El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha tomado en las últimas horas dos decisiones sensibles en el seno de su Departamento. Ha cesado al comisario José Luis Olivera, que los tres últimos años había dirigido el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y Crimen Organizado (CITCO). También ha destituido al responsable del Gabinete de Coordinación y Estudios, el guardia civil Juan Hernández Mosquera, que apenas llevaba unos meses en el puesto, según informan fuentes conocedoras de estos movimientos. Entres las fuerzas de seguridad dan por hecho que Hernández Mosquera será sustituido por un comisario de Policía llamado José Antonio Rodríguez, considerado afín al PSOE.
El hecho de que Rodríguez pertenezca a la Policía no es un dato menor en el siempre complicado equilibrio entre cuerpos dentro del Ministerio del Interior. El Gabinete de Coordinación y Estudios, integrado a la estructura de la Secretaría de Estado de Seguridad, siempre ha estado ocupado -con distintas denominaciones- por un miembro de la Guardia Civil durante las últimas décadas. Antes de Hernández Mosquera, esa función la desempeñó durante años el coronel Diego Pérez de los Cobos, quien fue nombrado coordinador único del despliegue policial en Cataluña por el 1-O. En la Guardia Civil entienden como una injerencia y un trato de favor hacia la Policía que el ministro altere ahora esta costumbre.
En cambio la dirección del CITCO -antes CNCA- es rotatoria por lo que se da por hecho que un guardia civil pasará a desempeñar la labor que deja ahora el comisario Olivera. Corría el mes de enero del año 2105 cuando la sala de prensa del Ministerio del Interior se abarrotó para presenciar cómo el ministro Jorge Fernández Díaz le nombraba jefe del máximo órgano de la lucha contra el terrorismo. Al Gobierno del PP no le importó entregar plenos poderes en un puesto tan sensible al hombre que impulsó nada menos que el 'caso Gürtel' cuando el PSOE le puso al frente de una recién creada UDEF.
El final del "Hoover" español
Al término de aquel acto, Olivera no paraba de recibir agasajos y felicitaciones. “Ya eres el nuevo Hoover”, le dijo entre abrazos y palmadas en la espalda uno de sus compañeros. Se refería John Edgar Hoover, el histórico jefe del FBI al que la leyenda negra atribuye el poder de haber torcido el brazo a más de un presidente norteamericano gracias al contenido de sus dossieres secretos. Este viernes, la misma sala de prensa del Ministerio se llenó otra vez, pero para ver la toma de posesión de los nuevos directores generales de la Policía y la Guardia Civil. En el lugar, de una forma más discreta que hace tres años, estaba el comisario Olivera. Esta vez no había abrazos ni palmadas en la espalda. Horas después le comunicaron el cese, según las fuentes consultadas por Vozpópuli.
La destitución de Olivera se dio por hecha cuando Juan Ignacio Zoido sustituyó a Fernández Díaz. Pero el veterano mando sobrevivió al cambio. La llegada del PSOE, sin embargo, ha significado su final al frente de un puesto que da acceso a numerosa información sensible. Si bien esta destitución se contemplaba desde hace días, el cese de Hernández Mosquera ha causado sorpresa y ha activado las alertas entre la Guardia Civil ante lo que entienden como un intento de maniobra de la Policía. En este caso, el foco de sus recelos es la figura del comisario José Antonio Rodríguez, de 62 años de edad. Le atribuyen movimientos en las últimas horas para acceder al Gabinete de Coordinación y Estudios.
Las fuentes policiales consultadas vinculan a Rodríguez con el exministro de Interior Alfredo Pérez Rubalcaba, la primera persona a la que saludó Grande-Marlaska nada más tomar posesión de su cargo. Esta relación se remonta muchos años atrás cuando el PSOE estaba en la oposición, antes de la victoria electoral de José Luis Rodríguez Zapatero en 2004. Antonio Rodríguez era un inspector jefe liberado en el Sindicato Unificado de la Policía (SUP) que, de la mano de su exresponsable, José Manuel Sánchez Fornet, acudía a reuniones con los socialistas para abordar asuntos policiales. Al llegar al Gobierno, el PSOE le llamó para que fuese vocal asesor del Ministerio.
Cambio en el 'status quo'
Estando en Interior, Antonio Rodríguez ascendió a comisario en 2006 y en ese año le nombraron responsable de un departamento llamado Gabinete de Estudios de la Seguridad Interior (GESI), que incluía el control sobre las estadísticas de criminalidad. Su buena relación con Rubalcaba le fue útil en enfrentamientos con otros altos mandos del Ministerio como el mando único de la Policía y la Guardia Civil entre 2008 y 2011, Francisco Velázquez. Trabajadores de entonces de Interior recuerdan el conflicto que mantuvieron entre ellos dos.
Tras la victoria electoral de Rajoy en 2011, Antonio Rodríguez fue designado consejero de Interior en China, un destino muy disputado por su alta remuneración. De allí regresó el año pasado para ocupar un puesto de jefe de Área en la Subdirección General de Recursos Humanos de la Policía Nacional y también retomó su actividad sindical. Así hasta que sólo hace unos días la nueva secretaria de Estado de Seguridad, Ana María Botella, le recibió en su despacho de la calle Amador de los Ríos, número 7. El veterano policía, licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense, le trasladó su proyecto de recuperar la estructura GESI dentro del Gabinete de Coordinación y Estudios, entre otras ideas.
En caso de que Ana María Botella y Grande-Marlaska le otorguen este puesto, alterarían el status quo que ha imperado en Interior con algunas plazas que nunca se sometieron a rotación independientemente del partido en el Gobierno. Existen otros ejemplos como el de Inspección de Personal y Servicios de Seguridad (IPSS), que siempre ha sido de Policía Nacional, al igual que la Subdirección General de Cooperación Policial Internacional o el antiguo Centro de Investigación contra el Crimen Organizado (CICO), ahora integrado en el CITCO.
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