que les obligaron a formar parte de esta historia de terror. Mi hermano jamás quiso formar parte de esta historia de terror. Como decía anteriormente, mi hermano quería ser un ciudadano libre y un ciudadano que quería disfrutar de la vida y trabajar por esa libertad en beneficio de todos. Algo que a los asesinos no les gustaba. Yo lo que quiero contar es eso: que mi hermano no era una víctima de un conflicto, sino una víctima inocente y que lo único que han existido son unos asesinos que, como no les gustaba lo que defendían otros ciudadanos inocentes, les iban arrebatando la vida. Y en eso es en lo que tenemos que trabajar: en ese relato donde no existe ni la equidistancia, ni las ambigüedades, ni, por supuesto, la vieja teoría del "conflicto vasco".
P: Ha citado antes el pacto antiterrorista y la Ley de Partidos, que parecen 'caducados' con la situación política actual. ¿Cree que deberían seguir vigentes?
R: Esos pactos jamás se tenían que haber roto. Si hoy hemos conseguido derrotar a la organización terrorista ETA, lo hemos conseguido porque lo hemos hecho entre todos. A mí, de verdad, me duele cuando determinados dirigentes del Partido Socialista dicen que con ETA terminó Zapatero y terminó el PSOE. Flaco favor le hacemos al Estado de Derecho y a nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, con quienes estaremos en una deuda permanente. Pero una vez dicho esto, no se debería haber roto ese pacto antiterrorista. También se han sobrepasado líneas rojas, como la de negociar con los que no condenaban el terrorismo y no reconocían a las víctimas. Lamentablemente, es lo que estamos viendo con diferentes gobiernos socialistas, porque lo vimos en la época de Zapatero y lo estamos viendo ahora en la época de Sánchez, que siempre ha entrado en esa vía de la negociación que nosotros hemos rechazado y condenado. Yo, de verdad, quiero hacer un llamamiento y ojalá volvamos a recuperar, 25 años después, aquel espíritu de Ermua, aquella unidad política y social contra el terrorismo y en defensa de esos principios irrenunciables de las víctimas del terrorismo, como son los de la verdad, la memoria, la dignidad y la justicia. Algo que, desgraciadamente, en estos momentos no lo estamos sintiendo de cerca por parte del actual Gobierno.
Ojalá que recordar el asesinato de mi hermano y todo lo que supuso 25 años después, sirva para recuperar esa unidad en la lucha
Ojalá que recordar el asesinato de mi hermano y todo lo que supuso 25 años después, sirva para recuperar esa unidad en la lucha. Ya no en la lucha contra el terrorismo, sino en la lucha por la defensa de esos principios para las víctimas del terrorismo y, desde luego, cerrar cualquier tipo de puerta a un partido como es EH Bildu, que a día de hoy ni condena ni reconoce el daño causado. Serán legales, pero desde mi punto de vista no son un partido ni ético ni moral con el que se pueda negociar absolutamente nada.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación