El golpe de mano que el ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska está llevando a cabo en el seno de la Guardia Civil ha alterado una costumbre muy arraigada en el Cuerpo. Sus últimos nombramientos al frente del Instituto Armado no respetan ni el escalafón ni la antigüedad. La elección de Pablo Salas y la de Félix Blázquez como nuevos responsables se ha saltado al menos a tres tenientes generales y varios generales de División. Hasta este lunes, ocupaban el séptimo y noveno lugar en función de esos criterios.
Las fuentes consultadas advierten de que este procedimiento no es ilegal dado que se trata de puestos de libre designación, pero añaden que no es habitual. Será cuestión de tiempo comprobar cómo encaja entre los generales. En el propio Cuerpo apuntan a que esta obediencia férrea a la jerarquía abre la puerta a la relajación entre los mandos más altos, conscientes de que la mera antigüedad ya era un valor para ascender.
Al mismo tiempo, otras voces lo defienden como una forma de proteger al Cuerpo de nombramientos a dedo. "En la Guardia Civil sabes quién va a mandar de aquí a los próximos diez años y te vas a equivocar muy poco con los nombres", defendía hace ya algún tiempo un veterano como garantía de estabilidad e independencia del poder político. Hacía la diferencia con la Policía Nacional, más acostumbrada a vaivenes y remodelaciones cada vez que se produce un cambio de Gobierno o incluso sin necesidad de ello.
Salas y Blázquez
Pablo Salas llevaba mucho tiempo en las quinielas tras 23 años en Información. Su nombre sonaba como director adjunto operativo (DAO) también antes de que Grande-Marlaska llegase a Interior. Para materializarlo ha sido necesario pedir autorización al Ministerio de Defensa y ascender a Salas de general de División a teniente general. Con su nombramiento se daba la incómoda situación de que pasaba a mandar al que hasta ahora había sido su jefe como Mando de Operaciones, el teniente general Fernando Santafé, cesado en las últimas horas.
Todas las fuentes consultadas por este periódico separan la salida de Santafé del escándalo provocado tras el abrupto cese del jefe de la Comandancia de Madrid, Diego Pérez de los Cobos. Pese a que por escalafón era el principal candidato a DAO tras Laurentino Ceña, Santafé jamás entró en los planes del Ministerio independientemente del terremoto de esta semana. Ya estaba prevista su salida en el momento en el que se jubilase Ceña el próximo 2 de junio.
La dimisión de este teniente general por sus desavenencias en el escándalo ha precipitado ahora la salida de Santafé. Se va en contra de su voluntad, pero en cierto modo de forma pactada ya que ha aceptado el puesto que le han ofrecido al frente del Centro Universitario de la Guardia Civil (CUGC). Pasa, por tanto, de controlar todas las operaciones del Cuerpo, incluidas las de Información, a un puesto de formación sin capacidad operativa.
Así estaba el escalafón
Su lugar al frente del Mando de Operaciones lo ocupará desde ahora Félix Blázquez, a quien también ha habido que ascender de urgencia a teniente general con el permiso del Ministerio de Defensa. Era la Autoridad Nacional de Coordinación de las actuaciones para hacer frente a la inmigración irregular en la zona del Estrecho de Gibraltar, mar de Alborán y aguas adyacentes.
Hasta el lunes, por delante estaban cuatro tenientes generales: Laurentino Ceña (DAO), Fernando Santafé (Mando de Operaciones), Francisco Díaz Alcantud (Mando de Personal) y Rafael Galán (Mando de Apoyo). Salas y Blázquez eran generales de división, un escalón por debajo. Ahí había seis mandos. Por orden de antigüedad son Antonio Tocón (Seprona), Ramón Rueda (Tráfico), Pablo Salas (Información), Juan Luis Pérez (Fiscal y Fronteras), Félix Blázquez (autoridad de coordinación frente a la inmigración en el Estrecho) y Francisco Esteban (jefe de la Zona de Castilla la Mancha).
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